
El Gobierno está en su mejor momento económico: los brotes verdes cada vez aparecen con más fuerza, a pesar de que todavía muchos sectores no se enteraron de la tendencia de crecimiento. La administración de Mauricio Macri festeja, no tanto por los indicadores económicos, que son buenos, sino porque pudo demostrar que es capaz de generar confianza en que el rumbo macro, con sus idas y vueltas, es el indicado.
En ese contexto de batalla ganada, todo indicaría que lo que viene, ya en un escenario pos PASO, debería ser aún mejor. El agro, la construcción, los servicios financieros y la industria automotriz continuarán con una dinámica interesante, a la que se irán sumando actividades más rezagadas, como el comercio pyme que, con un consumo que si bien ya dejó de caer, todavía está lejos de recuperar el terreno perdido.
Mientras el año pasado algunos analistas creían que la brújula estaba mal orientada, ahora sucede todo lo contrario y ya casi no sorprende cómo Cambiemos logró estabilizar la economía, salir de la recesión y encarar la recuperación.
Yendo a los hechos, quien imaginaba un 2016 distinto estaba errado: con todo lo que había que corregir, ningún economista sensato podía inferir que iba a ser el año del despegue, del crecimiento y del rebote. En verdad, ni 2016 ni 2017 son importantes: la gran noticia será 2018. Siendo pesimistas, se puede proyectar que la economía crecerá un 2,5 %, mientras que los optimistas cifran sus esperanzas alrededor del 3 %.
Tal vez ninguno de ambos escenarios alcance para generar niveles de empleo importantes, bajar el déficit o reducir la pobreza sustancialmente, pero sin dudas permitirán fortalecer los cimientos para que la Argentina pueda crecer sistemáticamente, cosa que no venía haciendo hace mucho tiempo.
Sintonía fina
La gran apuesta es la baja de la inflación, que permitirá bajar el costo del dinero, mejorar las condiciones del crédito y la inversión. Más allá de las metas de que se impone el Banco Central —tan exigentes que probablemente no se cumplan—, después de muchos años la proyección inflacionaria para los años siguientes será inferior a la actual. La política del Central tiene costos en el corto plazo y beneficios en el largo: el equilibrio de esas expectativas será fundamental para no generar una baja de inflación con bajo crecimiento, alto costo del dinero, bajo consumo, alto déficit fiscal y problemas de competitividad dado los niveles de la carga impositiva y de un tipo de cambio atrasado que no ayuda. Ya se demostró que se puede crecer con altas tasas de interés pero, dado que en 2017 se crecerá gracias a un efecto rebote de la economía, en adelante habría que implementar una política económica muy bien coordinada para saber cuándo acelerar y cuándo detenerse.
¿Invertir en pesos? Siga siga
No hay dudas: las tasas seguirán altas, en el orden del 26 % al 27 %, hasta que la inflación se encuentre en el 1 % mensual. Y eso no sucederá antes del mes de noviembre. Dependerá, en gran medida, de los aumentos que puedan venir luego de las PASO. Porque las tasas positivas de las Lebac bajarán de la mano de la consistencia del descenso de la inflación. No sería una locura que las Lebac terminen este año más cercanas al 25 % que al 27 %, pero la incógnita es la inflación, que dependerá de los aumentos de la energía eléctrica y el gas, así como de la liberación en el precio de los combustibles y alguna sorpresa en carpeta...
Por ahora, seguirán las tasas en pesos atractivas y con un Banco Central que intenta postergar los vencimientos premiando con una mayor tasa a los vencimientos más largos. Todo favorece a un peso fuerte. Por eso, al margen de tener una cartera bien diversificada y balanceada en posiciones en pesos y en moneda extranjera, todo plazo largo de Lebac con vencimientos en el período de marzo a junio, es para aprovechar.
En el resto de las inversiones, sigue siendo un buen momento de optar por asumir mayores riesgos: es sabido que las acciones no suben por siempre, pero continúa habiendo margen para asumir riesgo en renta variable. Se puede hacer a través de carteras ya armadas por distintos fondos comunes de inversión en los que delegar la decisión del seguimiento del minuto a minuto, atentos a que se trata de un mercado difícil y volátil.
Cabe recordar que una cartera de inversiones es el conjunto de activos financieros en los que invierte una persona o empresa, pero su conformación debe ser definida con un criterio y un objetivo claros. Aunque pueda parecer sencillo, configurar un portfolio que se ajuste al perfil de cada inversor y a la situación del mercado en un momento determinado no es tan fácil. Y hacerlo en forma equivocada puede significar pérdida de dinero.














