Vientos de cambio: cómo se preparan las petroleras para un mundo sin crudo
Las petroleras avizoran un futuro sin combustibles fósiles o con un consumo mucho más bajo en el planeta. En este escenario, trabajan para convertirse en empresas de energía. Esta transformación implica un cambio de cultura, pero en un modelo de negocios que debe ser rentable
Prepararse para lo que viene. Este podría ser el lema para definir el proceso de transformación que atraviesan las compañías de exploración y producción de hidrocarburos. Más tarde o más temprano, el petróleo se va a dejar de consumir, se reducirá a niveles mínimos o tendrá un peso bastante menor que el actual. Podrían ser dos o tres siglos de consumo de crudo en la historia del ser humano, quizá un poco más. Nadie lo sabe todavía. Las proyecciones de organismos internacionales son variadas, van desde un escenario sin petróleo para 2050 o hasta un planeta que lo demandará varias décadas más. El gas tiene el rol de ser el combustible de transición porque, si bien es fósil, tiene menos emisiones que el petróleo y el carbón. Pero en un futuro más lejano quizá corra la misma suerte. Lo cierto es que las petroleras de distintos países y tamaños están en pleno proceso de reconversión de su identidad y, de alguna manera, de su negocio.
El cambio de "compañías de producción de hidrocarburos" a "empresas energéticas" tiene cada vez más peso en el sector. En esta transformación hay factores propios de las petroleras, como las metas en la reducción de emisiones para contrarrestar el calentamiento global. Pero, sobre todo, la transformación en organizaciones más abiertas al concepto de energía tiene que ver con un cambio más general que se da en distintos ámbitos a nivel mundial. Las petroleras se están reinventando en un lento pero irreversible proceso hacia fuentes más limpias. El desafío del sector es atravesar esta transformación sin perder rentabilidad ni relevancia en la toma de decisiones.
La repercusión de la transición energética en la industria de oil & gas es palpable en diferentes ámbitos, pero, sobre todo, en la creciente demanda de energías renovables, en el aumento de la responsabilidad ambiental y en la definición de los inversores, calificadoras de riesgo y bancos en ser proclives a una agenda verde y de sustentabilidad. En este escenario las petroleras se transforman. En mayo, el banco JP Morgan anunció inversiones por US$ 200 millones reducir y eliminar el carbono. Si bien es un desembolso chico para este gigante, el mercado lo tomó como un dato clave de lo que podría suceder en el futuro.
"Hay un argumento climático, que tiene que ver con el aumento de la temperatura mundial. También tenemos razones geopolíticas, vinculadas con los países que no quieren depender más del petróleo. Pero, sobre todo, está el argumento económico, que es muy fuerte. Una de las claves para analizar esta transformación es que, a diferencia de años anteriores, bajó el costo de muchas energías verdes", dice Daniel Dreizzen, director de Aleph Energy y del área de energía de Ecolatina y exsecretario de Planeamiento Energético, sobre los distintos argumento que tienen las compañías petroleras para iniciar esta transformación en empresas energéticas.
El especialista asegura, además, que los cambios de las petroleras se ven, incluso, en los logos y nombres, con matices en cada continente. Las empresas europeas tienen un cambio más rápido porque tienen mucha más presión social, medioambiental y geopolítica. Compañías como TotalEnergies, Shell, BP ahora son empresas de energía. Las estadounidenses atraviesan un proceso más lento porque también tienen que satisfacer a sus accionistas, que quieren rentabilidad. Las empresas de energía tienen menor margen, pero son más estables. En cambio, el negocio petrolero tiene mayor ganancia, pero tiene más volatilidad. Las compañías de hidrocarburos están haciendo un equilibrio en todo esto mientras se transforma.
Energía renovable
Ese cambio ya se empieza a ver en la Argentina, donde las empresas globales están impulsando planes de transición. Es que el país tiene mucho para aportar desde las energías renovables y el hidrógeno, que podría ser una manera de exportar combustible limpio. Eso sin contar el gas de Vaca Muerta, que se utiliza para reemplazar combustibles líquidos o carbón.
En cuanto a la transformación de las petroleras locales, Dreizzen afirma: "Están más orientadas hacia el negocio. Es decir, hacen cosas que tienen que ver con la transición, pero si es rentable. La gran novedad ahora es que la transición empezó a ser rentable. Muchas petroleras invierten en renovables. Otras no lo hacen tanto". Un ícono en este sentido es YPF Luz, la compañía de generación de electricidad de YPF que acaba de cumplir 10 años y en la actualidad es el responsable del 9% del consumo eléctrico del país.
Esteban Garabano, Managing Director Client Team de la consultora Accenture señala que para lograr los objetivos sociales, ambientales y de gobernanza (ESG, por su sigla inglesa), entre ellos la descarbonización y reducción de emisiones, las empresas líderes del sector están llevando a cabo diferentes acciones como, por ejemplo, invertir en soluciones de gestión energética que se centren en obtener eficiencias en los procesos y desplegar mejores tecnologías de detección y administración del carbono.
"Las compañías están abordando el desafío del carbono de dos maneras: la primera, a través de la definición de metas ESG y la divulgación de los avances en la reducción de emisiones. La segunda, elevando la importancia de sus soluciones de bajo carbono e identificando nuevas fuentes de recursos por fuera de las fronteras tradicionales del petróleo y gas, esperando que estos segmentos contribuyan sustancialmente al crecimiento de sus negocios para el año 2030", agrega.
Dónde va el mundo
Por su parte, Dreizzen sostiene que en el mundo no hubo aún transiciones energéticas. De la leña se pasó al carbón y luego llegó el petróleo. Pero el carbón hoy es la segunda fuente energética a nivel mundial. En el Siglo XX hubo un fuerte crecimiento del gas y ahora se vive el auge del desarrollo de las energías renovables. "En ningún caso una fuente reemplazó a la otra, sino que se sumó", señala, al tiempo que describe que este proceso genera incertidumbre sobre el futuro. Por este motivo, este especialista prefiere hablar de transiciones energéticas en plural, porque cada país tiene su propio proceso.
"Hay mucha incertidumbre en el mundo en cuanto a hacia dónde se está yendo. Todos están convencidos de que hay que cambiar a largo plazo el sistema energético mundial, pero no se sabe bien cómo va a ser este camino. En esta transición, las petroleras tienen un protagonismo central porque pueden concretar grandes planes de inversión", indica.
La transformación de las petroleras debería implicar no solo un cambio de nombre y estar acompañadas por diversos proyectos que acompañen el proceso de transición. En este sentido, Dreizzen destaca que hay que tener en cuenta que hay muchos organismos financieros que están volcando cada vez más su cartera de negocios en las renovables, con inversiones en desarrollos de parques eólicos y solares. Además, cada vez más petroleras están aplicando nuevas tecnologías para producir hidrocarburos de una manera más eficiente. Y, además, petroleras como Pluspetrol, Pan American Energy (PAE) y Tecpetrol sumaron a su agenda el litio un mineral esencial para la producción de baterías. Las principales compañías locales crearon áreas dentro de cada organización para ver cómo abordan la transición.
Pandemia y guerra
La velocidad que toma el proceso de cambio depende de distintos factores que se dan en todo el mundo. La pandemia, por caso, generó que varios países desarrollados se volcaran a consumir más carbón ante la falta de petróleo y gas, a raíz de los problemas logísticos que tuvieron que atravesar los mercados mundiales y por la caída de la producción. La invasión de Rusia a Ucrania también fue otro factor que en los últimos tiempos generó un impacto en la velocidad de la transición energética. La disparada de los precios y los bloqueos al mercado ruso de hidrocarburos tuvo un impacto abrupto en los países desarrollados y generó problemas de suministro en todo el planeta. Países con gran de dependencia del gas ruso como Alemania tuvieron que implementar medidas drásticas para reemplazar ese combustible. Esto generó que el país europeo, una de las economías más grandes del planeta, tuviera que consumir fuentes energéticas diversas, no siempre acordes con sus metas de descarbonización y reducción de emisiones.
"El shale en Estados Unidos se empezó a desarrollar alrededor de 2005 y fuertemente unos años después. Esto hizo que la transición fuera más lenta porque en poco tiempo se empezó a volcar más hidrocarburos al mundo desde una nueva zona petrolera, con la consiguiente baja el precio. En el inicio de la pandemia el petróleo llegó a tener precio negativo, algo que no había pasado nunca hasta el momento. La oferta había bajado porque se había dejado de invertir en 2020. Pero fue algo coyuntural. Con la guerra en Ucrania los precios de la energía subieron, sobre todo las tarifas en Europa, y provocó un pequeño freno a la transición", sostiene Dreizzen.
La alternativa de desarrollar mucho más masivamente las energías limpias es un proceso factible pero que tiene su dificultad. Lo mismo ocurre con la electromovilidad y el transporte sustentable a escala masiva. "Para ir a la electrificación se necesita todavía una infraestructura muy grande para soportar que todos o la mayoría de los vehículos sean eléctricos. El país está muy lejos de eso. El mundo también", concluye el director de Ecolatina.
Esteban Garabano, de Accenture explica que ante circunstancias globales y, para estar preparada a largo plazo, la industria de petróleo y gas necesita fortalecer su resiliencia, disponibilidad y seguridad energética: "En nuestro informe sobre la situación en Ucrania (The war in Ukraine) identificamos que la década de 2020 tiene características decisivas para la industria. Los cambios estructurales en la industria, el ritmo acelerado de la transición energética, la competencia de nuevas fuentes de energía y la demanda de responsabilidad ambiental ya habían empujado a muchas empresas de energía a planificar sus reinvenciones".
Lo que se evidenció principalmente en Europa con la guerra de Ucrania, fue la dependencia que había para con el mercado ruso de petróleo y gas y su exportación a los países del continente y, en consecuencia, la vulnerabilidad del resto de los mercados. Ante esta situación, reducir la dependencia se convirtió en un punto clave, pero para ello se tiene que generar una transformación en la industria. En este punto, compañías y naciones deben trabajar juntas a largo plazo para desarrollar fuentes alternativas, reimaginar el sistema energético futuro y cómo se utiliza la energía.
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