Marcas argentinas

La historia detrás de las Mielcitas: la "polémica" golosina que desapareció y revivió como cooperativa

Su compañía cerró después de 43 años en operación y los trabajadores se unieron para recuperarla. Por qué este dulce de colores vivos tiene detractores.

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Hay sabores que pueden representar un viaje directo a la infancia. Incluso packagings que con solo verlos invaden de nostalgia a cualquier persona. Los kioscos y las golosinerías son un túnel del tiempo, ya que varias marcas todavía resisten varias décadas después de haber pasado su boom. Y los padres aún hoy las consumen e intentan transmitir su cariño por esos productos a la siguiente generación.

La Mielcita es una de esas golosinas que generan añoranza. Aquellos pequeños sachet de tan solo 8 gramos con vivos colores, desde el rojo frutilla hasta el amarillo limón y el verde de banana. Si bien ya no se ven con tanta frecuencia las guirnaldas colgando en los kioscos, la etiqueta sobrevivió al paso del tiempo y hoy se sigue produciendo en su fábrica original recuperada por los propios trabajadores.

Cada sachet tenía 8 gramos de jarabe de glucosa mezclado con saborizante y colorante.

Suschen SA, creadora de la Mielcita, nació en 1976 de la mano de Miguel Horacio Lanza, quien fundó la empresa junto a su hijo, Miguel Ángel. En la misma planta ubicada en Rafael Castillo, en La Matanza, se elaboraban otros productos icónicos del kiosco, como los jugos helados Naranjú, las pipas Girasoles y los alfajores Suschen.

La polémica de la Mielcita

En los 80 la compañía se expandió y llegó a ser un jugador relevante dentro del mundo golosinero. Los Lanza atravesaron todas las etapas de la Argentina: bonanza, boom de importaciones, hiperinflación y crisis. Sus productos se posicionaron como una alternativa barata y fácil de consumir.

Si bien no tiene la misma polémica que los caramelos Media Hora, la Mielcita también tiene sus detractores. La idea de chupar directamente la bolsa tal como la había entregado el kiosquero puede ser bromatológicamente cuestionable. Por eso, hoy, desde la cooperativa recomiendan lavar el envoltorio antes de consumirlo. Lo mismo sucede con el Naranjú, el clásico refresco de verano de los niños de los 80 y 90.

El Naranjú se comía congelado y era otro de los productos de Suschen SA.

Más allá de su nombre, el sachet nunca tuvo miel de verdad. Se trata de jarabe de glucosa con saborizante y colorante. Eso después se envasa en tiras de 10 unidades. Lo curioso es que tanto la Mielcita como el Naranjú nunca hicieron publicidad y fueron un éxito del boca a boca.

Cierre y recuperación cooperativa

En los 90 los Lanza se endeudaron para lanzar una nueva golosina. El proyecto no salió como esperaban, entonces uno de sus proveedores se quedó con la fábrica y la cerró. Un año después, Lanza la recuperó y volvió a producir, según contaron empleados de la planta en diálogo con La Nación.

De acuerdo a lo que consta en los registros del INPI, la marca Mielcita perteneció a Miguel Horacio Lanza hasta 2008 cuando se la cedió a Juan Carlos Crovella. Tres años después este se la vende a la sociedad Mutawa SA, creada por Maximiliano Duhalde.

Roberto Duhalde, primo del expresidente, y su hijo, Maximiliano, pasaron a administrar la planta, según consigna Página 12, pero en julio 2019 decidieron cerrarla. Unos meses más tarde, los más de 100 empleados de la firma se unieron para reabrirla como una cooperativa. Algo similar sucedió con la dueña y productora de los alfajores Grandote.

De a poco Mielcita fue reapareciendo en los kioscos, aunque no con el despliegue que supo tener en su época dorada. Sin embargo, para muchos todavía representa una parte de sus infancias.

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