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Las proyecciones económicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipan un cambio relevante en el mapa global: un país de América Latina se consolidará en 2026 entre las principales potencias económicas del mundo. Se trata de un ascenso sostenido que redefine el rol de la región en el escenario internacional

¿Qué país de Latinoamérica será potencia mundial en 2026?

El FMI señala que Brasil fortalecerá su posición entre las economías más grandes del planeta. Actualmente, ocupa el noveno lugar en el ranking mundial, pero en 2026 avanzará al octavo puesto, desplazando a economías desarrolladas y reafirmando su peso global.

Con un PBI nominal superior a u$s 2,1 billones, Brasil ya es la economía más importante de América Latina. Las proyecciones internacionales estiman que su crecimiento continuará de forma sostenida al menos hasta 2028.

Esta proyección plantea un cambio en el panorama regional.
Esta proyección plantea un cambio en el panorama regional.

¿Por qué Brasil se encamina a convertirse en potencia mundial?

El posicionamiento brasileño se explica por una combinación de factores estructurales:

  • Apertura comercial y diversificación de mercados
  • Amplitud de red de relaciones comercial con mayor presencia en Asia, Europa y Norteamérica.
  • Sectores estratégicos en expansión
  • Crecimiento en agronegocios, industria, energía, tecnología y minería
  • Mercado interno robusto
  • Políticas orientadas a la estabilidad

¿Cómo quedará el ranking global de 2026?

Según el FMI, las diez economías más grandes del mundo en 2026 serán:

  • Estados Unidos
  • China
  • Japón
  • Alemania
  • India
  • Reino Unido
  • Francia
  • Brasil

La presencia de Brasil en esta lista implica un reacomodamiento relevante y determina la entrada de un país latinoamericano en un grupo históricamente dominado por potencias de otras regiones.

¿Qué impacto tendrá para América Latina?

El avance brasileño puede generar efectos significativos en la región:

  • Mayor influencia en organismos multilaterales
  • Aumento de la capacidad de negociación internacional
  • Más inversiones extranjeras en sectores estratégicos
  • Potencial impulso a cadenas productivas regionales