Después del éxito de Barbie, Mattel prepara 14 nuevas películas de juguetes para salir de su crisis de ventas
El plan de la compañía para impulsar las ventas de juguetes empezó con Barbie, una película feminista y antiempresaria para adultos. Pero es solo el comienzo.
En una fiesta privada organizada por Warner Bros., los últimos rayos del sol de fines de abril inundaban el restaurant Mr Cho en el hotel Caesars Palace de Las Vegas. Más de una vez, como si hubieran sido coreografiados por encargados de prensa del estudio, se posaban como un foco en la eternamente sonriente Margot Robbie. Directivos de cine y de la industria de los juguetes rodeaban a la rubia actriz que protagoniza Barbie, el filme de Greta Gerwig estrenado meses atrás. David Zaslav, director ejecutivo de Warner Bros Discovery Inc., se abría camino entre la multitud con un gorro de béisbol alusivo a la muñeca para llegar hasta Robbie y sacarse una selfie con ella. Una hora más tarde Robbie y Gerwig subieron al bar en medio de un aplauso estruendoso. Robbie calificó a Barbie de espectáculo y obra maestra, y afirmó que era el tipo de filme por el que ella se había acercado al negocio del espectáculo.
También era un momento de festejo para los ejecutivos de Mattel Inc ubicados a 400 kilómetros de distancia en El Segundo, California. Desde 2018 venían ejecutando la estrategia defendida por su CEO y presidente, una amalgama de bíceps bronceados y dientes fosforescentes llamado Ynon Kreiz, con la idea de revertir la abrupta caída en las ventas entregando bajo licencia la propiedad intelectual (PI) de la compañía a casi todos los estudios de Hollywood. El filme de Gerwig, un abordaje de Barbie que es feminista, cómico y sólo apto para mayores de 13 años, fue el primero de los estrenos de la "estrategia PI" de Kreiz, y el de mayor importancia: las muñecas son la joya de la corona de Mattel y generan alrededor de un tercio de sus ventas anuales por US$ 5000 millones.
Aunque el manual para pasar de la PI al cine está asentado, Barbie llegaba de todos modos con numerosos riesgos. Podía ser popular con adultos nostálgicos pero no llamar la atención de niñas de 5 años ávidas de juguetes. Los ingresos de taquilla podrían haber sido malos, lo que habría perjudicado a Warner Bros., que cargó mayormente con los US$ 100 millones de presupuesto de la película, y asustar a los otros estudios que están financiando en grupo (o consideran hacerlo) las otras 14 películas de Mattel. El filme también podría haber sido un fracaso absoluto. En sus 64 años de historia, Barbie ha sido el rostro de decenas de programas o películas de TV, videojuegos y libros, pero nunca protagonizó un estreno en la pantalla grande. El motivo no fue que Mattel no reconociera las posibles ventajas; la razón era que el perjuicio potencial habría sido su ruina financiera.
Barbie fue creada y publicitada como un juguete de importancia personal para las niñas jóvenes, como un prototipo de la adultez, una proyección de su vida futura. Introducida en un momento histórico en el que las niñas carecían de ejemplos reales de mujeres con poder, Barbie, con su físico despampanante y sus empleos de alto nivel, llenó un vacío cultural. Pronto se convirtió en un ícono y un pararrayos: investigaciones de Mattel indican que su fama compite con la de la monarca británica o el presidente norteamericano, y genera casi tanta controversia. En el pasado los directivos temían que una película podría provocar una reacción tan negativa que terminaría por destruir el atractivo de la marca principal de la compañía. Por otro lado, casi no se hacen películas de gran presupuesto dirigidas a audiencias femeninas: Shawn Robbins, de Boxoffice Pro, ubica la cifra en el 6 por ciento de los filmes que cuesten al menos los US$ 100 millones que costó Barbie.
Pero en algún momento en las últimas décadas estos cálculos cambiaron. Como Mattel era reacia a modificar su producto más exitoso, los tacos altos de Barbie le perdieron el ritmo a la sociedad. Hacia el año 2000 se veía a la muñeca como una reliquia. Siete años atrás Mattel finalmente empezó a producir Barbies con cuerpos más realistas, carreras nuevas y un rango más amplio de tonalidades de piel. Las ventas crecieron pero no alcanzaron para revertir la decadencia de Mattel: ese mismo año perdió ante Hasbro Inc el lugar de principal fabricante mundial de juguetes por capitalización de mercado. Luego sacrificó dos CEO, atravesó un escándalo contable y debió retirar los Rock'n Play Sleepers que vendía la subsidiaria Fisher-Price, a los que se le atribuyen la muerte de 100 bebés. Mattel rebotó durante la pandemia pero ese auge se terminó y el precio de sus acciones es un 40 por ciento inferior a lo que era cuando aparecieron las nuevas Barbies.
Reanimar al mayor fabricante de juguetes del siglo XX en los Estados Unidos es una gran exigencia para una sola película. Pero los primeros datos indican que la jugada de Kreiz podría haber funcionado: fotos virales del elenco de Barbie rodando el año pasado en Venice Beach desataron una manía con la moda rosa, y los adelantos de la película circulaban por redes sociales con la intensidad de un curso de posgrado en posfeminismo. "Era muy difícil vivir en el planeta Tierra y no saber que se avecinaba el estreno de esta película", se ufanó Kreiz.
MATTEL PODRÍA HABER SIDO un modesto fabricante de marcos de plástico y muebles para muñecas de no ser por Ruth Handler. Junto con su esposo Elliot y el socio comercial Harold Matson, Handler fundó la compañía en 1945 en un garaje de Los Ángeles. Elliot era el operario, Ruth la directiva. Cuando Matson vendió su participación ella expandió la compañía corriendo riesgos voraces. En 1955 firmó un contrato con ABC para auspiciar El club de Mickey Mouse. Aquel método de promocionar juguetes no había sido probado por entonces, pero cuando en el primer episodio Mattel publicitó la ametralladora Thunder Burp, el producto se agotó.
El año siguiente, de viaje por Suiza con Elliot y sus hijos, Barbara y Ken, Ruth se detuvo ante una vidriera. Frente a ella había una Bild Lilli, una muñeca rubia pechugona de un pie de alto que se basaba en un personaje de historieta. Producida en Alemania, la muñeca no estaba destinada a los niños; más bien la usaban como divertimento en fiestas de hombres solteros.
Con el paso del tiempo Handler había visto que Barbara se desprendía de sus muñecos bebés en favor de muñecas de papel, con las que creaba historias imaginarias sobre sus existencias de adultas que seguían la moda. Handler entendió que si reemplazaba esas muñecas de papel por otras similares a la Lilli, Barbara proyectaría sus sueños de la adultez en esos modelos en tres dimensiones. Handler se llevó a casa tres muñeca Lilli y creó los primeros prototipos de Barbie.
En la Feria Internacional de Juguetes de 1959 en Nueva York, Handler presentó la Barbie a los compradores, que casi por completo eran hombres, provenientes de minoristas como Woolworth & Co y Sears. Más tarde contó que ellos le dijeron que las niñas sólo se interesaban en muñecos bebés con los que jugaban a ser madres. Por otro lado, las muñecas tenían senos, algo que se consideraba lascivo y no adecuado para menores. Handler replicó que las niñas no sólo querían ser madres, y que los cuerpos con forma harían que se imaginaran cómo serían de adultas. Al final se retiró de la feria con muchos menos encargos de lo que había previsto.
Desafiante, Handler llevó las muñecas Barbie directamente a las niñas al solicitar una publicidad televisiva en la que se veía una línea de modelos de plástico bien vestidos en un exhibidor, en tanto una mujer cantaba de fondo: "Barbie, hermosa Barbie, voy a imaginar que soy como vos". Luego una voz masculina informaba a las niñas que por separado podría comprarse de todo, desde vestidos de novia a anteojos de sol. Las niñas acudieron en masa a comprar a las tiendas por departamento, lo que obligó a las cadenas que habían rechazado la oferta de Handler a rogarle que les proveyera de inventario. Mattel empezó a cotizar en la Bolsa al año siguiente de la presentación de Barbie, y pronto era la compañía de juguetes más grande del mundo.
Con su producto exitoso, Handler creó sin pensarlo dos molestias que habrían de sobrevivirla. Primero, el éxito descomunal de Barbie contribuyó a crear en Wall Street expectativas de un crecimiento sin mengua. Más tarde los Handler fueron acusados de alterar los registros financieros de la empresa para apaciguar esas demandas, lo que condujo a su desplazamiento de Mattel y a una declaración de impugnación de Ruth a mediados de los años ‘70.
Segundo, el ascenso incontrolable de Barbie llevó a que sus tutores empresarios les dijeran a todas las niñas en sus años más impresionables y formativos que ella era la mujer ideal. Administrar esa responsabilidad se convirtió en una tarea permanente de Mattel. La propia Handler sabía del poderío en el mercado de las normas dominantes de belleza: después de todo, para hacer la Barbie se había inspirado en una muñeca sexual traída de un país que poco antes había abrazado el racismo ario. Pero también sabía que las niñas tienen múltiples facetas, y por eso en algún momento Barbie se convirtió en una de las primeras astronautas femeninas. Para algunas amas de casa con estudios, las muñecas se transformaron en el modelo a imitar que ellas no habían podido encarnar.
Con el cambio de época Mattel se concentró en mantener a Barbie en la vanguardia de los movimientos de empoderamiento femenino de cada etapa. En 1961 dio con una pareja, Ken, quien en un juego que revertía los papeles de género, era un personaje secundario en la historia de Barbie, carente de ambiciones propias. Pasó a transformarse en cirujana, directiva empresaria y presidenta de los Estados Unidos, y a recordar de manera constante en las publicidades que las niñas podían ser lo que quisieran ser. El marketing enérgico de las muñecas y sus atuendos y casas de ensueño contribuyó a que en 1992 las ventas de Barbie superaran los US$ 1000 millones. En su autobiografía Handler afirmó que la niña estadounidense promedio tenía ocho muñecas.
Barbie también contribuyó a que Mattel tomara riesgos y creciera. Creó líneas como Master of the Universe y Chatty Cathy y absorbió otras empresas con productos exitosos para los niños, como Fisher-Price y Pleasant Co., fabricante de las muñecas American Girl. A instancias del directivo Bernard Loomis, experimentaron con el uso de programas de TV para introducir productos a partir de una emisión en 1969 que acompañó a la introducción de Hot Wheels. (Loomis luego acuñó el neologismo "toyetics" para referirse a la ubicuidad de un programa de TV o película para crear y vender juguetes; la estrategia se extendió ampliamente en los años ‘80 cuando se relajaron las normas federales sobre publicidades infantiles).
"No nos estábamos conectando con la cultura. Ni siquiera éramos un reflejo de lo que era la cultura pop. Las niñas nos veían y decían que no éramos relevantes".
Para que el reinado de Barbie se agotara debieron confluir una serie de hechos y tendencias. A fines de los ‘90, Mattel estaba dirigida por la CEO Jill Barad, quien tenía la reputación de conducir con mano firme. Como los videojuegos estaban socavando las ventas de juguetes, Barad hizo la oferta de comprar, por US$ 3800 millones, The Learning Co., productor del famoso juego de computadora Reader Rabbit, en lo que sería la mayor adquisición de la historia de Mattel. Pero los directivos pronto descubrieron que su nueva subsidiaria no tenía ideas nuevas que pudieran aliviar sus deudas onerosas. En septiembre de 2000 acordaron vender TLC a una firma de capitales privados aceptando una pérdida enorme, y se desprendieron de Barad. Luego vino una sucesión de CEOs varones que se esforzaron por mantenerse en la vanguardia de la cultura infantil femenina.
Por la fecha de la partida de Barad, un diseñador de accesorios de Barbie que seguía trabajando para Mattel llevó la idea de un nuevo tipo de muñeca a un pequeño competidor, MGA Entertainment Inc.. Denominadas Bratz, estas muñecas tenían diferentes peinados y colores de piel, lo que las hacía más atractivas y accesibles que las Barbie. MGA presentó la primera Bratz en 2001, embolsó rápidamente US$ 1000 millones en ventas anuales y destruyó la posición dominante en el mercado de Barbie. En 2006 Mattel demandó a MGA por los derechos de las Bratz alegando que las había creado uno de sus diseñadores.
En tanto esa demanda avanzaba, Hasbro y Paramount Pictures aparecieron con una de las primeras películas exitosas basadas en juguetes, Transformers, con su alto octanaje y abundancia de efectos computarizados. Estrenado en 2007, el filme recaudó US$ 700 millones en todo el mundo y generó una disparada en las ventas. Luego Hasbro presentó a Walt Disney Co la idea de conseguir los derechos de producción y comercialización de las muñecas de princesas de Disney, valuadas en US$ 500 millones, adelantándose a una Mattel distraída.
Mattel perdió la licencia de Disney, perdió la demanda contra Bratz y parecía haber perdido toda sensatez. En 2009 introdujo una línea de Black Barbies, e incorporó accesorios como cadenas de plata inspiradas en cantantes de rap, algo que algunos consideraron insensible. Luego confirió una nueva carrera a Barbie como ingeniera informática, y en un libro adjunto llegaron a mostrarla tan incompetente que no podía encontrar el botón de encendido y dependía de que sus amigos Steven y Brian hicieran el trabajo por ella. Cuando esta Barbie subía por error un virus a la computadora de su hermana usando un USB rosa y con forma de corazón, Steven y Brian también tenían que encargarse de solucionar ese problema.
Las niñas que no eran blancas, las que usaban sillas de ruedas y las que tenían torsos de tamaño natural no podían identificarse con Barbie. Y contaban con las muñecas de Bratz y las de las princesas de Disney como modelos alternativos, por no hablar de sus propias madres realizadas en la vida real. Las ventas de Barbie retrocedieron todos los años entre 2012 y 2015 hasta la mitad de los US$ 1800 millones que habían registrado en su pico en 1997. El directorio de Mattel se desprendía de un CEO tras otro. Cuando la compañía trató de nuevo de concentrarse en juguetes de tecnología avanzada, al introducir una Barbie parlante con wi-fi y un dispositivo de inteligencia artificial diseñado para escuchar a los bebés y reaccionar a sus llantos con canciones de cuna, los padres reaccionaron aterrados.
"No nos estábamos conectando con la cultura. Ni siquiera éramos un reflejo de lo que era la cultura pop -admitió Richard Dickson, presidente y director de Operaciones de Mattel-. Las niñas nos veían y decían que no éramos relevantes".
KREIZ SE CONVIRTIÓ EN CEO en abril de 2018, un momento que a la vez era prometedor y peligroso para Mattel. Un equipo mayormente femenino que trabajaba bajo el nombre en código de Proyecto Amanecer había desarrollado y presentado una Barbie indudablemente más moderna y menos problemática. Esta muñeca tenía cuatro tipos de cuerpos y siete tonos de piel, y los pies no siempre estaban diseñados para encajar en zapatos de taco alto. Iban a agregarse otros diseños inclusivos, como Barbies con audífonos o con síndrome de Down. A los padres les gustaron las actualizaciones, y el tamaño agrandado de las muñecas hizo que las niñas quisieran nuevos accesorios como un auto por US$ 30 y la Dreamhouse de US$ 200, lo que generó un modesto repunte en las ventas.
Pero se estaban gestando otros problemas. Toy "R" Us, uno de los socios más grandes de Mattel, acababa de quebrar. La Comisión de Valores y la Oficina de los Fiscales estadounidenses abrieron investigaciones civiles y penales sobre una serie de falsas declaraciones contables comunicadas antes del período de Kreiz, lo que desembocó en multas y en una reorganización de la gerencia. Y Consumer Reports obtuvo un documento que mostraba que Mattel sabía que unos 30 niños habían muerto desde la salida en 2009 del Rock ‘n Play Sleeper. Ante la publicación de la noticia y frente a un comunicado de la Asociación Estadounidense de Pediatría que calificaba de letal al dispositivo, la compañía emitió primero una advertencia sobre el producto y luego lo retiró. Kreiz debió concurrir al Congreso para dar explicaciones, y decenas de familias presentaron demandas. (Muchas de esas causas siguen en marcha; Mattel rechaza que el producto fuera intrínsecamente inseguro y mantiene esa defensa en los tribunales).
Mientras ocurría esto, Kreiz estaba buscando socios cinematográficos para su apuesta con la PI. Si salía bien Mattel vería un aumento en las ventas de juguetes, nuevas líneas de producción y más filmes basados en ellos, y el ciclo se repetiría. Barbie era el producto que de manera más obvia podía pasar a Hollywood. Había incluso un guion que circulaba por Sony Pictures al que se vinculó primero Amy Schumer, y luego Anne Hathaway, que contaba la historia delirante de una Barbie que se exiliaba de su mundo idílico sólo para darse cuenta de lo absurdo de buscar la perfección. A muchos en Mattel, incluyendo a los que habían trabajado en el Proyecto Amanecer, el guion no les gustaba.
"El proyecto de Amy Schumer era comprensiblemente más cómico", recuerda Lisa McKnight, directora mundial de muñecas y Barbie en Mattel. Pero la parodia "no parecía tan inteligente y provocadora como hubiéramos esperado". A Kreiz le pareció que el guion se burlaba de Barbie. (Schumer se bajó del proyecto cuatro meses después de que anunciaran su participación, y luego contó en entrevistas que se había dado un choque entre visiones creativas).
Una de las prioridades de Kreiz era conocer a Robbie para sondear su interés por interpretar a Barbie. Su agente trabajaba para Richard Lovett, uno de los titulares de Creative Artists Agency, y veterano hombre de confianza de Kreiz. Seis meses más tarde, Kreiz estaba sentado en el Polo Lounge del Beverly Hills Hotel junto con Robbie y dos socios en LuckyChap Entertainment. Kreiz contó que la discusión fue "larga" y "orgánica", y que inmediatamente coincidieron en que debían hacer algo inesperado y que creara un "momento cultural".
Lovett conectó a Kreiz con otra cliente, Robbie Brenner, una posible encargada de la película. Brenner es una poderosa productora con una gruesa agenda de contactos de alto nivel que había sido candidata al Oscar por su trabajo en Dallas Buyers Club. Cuando Kreiz se entrevistó con Brenner le detalló el plan de crear una división fílmica en la que Barbie fuera el primer proyecto. Acordaron que Mattel debería dejar pasar la opción de Sony y que Robbie sería el ancla: alguien talentosa y de éxitos constantes. Y que se parecía a una Barbie.
Cuando Kreiz aclaró que no le interesaba producir una publicidad que glorificara el juguete, Brenner aceptó subirse al barco a partir de agosto de 2018. Mantuvo reuniones con Robbie, quien sugirió incorporar a Gerwig como guionistas. Gerwig había dominado el género del paso a la adultez femenina tanto como guionista y directora con Lady Bird y Mujercitas.
Al subirse la apuesta todos "medio que se sumaron", dice Brenner. Ella y Robbie viajaron a Nueva York para hablar del guion con Gerwig y con su socio creativo y de vida, Noah Baumbach. Recuerda que Mattel cerró la incorporación de Gerwig y Baumbach al aceptar que los dejarían más o menos en paz. Gerwig les dijo a los directivos que "iban a marcharse y a escribir juntos el guion y que nosotros lo leeríamos a su debido tiempo", apunta Brenner, "lo cual era sin dudas aterrador".
Gerwig declaró que su interés por trabajar con Robbie y su deseo de probarse la convencieron de aceptar. Definió a la tarea como esas que podían "terminar con una carrera" en virtud de lo trajinadas que habían sido las muñecas. "¿Por dónde empezar siquiera?", se preguntaba. Pero para el momento en que escribieron el guion, Gerwig se había vinculado tanto que también aceptó dirigirlo. "Cuando estábamos escribiendo con Noah llegó un punto en el que nos reíamos todo el tiempo, y cuando llegamos al final terminábamos llorando", declaró en abril en la CinemaCon de Las Vegas.
Robbie interpreta en la película a una Barbie que vive en un vibrante mundo de juguetes repleto de otras Barbies. Para sorpresa de todos, empieza a cuestionarse y a discutir la posibilidad de morir, lo que la lleva a un viaje al mundo real. Esta crisis existencial hace entrar en pánico a los directivos de Mattel, incluido al CEO, que interpreta Will Ferrell, quien en un momento grita (en una sala de reuniones que se parece mucho a la oficina de Kreiz) que quiere obligar a que Barbie vuelva a su caja. Del mismo viaje participa Ryan Gosling, en el papel de Ken, bien intencionado pero despistado y todavía ceñido por anticuadas normas de género. En una escena discute con una doctora -a quien no le cree que sea doctora- que no hay problemas en que él practique una cirugía sin preparación médica, dado que es hombre. "La primera vez que leí el guion fue una sorpresa detrás de otra", contó Brenner. A pesar de la promesa de no intervenir, Mattel sí agregó algunos puntos. Dickson y McKnight viajaron cuatro veces a los estudios en Inglaterra para "conversar con Greta y Margot y analizar algunas repeticiones del guion y aclara la importancia y el significado de la marca", confesó Dickson.
Aunque el guion de Gerwig tiene similitudes con el anterior, el equipo de marcas de Mattel detectó una distinción importante: la muñeca ya no era la destinataria de las bromas. Incluso reflejaba mejor su propia experiencia, en la cual, siendo un equipo mayormente femenino, debieron contender durante años y sin éxito con sus gerentes mayoritariamente varones para cambiar el aspecto y la personalidad de Barbie hasta que las ventas se desplomaron. Kreiz dice que Gerwig en verdad interpretó lo que había sucedido con la marca Barbie. "Nos gusta la autocrítica y nos divirtió jugar ese juego", aseguró. En tanto los directivos de Mattel son el blanco de las bromas, se trata de una admisión de errores pasados.
Eso no quiere decir que el filme haga a un lado la paradoja formativa de Barbie. Incluso mientras se esfuerza por evolucionar sigue pareciéndose a la clásica rubia y vestida de rosa de antaño. Dickson reconoce que persiste el misterio de cómo el filme y la marca pueden afirmar valores como inclusividad, diversidad y empoderamiento, y luego, "de buenas a primeras", presentar a Margot Robbie como encarnación de la muñeca.
Después está la cuestión existencial para Mattel: ¿Le servirá Barbie para vender juguetes? La demanda de todo tipo de juguetes, incluyendo a las Barbies, se disparó durante la pandemia, pero el sector se enfrió cuando se levantaron las cuarentenas y cundió la inflación. Y aunque las compradoras promedio de las muñecas tienen entre 3 y 8 años, el filme ciertamente no está dirigido a niños. Hasbro eludió eso con Transformers en parte porque la película apelaba a padres nostálgicos, quienes luego compraban los juguetes para sus hijos. Si quisiera hacer el mismo truco, Mattel tendría que vencer los estudios de mercado que indican que, a pesar de la reciente transformación de Barbie, hay madres que siguen resoplando ante su sola mención, y asocian su cuerpo "perfecto" con daños a su autoestima en la niñez.
Un filme feminista y divertido no es, por lo tanto, solo una apología sino una presentación de ventas.
Para no mencionar que las ventas no llegarán solo a las niñas: Mattel exhibe en su web remeras de Barbie por US$ 30 y tazas a US$ 15, y acumuló cerca de un centenar de sociedades comerciales.
El éxito de esta película reforzará las posibilidades de los 14 filmes anunciados por Mattel. Entre los próximos estrenos hay una película sobre Masters of the Universe y otra de animación dedicada a Hot Wheels y producida por J.J. Abrams. Se están preparando filmes de todo, desde el dinosaurio Barney y Magic 8 Ball al juego de cartas UNO. Mattel también planifica cierta PI obsoleta, como la película de Major Matt Mason, un astronauta de juguete que dejó de vender en la década de 1970, que será producida por Paramount Pictures y protagonizada por Tom Hanks.
Y si cualquiera de esos proyectos suenan a exageración, bueno, tampoco se han evaporado las proyecciones de crecimiento inagotable de parte de Wall Street. A comienzos del año pasado, el valor de mercado de Mattel se ubicaba en torno a los US$ 9000 millones, más del doble de lo que era cuando empezó Kreiz. Con varios filmes en marcha, las princesas de Disney guardadas y la concreción de miles de despidos, Kreiz declaró a fines de febrero que la transformación de la compañía había sido un éxito y anunció que ahora estaba en "modo de crecimiento".
Al menos dos firmas de capitales privados, Apollo Global Management y L Catterton, se acercaron a Mattel interesados en comprarla aunque la posibilidad fracasó. Los banqueros de Apollo se preguntaban si la estrategia de PI haría recuperar el valor que pretende Mattel, dijo una persona que participó de las conversaciones pero no estaba autorizada a hablar en público al respecto. Los analistas presumen que las ventas de Barbie seguirán estancadas en 2023, incluso con el rebote por la película, y hoy el valor de mercado de Mattel se redujo a US$ 7000 millones.
De todos modos, para Kreiz las oportunidades abundan. Tal vez consiga crear una franquicia al estilo Marvel en torno a Barbie y otros productos propios, y transforme a los clientes de meros compradores de juguetes en fans. Kreiz habla de nuevos programas de TV, juegos digitales y parques temáticos entre otros flujos de ingresos que podría crear Mattel luego de su éxito en las taquillas. La venta de un solo producto de Major Matt Mason superaría todo lo que se vendió en el último medio siglo. Como los estudios financian las películas, las desventajas financieras son menores y los beneficios, ilimitados.
Empero, antes de que la estrategia de Kreiz llegue tan lejos, primero deberán embolsarse los rendimientos del gran turno de Barbie en el estrellato. "Algunos recuerdan que ya antes escucharon lo mismo y piden esperar hasta que tengamos algo -admite-. En eso estamos".
Con Matthew Towsend
Esta nota se publicó en el número 357 de revista Apertura.
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