Números al rojo vivo: cuál es la principal amenaza que enfrenta la industria del vino
Las exportaciones se desplomaron y también los despachos internos. Cuál es el futuro del sector en medio de un cambio presidencial.
La industria del vino tiene sus números en rojo. En septiembre, los despachos en el mercado interno se desplomaron un 9,3 por ciento, según los últimos datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). El escenario es más complejo para las exportaciones; en el mismo mes cayeron un 22 por ciento contra el mismo periodo del año anterior.
Como si fuera poco, se suma una fuerte caída en los márgenes de ganancia. Y es que los costos subieron por encima de la inflación con un alza del 200 por ciento en la uva -la materia prima básica-, como consecuencia de las heladas tardías que afectaron la cosecha 2023.
"El escenario actual es complejo. Este año tuvimos la cosecha más baja de la historia: los precios de la materia prima llegaron a su máximo histórico. Esto, en medio de un mercado en restricción", explica Marcelo Belmonte, director de Viticultura y Enología del Grupo Peñaflor, dueño de etiquetas como Trapiche, Navarro Correas y El Esteco, entre otras.
Según los datos del INV, hasta agosto de 2023 la producción de uva alcanzó los 13,5 millones de quintales, la más baja de la historia, con una caída interanual del 27 por ciento. El dato preocupa si se tiene en cuenta que ya había registrado una baja del 12,3 por ciento el año anterior cuando en 2021 la producción había alcanzado los 22,2 millones de quintales.
"Hoy los márgenes de rentabilidad son muy estrechos. Esto se da porque los precios de venta en las góndolas están por debajo de la inflación. Los costos aumentaron significativamente impulsados, sobre todo, por el precio de la uva", explica Alberto Arizu, CEO de la bodega Luigi Bosca.
Lo cierto es que las marcas de alta gama son las que mejor pueden sostener sus precios, pero hoy los más afectados son los bodegueros que apuntan al consumo medio y bajo. "Hoy podemos decir que nuestros márgenes están en cero. No podemos subir los precios de los vinos en las góndolas porque sabemos que, ante un escenario de recesión, nuestro producto es uno de los primeros que se resiente", sostiene Eduardo López, dueño de la bodega centenaria que lleva su apellido y produce 9 millones de litros de vino al año.
Para José Zuccardi, dueño de la bodega Zuccardi y expresidente de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), la caída en el consumo local de vino se debe al contexto económico adverso, pero también lo atribuye a la nueva Ley de Alcohol Cero. "La Ley de tolerancia cero no evita accidentes, pero nos perjudica como industria. Somos el único país productor de vino con esta normativa. Claramente esto también impacta en la caída de consumo", dice.
Hace cuatro meses, el Gobierno promulgó la ley que establece tolerancia cero de alcohol para manejar cualquier tipo de vehículos. Si bien era una medida que ya regía en varias provincias, con la publicación del decreto 254/2023 en el Boletín Oficial pasó a tener vigencia en todas las rutas y caminos del país.
De cara a 2024
Las elecciones presidenciales son un factor fundamental a la hora de diagramar el próximo año. Si bien la industria del vino se maneja a largo plazo, los resultados de octubre serán clave.
"Creemos que 2024 será un año muy duro y dependerá del éxito que tenga el nuevo gobierno en la aplicación de un plan de estabilización que permita estabilizar las variables macroeconómicas", explica Bernardo Jarabroviski, CFO de Bodega Colomé
Para Arizu, es muy difícil pensar en el próximo año porque hay variables que dependerán de las condiciones climáticas. Pero fue positivo de cara a los cambios que se vienen: "Se están planteando cambios muy buenos, discusiones que no se estaban entablando. Se están discutiendo cambios esenciales para que la Argentina funcione. Un razonamiento normal. Hay que hacer reformas estructurales", dice.
Por su parte, desde Bodega Gamboa son optimistas. "La cosecha 2024 será más importante que la 2023 -en volumen y en calidad- no solo por las desavenencias de la anterior cosecha sino porque nuestros viñedos ya tienen casi 15 años. El año que viene estarán habilitados nuevos espacios para las experiencias enoturísticas y creemos que la nueva bodega estará terminada", sostiene Eduardo Tuite, dueño de la bodega que tiene una fuerte apuesta en el turismo.
Gamboa es una bodega relativamente nueva en Campana, provincia de Buenos Aires. "Seguimos creciendo en materia de turismo porque sabemos aprovechar que estamos en la provincia más poblada del país y donde el turismo de cercanía es una industria fuerte y año a año no para de crecer", remarca.
Un cambio de gobierno despierta entusiasmo en el sector. Hoy la industria apunta a reglas más claras y una economía estable. "Tenemos una macro destruida, necesitamos previsbilidad, una mirada a largo plazo. En este negocio sin estos factores es imposible proyectar. Plantas una vid y recién podes ver el vino en cinco años. No podemos seguir bajo una conducción que te cambia las reglas de juego permanentemente", resalta Arizu.
Pero las condiciones climáticas serán fundamentales. "Por ahora no podemos prever con mucha precisión, nuestro stock de vinos es muy limitado y nos encontramos en una región muy joven en donde no existe la posibilidad de comprar uva. También estamos a la espera de cómo será esta primavera, expectantes de las heladas tardías, ellas marcaran nuestros rendimientos", remarca Daniel Manzur Ros, vitivinicultor de Bodega El Bayeh, en la provincia de Jujuy.
Por su parte, Rodrigo Nazar, el director de la bodega Escorihuela Gascón, pone el foco en las exportaciones. "Hace varios años que se está trabajando fuerte en los principales mercados con una estrategia a largo plazo. El trabajo de venta y promoción de nuestras marcas en el mundo es una tarea que requiere muchos años de trabajo e inversiones. Nuestro sector está apostando a que en 2024 se vuelvan a estabilizar las políticas económicas", finaliza Nazar.
La nota completa se publicó en el número 358 de revista Apertura.
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