Donald Trump arremetió contra los aliados de Estados Unidos por sus enfoques sobre inmigración, energías renovables y la guerra en Ucrania, culminando con una advertencia de que "sus países se están yendo al infierno".
En un discurso de casi una hora en la ONU, Trump se presentó como un pacificador global y arquitecto de un renacimiento estadounidense, proclamando: "Somos el país más relevante en cualquier parte del mundo".
Trump usó gran parte de su intervención ante la Asamblea General de la ONU, la primera desde 2020, como plataforma para reprender al resto del mundo, del cual su administración se ha distanciado cada vez más en cuestiones de visión, valores y políticas.
Declaró que el cambio climático -un enfoque compartido por la mayoría de los Estados miembros de la ONU- es "el mayor fraude jamás perpetrado en el mundo". Añadió que las "ideas energéticas suicidas" y las políticas migratorias juntas significarían "la muerte de Europa occidental".
Europa también estaba fallando en hacer su parte para poner fin a la guerra en Ucrania, acusó Trump, calificando de "muy vergonzosas" las compras continuas de petróleo y gas ruso por parte de algunos Estados.

Días después de su visita de Estado al Reino Unido, Trump atacó la gestión de ese país sobre el petróleo y gas del Mar del Norte, su política sobre turbinas eólicas -"quiero que dejen de arruinar ese hermoso campo escocés e inglés"- y acusó al alcalde de Londres, Sadiq Khan, de promover la sharía.
El portavoz de Khan calificó el comentario de Trump como "horrendo y fanático" y señaló un aumento en los estadounidenses que se mudan al Reino Unido.
Mientras tanto, Trump proclamó que Estados Unidos es "el mejor país del mundo para hacer negocios", aunque los aranceles estadounidenses a otros países permanecen en sus niveles más altos desde la segunda guerra mundial. "Las tasas hipotecarias han bajado y la inflación ha sido derrotada", afirmó.
Se atribuyó personalmente el mérito de haber terminado con "siete guerras interminables", incluidas algunas, como la de la República Democrática del Congo, que aún continúan.
Aseguró que la ONU y sus miembros "ni siquiera intentaron ayudar" en sus esfuerzos por negociar acuerdos de paz en Oriente Medio, África y Asia.
En su embestida contra la migración, Trump advirtió que si Europa no adopta una línea dura como la que él había implementado en la frontera entre Estados Unidos y México, "sus países se van al infierno".
En una larga digresión, Trump -quien con frecuencia se desvía de los discursos preparados y señaló al inicio que el teleprompter no estaba funcionando- apuntó contra la propia ONU por haber rechazado a principios de los 2000 su propuesta en un contrato multimillonario para reconstruir la sede de 39 pisos de la ONU en Manhattan.
Como la ONU eligió a otro desarrollador, ahora debe lidiar con "enormes sobrecostos" y materiales inferiores, en lugar de los pisos de mármol y las paredes de caoba que él habría entregado, dijo.
En algunas ocasiones, Trump pareció reconocer que era poco probable que la mayoría de su audiencia apreciara el tono o el contenido de sus palabras, prediciendo que sería "muy duramente criticado".
Pero añadió: "No me importa".
Poco después de su discurso, Trump se reunió con el secretario general de la ONU, António Guterres, y dijo a los periodistas que, a pesar de sus desacuerdos "a veces" con la ONU, "nuestro país respalda a las Naciones Unidas al 100 por ciento".
"Creo que el potencial de las Naciones Unidas es increíble", dijo. "Solo quiero agradecerles por tratarnos con tanta amabilidad".















