Los VIP, las zonas gold, las pulseras de colores y demás mecanismos que los fanáticos utilizan desde hace años para estar más cerca de sus artistas (y las productoras para mejorar la rentabilidad de los shows) ya no sorprenden, aunque ahora aparecen mecanismos más fuertes.

Si bien la estrategia no es nueva (ya se había hecho, por ejemplo, el año pasado con Luis Miguel), lo cierto es que ahora aparece como una estrategia que la industria de los recitales pretende tomar con mayor asiduidad.

El 20 de octubre próximo, Rod Stewart dará un concierto privado al que sólo podrán asistir 1.500 personas, y donde se pagarán hasta $ 60.000 para cenar en la zona bautizada como Platinum, la más cercana al escenario, y darse el lujo de hacerlo mientras el escocés canta. Eso es lo que costará contratar una mesa para 12 personas en el Centro Costa Salguero, donde se realizará este evento.

Para aquellos con un presupuesto más acotado también habrá variantes. Las mesas en la zona Oro cotiza en los $ 48.000, contra los $ 36.000 de las Silver. En cuanto a los montos por persona, los valores arrancan en los $ 3.000 y llegan hasta los $ 5.000, siempre dependiendo de la cercanía con el escenario que se pretenda tener.

Desde ya, el recital no es el único argumento de ventas que lanzó la productora Fenix para este caso. Quienes asistan a este evento exclusivo también accederán a un menú diseñado especialmente por los reconocidos chefs Jean Paul Bondoux y Jérome Mathe, propietarios de Cusine Du Sud, que consistirá en un cocktail de recepción, una Frescura del Mediterráneo en emulsión de zucchinis y albahaca como entrada; un Tourneado de lomo en costra de hierbas, malbec y pimienta verde como plato principal; además, claro, de postre y café.

Para las productoras, estas herramientas son fundamentales y las previsiones indican que serán cada vez más utilizadas ya que les representan un flujo de ingresos más que interesante.

De hecho, la cada vez más pronunciada segmentación que se realiza desde hace un tiempo en los grandes estadios (y que permite cobrar entradas más caras) tiene que ver con la necesidad de buscar alternativas para generar ingresos más elevados.

En Estados Unidos, por ejemplo, se transformó en algo cada vez más común. Una modalidad que no sólo ofrece a los fanáticos la posibilidad de tener una muy buena ubicación, sino que también les permite llevarse merchandising de la banda y hasta en algunos casos conocer de cerca al artista.

En la Argentina, en noviembre del año pasado quienes pagaron $ 6.400 por las mejores ubicaciones para ver a Paul McCartney en River pudieron participar junto al ex Beatle de la prueba de sonido del show.