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Una de las megalópolis más importantes de América Latina atraviesa una crisis geológica de proporciones alarmantes. Ciudad de México experimenta un descenso progresivo del terreno que alcanza dimensiones preocupantes: hasta medio metro de hundimiento anual en determinadas áreas, producto de un fenómeno denominado subsidencia.

Este proceso de colapso gradual del suelo no es una amenaza futura, sino una realidad presente que ya provoca fracturas visibles en calles, edificaciones y servicios públicos. Los especialistas advierten que la situación podría derivar en consecuencias devastadoras para los habitantes de una ciudad construida sobre un lecho lacustre desaparecido.

El suelo cede bajo millones de habitantes: la Ciudad de México se hunde hasta 50 centímetros por año en algunas zonas. Fuente: Shutterstock.
El suelo cede bajo millones de habitantes: la Ciudad de México se hunde hasta 50 centímetros por año en algunas zonas. Fuente: Shutterstock.

El legado azteca que se convirtió en condena: por qué la CDMX se construyó sobre un lago

La raíz del problema actual se remonta a siete siglos atrás. En 1325, la civilización mexica estableció Tenochtitlán en medio de un extenso cuerpo de agua, levantando una ciudad flotante mediante islas artificiales conocidas como chinampas. Esta ingeniosa solución constructiva creó una de las metrópolis más avanzadas de su era, con sistemas de canales y redes hídricas sofisticadas.

Sin embargo, la conquista española en 1521 marcó el inicio de un desastre ambiental prolongado. Los colonizadores destruyeron Tenochtitlán y edificaron sobre sus restos, ignorando las implicaciones de asentarse sobre un lago en proceso de desecación.

El antiguo Lago de Texcoco fue drenado progresivamente, dejando capas irregulares de arcilla y arena que hoy constituyen un terreno extremadamente inestable para sostener una ciudad de más de 20 millones de habitantes.

La extracción de agua: el golpe mortal que acelera la catástrofe

Más allá de los factores históricos, existe un culpable contemporáneo que agrava exponencialmente el hundimiento: la extracción masiva de agua subterránea. Expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México explican el fenómeno con una analogía simple pero contundente: el subsuelo funciona como una esponja gigante que, al ser despojada de su contenido líquido, pierde volumen y colapsa sobre sí misma.

Además, advierten que la composición heterogénea del antiguo lecho lacustre genera comportamientos dispares en diferentes sectores urbanos. Algunas zonas se hunden más rápidamente que otras, creando desniveles dramáticos que fragmentan la ciudad y comprometen tuberías, cimientos y vialidades. Esta extracción descontrolada, motivada por las necesidades hídricas de una población en constante crecimiento, representa el factor más acelerador de la crisis.

Tecnología satelital: el ojo en el cielo que monitorea el desastre en tiempo real

Ante la magnitud del desafío, las autoridades mexicanas recurrieron a herramientas de vanguardia para dimensionar y seguir la evolución del problema. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía implementa una técnica denominada interferometría SAR, que compara fotografías satelitales captadas en diferentes momentos para detectar movimientos milimétricos de la superficie terrestre.

Los satélites Sentinel-1, pertenecientes al programa europeo Copernicus, proporcionan imágenes gratuitas que son procesadas mediante software especializado como SNAP y StaMPS. Estos sistemas permiten identificar con precisión quirúrgica qué áreas experimentan mayor descenso, creando mapas detallados de riesgo que podrían orientar futuras intervenciones de mitigación.

La combinación de datos espaciales con información de estaciones geodésicas terrestres ofrece un panorama completo de una emergencia que avanza día tras día, centímetro tras centímetro.