Por qué los robots pueden ser buenos aliados en la creación de empleo

Si bien la inteligencia artificial elimina puestos de trabajo, exige la reconversión de muchas profesiones. De ellas, casi un tercio tiene la oportunidad de sobrevivir, si se recicla a tiempo, y sólo el 14% es "altamente automatizable"

Cuántos puestos de trabajo destruirán los robots? ¿Acabaremos todos sin empleo dentro de unos años? El objetivo de este artículo es alejarse de las voces más alarmistas y exponer algunos de los estudios recientes que, a nuestro juicio, mejor representan los retos y oportunidades del empleo ante la progresiva automatización del mundo, sin por ello obviar los escenarios más pesimistas. Por ‘robots‘ entendemos no sólo las máquinas físicas sino también los programas de software, en especial aquellos basados en inteligencia artificial.

Una de las mayores autoridades en este asunto es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). La organización publicó el pasado marzo una actualización de sus análisis cuya principal conclusión es que el 14% de los empleos —el 20% en España— son "altamente automatizables". Eso no quiere decir que, necesariamente, uno de cada siete puestos de trabajo (uno de cada cinco en España) vaya a desaparecer, pero la probabilidad es elevada.

El riesgo es mayor entre las profesiones de menor cualificación y entre los jóvenes, independientemente de su nivel de cualificación. La OCDE explica que los jóvenes no han tenido tiempo de acumular experiencia y convertir su know how en un activo insustituible.

Otro 32% de los empleos "podría afrontar cambios sustanciales". Es decir, uno de cada tres puestos de trabajo no desaparecerá, siempre y cuando logre adaptarse a los nuevos tiempos. El resultado final está sujeto a la inversión en formación y recolocación por parte de empresas e instituciones. De media, el 40% de los trabajadores participa en algún tipo de formación, pero en países como Grecia y Turquía la cifra cae hasta el 16%.

La OCDE prevé que la mayor productividad provocada por la automatización acortará las jornadas laborales. El mayor tiempo libre impulsará nuevas industrias de ocio, generadoras a su vez de nuevos puestos de trabajo.

Por otra parte, los expertos parecen coincidir en que la jornada laboral se reducirá, lo que repercutirá en una bajada generalizada de los salarios. "De media, un riesgo un 10% mayor de automatización corresponde a un descenso del 4,3% en la remuneración por hora", dice la OCDE. "Al simplificarse tareas y ganar velocidad, al liberar a las personas de los procesos mecánicos más repetitivos, tediosos e inacabables, o al facilitarse el trabajo a distancia, hemos ganado generalizadamente mucho tiempo libre", expone Tamames.

Ya en 1930, el economista británico Keynes vaticinó que, cien años después (para 2030) el crecimiento del capital y la tecnología serían de tal magnitud que el trabajo podría limitarse a tres horas diarias. En Suecia, ya se están llevando a cabo pruebas piloto para estudiar los turnos laborales de seis horas.

A corto plazo, la revolución tecnológica trae destrucción neta de empleo. Con un poco de tiempo, no obstante, la riqueza generada por la eficiencia que genera la automatización dará lugar a nuevas contrataciones.

Pero hay un terreno intermedio que puede generar empleo y riqueza de forma inmediata: la colaboración entre máquinas y personas. Tanto en fábricas como en oficinas y otros entornos laborales, el manejo de robots permite a los trabajadores extender sus propias habilidades y mejorar su productividad. ‘La inteligencia artificial puede automatizar ciertas funciones, pero el verdadero potencial de la tecnología reside en complementar y aumentar las capacidades humanas‘, sostienen Paul Daugherty y James Wilson, ejecutivos de Accenture.

Por otra parte, se generarán nuevas profesiones dedicadas a entrenar y controlar los sistemas, desde los ángulos de la fiabilidad, la ciberseguridad, la privacidad de los datos, la interacción con los usuarios, la legalidad, la ética... No todas ellas requerirán formación técnica. Melissa Cefkin, científica jefa en el centro de investigación de Nissan en Silicon Valley, es antropóloga. "El 70% de los perfiles que solicitan las empresas tecnológicas en España siguen siendo técnicos (ingenieros de telecomunicaciones, informática o industrial). Otro 20% o 24% corresponde a ramas de márketing, económicas o empresariales, dirigidos a las áreas corporativas. El porcentaje restante, pequeño pero creciente, solicita perfiles de sociología, filosofía, politología, etcétera. La mayoría va a parar a labores de inteligencia estratégica o a NPL (procesamiento del lenguaje natural)", describe Cristina Villanova, corporate managing director de Catenon. "A medida que florezca la industria nacional del Internet de las Cosas, el big data o la experiencia de cliente, habrá una mayor demanda de ese tipo de perfiles", opina.

Lo cierto es que ya se está produciendo una re-humanización de entornos altamente automatizados, como por ejemplo las fábricas de automóviles. A medida que más y más clientes demandan productos customizados, la producción 100% mecanizada deja de ser eficiente. En estos casos, la combinación de robots y personas ofrece mejores resultados y hace posible una producción flexible y adaptable a las cambiantes necesidades de los clientes.

En la planta de Sildenfingen (Alemania), Mercedes-Benz produce sus modelos Clase E y Clase S. La marca ha decidido aumentar plantilla al constatar que su productividad —al menos en la producción customizada— es mayor combinando "cobots" (robots colaborativos) y humanos, frente a la vieja obsesión por la automatización.

En un entorno de colaboración entre personas y máquinas, estas últimas se encargan de las tareas repetitivas y de los cálculos matemáticos complejos, liberando a las personas para encargarse de las funciones más humanas: toma de decisiones, gestión, creatividad, etcétera. Dicho de otra manera, la robotización trae una mejora considerable en el empleo desde el punto de vista cualitativo.

Accenture estima que una mayor inversión en inteligencia artificial podría elevar los ingresos de las organizaciones un 38% para el año 2022 e impulsar el empleo un 10%. Esto equivaldría a u$s 7500 millones y 5000 puestos de trabajo para una compañía media del S&P 500. También se produciría una mejora en la rentabilidad de u$s 880 millones.

Por último, pero no menos importante, la inteligencia artificial es fundamental para hacer realidad la medicina y la agricultura de precisión, que contribuirán de forma clave a hacer de éste un mundo mejor. En definitiva, si somos capaces de reconvertirnos y favorecer el desarrollo tecnológico, el resultado final será positivo para (casi) todos.

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