Jurassic Park en la vida real: hallan insectos fósiles de cuando Australia y la Antártida eran uno solo
El ámbar encontrado desde el final del Triásico hasta el comienzo del Paleógeno en el sur de Pangea revela nueva información sobre la historia geológica antigua de Australia.
Un grupo de arqueólogos encontró restos fósiles en resina, una secreción orgánica que producen muchas plantas, particularmente los árboles.
Esta resina fosilizada de origen vegetal, conocida como ámbar, contenía insectos, hongos y plantas preservados en su interior, que datan de hace millones de años.
A diferencia de los fósiles tradicionales, que solo dejan una huella en la roca, el ámbar nos permite observar estos seres orgánicos en tres dimensiones, con sus texturas, tamaños y morfología intactas.
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Hallan restos fósiles en ámbar en Australia
Los descubrimientos de restos fósiles en ámbar, principalmente en Victoria, Australia, han revelado detalles inéditos sobre el pasado geológico del continente.
Estos fósiles abarcan un amplio rango temporal, datando desde el Triásico tardío hasta el Eoceno medio tardío, es decir, entre aproximadamente 230 y 40 millones de años atrás.
Entre los hallazgos se encuentran restos fósiles excepcionalmente bien preservados, que datan específicamente de hace entre 42 y 40 millones de años, correspondientes al período del Eoceno.
En este período, Australia y Antártida estaban conectadas como parte de un supercontinente llamado Gondwana, que se fragmentaba lentamente.
Ámbar del Triásico Superior en Tasmania: una ventana hacia un pasado lejano
En el corazón de Australia, yace un tesoro escondido: el ámbar más antiguo del sur de Pangea. Descubierto en 2015, no solo es notable por su antigüedad, que se remonta a hace 230 millones de años, sino también por su excepcional estado de conservación.
Encapsulados en esta resina fosilizada se encuentran fragmentos de un mundo perdido. Entre las inclusiones encontramos trozos de corteza, plantas, minúsculos restos orgánicos e incluso posibles microbios.
Este ámbar se encontró en pequeños fragmentos en la Formación Carbónica del Valle de Fingal, parte del Supergrupo Parmeener Superior.
Su origen se remonta a ríos sinuosos que fluían en un clima templado con estaciones definidas, proporcionando las condiciones ideales para la preservación de estos organismos.
La importancia de este descubrimiento radica en que por primera vez se encuentra ámbar de esta época en el hemisferio sur. Esto abre nuevas posibilidades para estudiar la diversidad biológica del Triásico en esta región, ya que las inclusiones pueden revelar especies desconocidas o proporcionar información nueva sobre la ecología y el comportamiento de las ya conocidas.