Es época de compras navideñas en Alemania y las plazas están repletas de puestos que venden todo tipo de productos tradicionales, desde tortas de jengibre y la típica bebida Glühwein hasta juguetes de madera y decoraciones brillantes.

Puede haber una crisis en la eurozona, pero los comerciantes y puesteros de las calles germanas esperan otra temporada extraordinaria. Los mercados financieros son un caos, pero la confianza de los consumidores en Alemania está en alza.

Esto es esencialmente lo que señala el informe de la Sociedad de Investigación de Consumo (GfK) en Nuremberg publicado esta semana. Su índice de ánimo entre los consumidores subió de 5,3 a 5,4 en noviembre, y esperan que llegue a 5,6 en diciembre, el nivel más alto desde mayo. El gasto promedio por persona en regalos de Navidad será de 241 euros, aseguran, apenas por debajo del nivel del año pasado.

El ánimo en Alemania hoy es bastante diferente al que se observa en el resto de Europa. Las advertencias de un inminente Apocalipsis que dominaron los pronunciamientos de los políticos y expertos en Londres y París, Roma y Madrid, no se escuchan en Munich o Berlín.

No es que la gente no esté preocupada. Alemania no seguiría siendo Alemania sin una saludable dosis de angustia. Les inquieta el euro y la seguridad de sus ahorros. Están intranquilos por la deuda del gobierno y temen que vuelva la inflación. Pero simplemente no comparten la visión de que la eurozona corre peligro inminente de derrumbe.

La pregunta es si Alemania niega los peligros de la crisis de la eurozona, o si hay algo más profundo en la impasible respuesta de los consumidores comunes y corrientes.

Parte de la respuesta es claramente que a la economía germana le está yendo muy bien, mientras que la periferia de la eurozona cayó en recesión. El crecimiento económico de 2011 será cercano a 3%, si bien disminuirá cerca de 1% el año próximo. Más relevante para los consumidores es que el empleo subió y el índice de desocupación cayó a 2,7 millones de personas, el nivel más bajo en 20 .