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Hace 20 años, ver un chimango en Mar del Plata era raro. Hoy, estas aves rapaces están en todas partes: parques, playas y hasta en zonas céntricas.
Según estudios del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC), la densidad actual alcanza 62 ejemplares por kilómetro cuadrado en áreas urbanas y más de 80 en el periurbano, cuando en 2004 casi no había registros dentro de la ciudad.
El motivo por el que crecieron tanto
Los especialistas explican que el aumento responde a varios factores. La pérdida de hábitats naturales y la falta de presas de calidad empujaron a los chimangos hacia entornos urbanos.
Además, estas aves son altamente adaptables: comen de todo y eligen cualquier lugar para anidar. Las ciudades ofrecen comida abundante —palomas, otras aves y basura— y refugios seguros, sin grandes depredadores.
Un cambio en la relación con la gente
El fenómeno no solo es biológico, también cultural. Cada vez más personas alimentan chimangos o ayudan a ejemplares heridos. Esta interacción refuerza su presencia en la ciudad y cambia la percepción social: de aves silvestres a vecinos cotidianos.
Otras aves rapaces que se suman
El boom no es exclusivo de los chimangos. El gavilán mixto y los caranchos también se ven más en zonas urbanas. La razón es la misma: comida fácil y ausencia de predadores.
Estas especies regulan poblaciones de palomas y roedores, y además consumen carroña, lo que ayuda a mantener la limpieza y reducir riesgos sanitarios.

Beneficios y problemas de los chimangos
Entre los aspectos positivos, los chimangos controlan plagas y aportan equilibrio ecológico. También son aves carismáticas que muchos disfrutan observar.
El lado negativo aparece cuando rompen bolsas de basura, algo que se puede evitar con tachos cerrados y mejor gestión de residuos.













