El nuevo Libro Blanco de Defensa de Brasil marca la consolidación de una tendencia preocupante para América Latina
La reciente presentación del Nuevo Libro de Defensa brasileño generó revuelo entre los países de la región, y no es para menos. Si bien a grandes rasgos el documento profundiza lineamientos que se establecieron en la primer directiva estratégica para la defensa elaborada durante el último gobierno de Lula da Silva y aprobada bajo mandato de Dilma Rousseff en 2008, la preocupación recae en el giro manifiesto de la percepción de la región suramericana y del propio rol de Brasil en ella.
En este marco, la evaluación del escenario regional que se manifiesta en el nuevo Libro Blanco de Defensa (LBD) de Brasil es una muestra más del cambio de estrategia llevada adelante por dicho Estado en el ámbito de su defensa que comenzó en 2016 y consolida una tendencia hacia la atomización de Sudamérica que genera un preocupante vacío de poder en el subcontinente.
Si bien este rumbo que tomó la región no puede ser atribuido solamente a la conducta del Brasil, es importante resaltar que a lo largo de todos los proyectos de integración, dicho Estado ha sido la piedra angular para el éxito de los mismos.
Ante esta situación, el giro de percepción hacia región que se vislumbra en el nuevo LBD del país sudamericano debe ser visto como un nuevo indicador que confirma una peligrosa tendencia hacia la fractura entre los Estados del subcontinente, en donde las acciones, la voluntad y las percepciones de Brasil en el ámbito de la defensa juegan un rol fundamental al ser el actor que más influye en las dinámicas geopolíticas de la región.
Brasil ha dejado de lado su vocación de construcción de una arquitectura de seguridad regional plausible de garantizar la continuidad de suramérica como Zona de Paz para elaborar en su lugar una doctrina que le permita, en solitario, la defensa de las posibles amenazas que eventualmente surjan del vacío de poder que él mismo ha creado.
En este sentido, en lugar de prevenir la inestabilidad mediante la consolidación de iniciativas regionales que bien sirvieron para ello en el pasado, el nuevo LBD sostiene que las Fuerzas armadas brasileñas se preparan para intervenir en la “solución de problemas regionales, así como en la defensa de los intereses brasileños en la selva amazónica y el litoral atlántico.
Es de destacar, como ya se ha mencionado, que tanto la preocupación por desarrollar su poder naval, garantizando presencia y capacidades anti acceso en el Atlántico sur, como la ocupación efectiva por parte del Estado del extenso territorio cubierto por masa selvática fueron heredadas por el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), y continuados por todos sus sucesores, especialmente en la primer edición del Libro Blanco para la Defensa de Brasil (2012).
“La Amazonía, así como el Atlántico Sur, es un área de interés geoestratégico para Brasil. La protección de la biodiversidad, de los recursos minerales, hídricos, además del potencial energético, es prioridad para el país , dice el documento oficial. El acento puesto en desarrollar capacidades navales es lógico y de hecho necesario, en los 8.000 kilómetros de costa atlántica de la Amazonia Azul, se encuentran los megayacimientos petroleros submarinos.
El documento también advierte sobre la preparación de respuestas contra “intereses extranjeros en la selva amazónica, la mayor reserva de agua y de biodiversidad del mundo, el 60% de la cual pertenece a Brasil.
La diferencia fundamental es que en las directivas anteriores estos objetivos estratégicos iban de la mano de una caracterización de la región suramericana como el espacio crucial desde el cual Brasil debía asentar su liderazgo, apuntando al fomento de medidas de confianza mutuas, cooperación en temas de seguridad internacional y defensa y a la construcción de mecanismo regionales que sostengan la paz y la resolución diplomática de cualquier diferendo. En cambio el nuevo documento establece que “no se pude dejar de considerar tensiones y crisis en el entorno estratégico, con posibles desdoblamientos para Brasil, de modo que el país podrá verse motivado a contribuir a la solución de eventuales controversias o a defender sus intereses , identificando al actual contexto regional como fuente de posibles amenazas y riesgos para sus intereses.
Si la tendencia hacia la atomización no se revierte, es posible identificar una certeza y un escenario posible para el futuro de Sudamérica. Con respecto a la primera, se profundizará el actual vacío de poder existente en la región al no existir consensos regionales –como sí había durante la vigencia del Consejo de Defensa Suramericano de la Unasur– respecto a cómo gestionar los problemas de seguridad y la presencia de potencias extrarregionales. Ahora bien, con respecto al escenario, la ausencia de la voluntad del país más poderoso de la región de construir y sostener un proyecto regional de construcción de poder para colocar a Sudamérica como un jugador global en términos geopolíticos tiene como contracara la profundización de la irrelevancia sudamericana, signada por la presencia de alianzas cruzadas de los países de la región con los actores más poderosos del sistema internacional, un contexto peligroso al aumentar las posibilidades de una disputa hegemónica en el propio territorio continental. Estas alianzas son evidenciadas en la actualidad en las relaciones Brasil-Colombia-Estados Unidos y Venezuela-Rusia-China.
En una región en donde el Estado más poderoso se rehúsa a promover mínimos acuerdos básicos que permitan consensuar cómo gestionar las dinámicas de seguridad continentales y la presencia de actores extrarregionales, el escenario más probable es que ese espacio vacío sea disputado por jugadores globales cuyos intereses globales poco tienen que ver con lo de los Estados sudamericanos.
De esta forma, es responsabilidad de los dirigentes de los principales países de la región considerar a la integración como una herramienta pragmática y prudente de construcción de poder, reconociendo que esta es la mejor forma de actuar frente a las potenciales amenazas y riesgos provenientes del sistema internacional.