Recientemente se firmó el Acuerdo de Asociación entre Mercosur – Unión Europea el cual representa un desafío muy importante en materia comercial pero también tiene uno aún mayor, el ambiental.

Según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el Acuerdo representa el 25% del PBI global, un mercado de 778 millones de personas. Ambos bloques constituyen el 37% de las exportaciones mundiales de bienes y servicios junto a un flujo de inversiones de aproximadamente de u$s 433.000 millones en stock de inversiones. Hasta ahora, el Mercosur tenía acuerdo de libre comercio con el 1,4% del PBI mundial, con la firma de la Unión Europea, se alcanzaría el 23,5%.

Si bien el Acuerdo es importante para los países del MERCOSUR también es un gran desafío para éstos ya que apunta y explicita la importancia de promover el desarrollo sostenible. La premisa fundamental es que el comercio no puede ni debe ir en detrimento del medio ambiente.

Las tendencias y los problemas globales impulsaron una serie de acuerdos e iniciativas que supusieron un cambio radical en el foco de las políticas de trabajo. Los mismos se han dado, principalmente, en el marco general de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), e incluyen la Agenda de Acción de Addis Abeba, el Acuerdo de París sobre el cambio climático, la Cumbre Humanitaria Mundial y la Agenda para la Humanidad del Secretario General de Naciones Unidas.

En línea con estos acuerdos internacionales está la reunión del G20 llevada a cabo en Argentina durante el año 2018, en donde uno de los ejes principales fue la importancia de trabajar en un Sistema Alimentario, capaz de atender a las más de 800 millones de personas que padecen hambre en el mundo, alcanzando la seguridad alimentaria y nutricional de manera sostenible.

La sostenibilidad, en pocas palabras, es preservar las bases económicas, sociales y ambientales de las futuras generaciones. Bajo esta premisa es que la UE incorpora en el Acuerdo la necesidad de trabajar en un comercio amigable con el planeta.

En los últimos años la comunidad internacional en general ha prestado mayor atención a los problemas ambientales y al desarrollo sostenido. Como hecho reciente, grandes empresas de ropa han dejado de comprar insumos, como algodón y cuero, a Brasil por el incendio del Amazonas. Esto indica que el sector privado también esta orientándose en la misma dirección.

Desde la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), en 1995, el comercio está regulado, entre otros, por el Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio (OTC), cuyo objetivo es que los reglamentos técnicos, las normas y los procedimientos no sean discriminatorios ni generen obstáculos innecesarios al comercio.

Teniendo presente que los países pueden aplicar OTC para proteger el ambiente, el Acuerdo MERCOSUR – UE se presenta como un gran momento para el sector agropecuario que debe adaptar la producción de alimentos para que esté en línea con las nuevas exigencias de los consumidores. La clave es cómo prepararlo para que pueda producir de manera sostenible a través de una política pública que articule lo que ya se está haciendo como siembra directa, red de buenas prácticas, alimentos orgánicos (Argentina es el segundo productor de alimentos orgánicos en el mundo) con nuevas acciones concretas que permitan demostrar que el país avanza en esta dirección y que tiene potencial para obtener certificaciones de calidad ambientales en los alimentos que produce. La oportunidad es muy grande y el desafío es mayor.