El enorme repunte impulsado por el reciente cambio de postura de la Reserva Federal de Estados Unidos sobre las tasas de interés ha puesto nerviosos a algunos gestores de fondos de renombre, ya que los mercados parecen ahora muy vulnerables a noticias económicas decepcionantes. Las acciones y los bonos han subido vertiginosamente en los dos últimos meses, y recibieron un gran impulso cuando la Fed lanzó su mayor indicio hasta la fecha de que podría empezar a deshacer su serie de alzas tan pronto como la próxima primavera boreal. La suba deja a la renta variable estadounidense cerca de sus niveles más altos jamás registrados. A corto plazo, esto fomenta el ánimo festivo. Pero también significa que ahora los activos clave tienen un precio para un escenario perfecto: un mundo benigno en el que los bancos centrales vuelven a bajar las tasas de interés, pero sin una recesión económica que les obligue a actuar. A los grandes inversores les preocupa que estos supuestos no se cumplan, y que se necesitaría muy poco para forzar un replanteamiento en un año plagado de riesgos económicos, políticos y geopolíticos. "Tenemos un 'rally de todo' a fines de año. La magnitud es impresionante", afirmó Sonja Laud, directora de inversiones de Legal & General Investment Management, la mayor gestora de activos del Reino Unido. "Eso me preocupa. No hay margen para el error". Los precios de la deuda pública estadounidense están desempeñando un papel central en el cambio de tendencia de los mercados a finales de 2023. Los bonos del Tesoro a 10 años han estado subiendo de precio desde octubre, cuando los rendimientos alcanzaron el 5%, el nivel más alto desde antes de la crisis financiera. En ese momento, los inversores reflejaban el mensaje lanzado por la Fed durante el verano boreal, según el cual las tasas de interés se mantendrían altas a largo plazo para frenar la persistente inflación. Sin embargo, a lo largo del otoño boreal, con la caída de la inflación y los signos de enfriamiento en el sólido mercado laboral estadounidense, el mensaje de la Fed empezó a cambiar. En primer lugar, el banco central sugirió que los altos rendimientos estaban haciendo parte de su trabajo pesado, un reconocimiento de que los mayores costos de endeudamiento estaban empezando a afectar. Después, los responsables de la Fed empezaron a hablar de la posibilidad de recortar las tasas incluso cuando la inflación seguía por encima del objetivo. Los rendimientos, que se mueven de forma inversa a los precios, se hundieron. Pero el gran avance se produjo en la habitual conferencia de prensa del presidente de la Fed, Jay Powell, el 13 de diciembre, cuando empezó a esbozar la posible trayectoria hacia la rebaja de tasas y presentó las previsiones de otros funcionarios que fijan las tasas, apuntando a varios recortes durante el próximo año. Los analistas y los inversores se apuraron para ponerse al día y pronosticaron recortes de tasas antes de lo previsto y en un número mucho mayor. Los esfuerzos posteriores de los funcionarios de la Fed por enfriar la exuberancia del mercado han tenido escaso impacto. Los mercados de swaps muestran que algunos inversores esperan seis recortes de tasas de un cuarto de punto para el próximo año, frente a las previsiones de la Fed, que apuntan a tres. Estas previsiones del mercado no son perfectas, y podrían significar que la mayoría de los inversores prevén dos o tres recortes, pero que la cobertura para resultados extremos está desviando el promedio. Desde esas declaraciones de la Fed, los rendimientos han bajado vertiginosamente, situándose muy por debajo del 4% y superando las previsiones de muchos analistas de Wall Street para 2024. El impacto se extendió a otros importantes mercadosde deuda pública y provocó una suba de las acciones. "El mensaje de la Fed no fue una gran sorpresa. La reacción del mercado fue más bien un shock", afirmó Vincent Mortier, director de inversiones de Amundi, la mayor gestora de activos de Europa. Sin embargo, al igual que Laud, de LGIM, a Mortier le preocupa que esto deje vulnerables tanto a las acciones como a los bonos. "Para que los mercados sigan subiendo se necesita una alineación de planetas que es muy improbable", dijo. Algunos creen que las señales potencialmente contradictorias que están enviando los mercados no son un impedimento para seguir subiendo. Días después de los comentarios de Powell, Goldman Sachs, que ya había fijado un objetivo de 4700 para el S&P 500 a fines de 2024, elevó esa previsión a 5100, un 7% por encima de los niveles actuales. "Un menor costo del capital debería permitir a los valores con balances débiles 'alcanzar' a los pocos valores que han liderado el mercado en 2023", dijo el banco. Sin embargo, algunos gestores de fondos se muestran reacios a abrazar esa opinión, en parte por lo frustrante que ha resultado intentar hacer previsiones este año. En numerosas ocasiones, los inversores trataron sin éxito de detectar un cambio de postura en las tasas de interés por parte de los bancos centrales, todavía obsesionados con una inflación elevada. Esos esfuerzos "parecen un poco 'del antiguo régimen'", dijo Alex Brazier, subdirector del Instituto de Inversión BlackRock. "Como si volviéramos a ser como antes". Los inversores también se han sentido desconcertados por el hecho de que no se haya materializado una recesión ampliamente anticipada, y una caída asociada de las acciones. La revolución en el uso de la inteligencia artificial hizo subir algunas de las acciones más grandes del mundo, impulsando los índices de renta variable que, de otro modo, serían mediocres. Fueron necesarios meses de persuasión para que los inversores captaran el mensaje de los dirigentes de la política monetaria de que las tasas se mantendrían altas, sobre todo después de una serie de quiebras de bancos regionales estadounidenses, sólo para que las tasas de mercado se desplomaran poco después de que se hubiera asimilado el mensaje de los bancos centrales. "Los dos últimos años han sido una experiencia de humildad para estrategas e inversores", afirma Kevin Gordon, estratega de inversiones de Charles Schwab en Nueva York. "Nadie tenía una buena idea de lo que iba a pasar. Hemos tenido esta monstruosa mezcla de crisis anteriores fusionadas en un breve periodo: pandemia, cadena de suministro, inflación, múltiples mercados bajistas en múltiples sectores. Es mucho que digerir". Si la Fed recorta las tasas antes de tiempo, "cometerá un gran error", dijo Mortier de Amundi. "Asumir que la inflación ya no es un problema... puede hacer que se repitan errores del pasado". Los inversores advierten que la recuperación de los mercados en los últimos tiempos, en particular la caída de los rendimientos de los bonos, podría incluso precipitar un resurgimiento de la inflación al fomentar el abaratamiento de los préstamos. Por otro lado, podría producirse una profunda recesión económica. "Existe la posibilidad de que los bancos centrales hayan logrado un soft landing, pero es prematuro cantar victoria", afirma Daniel Ivascyn, director de inversiones de Pimco. "Hay que tener dos cosas contradictorias en la cabeza al mismo tiempo", afirmó Peter Fitzgerald, director de inversiones macro y multiactivos de Aviva Investors. Dijo que la Fed podría recortar las tasas a principios de año, pero más tarde sentir la necesidad de subirlas de nuevo. "Los mercados no pueden valorar eso", dijo. La otra gran fuente de volatilidad potencial es la política. Alrededor del 40% de la población mundial celebrará elecciones en 2024. El año comenzará con las elecciones en Taiwán en enero, un momento potencialmente delicado para las relaciones globales de China. Es probable que el Reino Unido también vaya a las urnas en algún momento del año. Pero muchos operadores ven en las elecciones presidenciales de noviembre en EE.UU. el punto álgido más obvio, especialmente si Donald Trump se impone en sus esfuerzos por asegurarse la nominación republicana. "Si Trump entra, aún no conocemos su agenda", dijo Andrew Pease, jefe global de estrategia de inversión de Russell Investments. "Si quiere apostar por el crecimiento, puede ser estupendo para la renta variable", afirmó. Sin embargo, los gestores de fondos desconfían de que las elecciones, sobre todo en EE.UU. y el Reino Unido, puedan abrir grietas en los mercados de deuda pública. En varias ocasiones en 2023, los inversores han demostrado estar inusualmente atentos a la política fiscal, exigiendo rendimientos más altos incluso al gobierno de EE.UU. para compensar los objetivos de endeudamiento significativamente más altos. Un resultado extremo, aunque improbable, para el mercado del Tesoro es una venta similar a la caída del mercado de bonos del Reino Unido durante el breve mandato de la primera ministra Liz Truss en 2022. "No veo un 'momento Liz Truss' en EE.UU., pero sí veo que los mercados se ponen nerviosos ante la elección de un populista republicano que recorta impuestos y no está preparado para recortar gastos", afirma Pease. "Los próximos 12 meses serían un periodo en el que seríamos cautos", afirmó. "No se hacen grandes apuestas sobre la dirección".