La vida de un oligarca ruso después de las sanciones por la guerra en Ucrania: "¿Me dejarán tener chofer?"

Petr Aven sostiene que su negocio ha quedado destruido tras las sanciones de Reino Unido por sus presuntos vínculos con el Kremlin

En los días anteriores a que la banca europea congelara las operaciones transfronterizas con Rusia, la esposa del oligarca Petr Aven se desplazó a Londres con una misión urgente: recorrer los cajeros automáticos sacando todo el efectivo que pudiera para prepararse para lo que estaba por llegar.

Más tarde, primero la UE y luego Reino Unido impusieron sanciones a Aven, congelando sus cuentas y sus bienes, entre ellos un dúplex en el exclusivo barrio londinense de St James's y una mansión llena de obras de arte a las afueras de la capital.

El ex político y empresario ruso, cuya fortuna ascendía el mes pasado a 4500 millones de libras esterlinas, asegura ahora que no sabe si podrá pagar ni siquiera las facturas.

Su vida ha cambiado radicalmente de la noche a la mañana. "Nuestro negocio está en la ruina. Hemos perdido todo lo que habíamos construido durante 30 años. Tenemos que empezar una nueva vida", lamenta.

Una vida para la que quizá no esté preparado. "¿Me permitirán tener una persona de la limpieza o un chofer? Yo no conduzco, tal vez mi hijastra tenga que hacerlo. No sabemos cómo saldremos de esto", lamenta desde su piso de Londres.

Aven, que el mes pasado fue fotografiado con el presidente Vladímir Putin en el Kremlin junto a otros oligarcas el día en que comenzó la invasión rusa de Ucrania, ha sido acusado por la UE y Reino Unido de ser un aliado del presidente ruso. Según la oficina responsable de aplicar sanciones financieras en Reino Unido, "Aven es un destacado empresario ruso y un oligarca que respalda al Kremlin".

El magnate, de 67 años, se enfrenta a una orden de expulsión en menos de 20 días. Aunque como titular de un pasaporte letón y ruso y de un visado estadounidense, no le faltan opciones, prefiere quedarse en Reino Unido con su mujer y su hijo de ocho años.

Si se marcha, cree que no podrá regresar tan fácilmente. "Si me voy, nunca podré volver", reconoce.

Junto a su socio Mikhail Fridman, Aven creó un conglomerado de banca, servicios financieros e inversiones en la caótica Rusia de los años 90 en torno a su Grupo Alfa. Gran parte del patrimonio de Aven y sus socios comerciales procedía de inversiones petroleras en la década de 1990, que forjaron a través de un joint venture con BP en 2003.

Tras una dura batalla con su socio, en 2013 vendieron su participación en TNK-BP a Rosneft, el grupo petrolero y gasístico dirigido por Igor Sechin, estrecho aliado de Putin.

Casi 14.000 millones de dólares de ingresos se reinvirtieron a través de LetterOne, el grupo inversor con sede en Londres del que son copropietarios Fridman y German Khan, otros socios sancionados .

Aven está decidido a impugnar las sanciones, que, en su opinión, carecen de fundamento. Le costó encontrar un abogado en Reino Unido para solicitar la liberación de fondos congelados para pagar el asesoramiento jurídico de cara a impugnar la orden en su contra.

"Los abogados británicos no quieren trabajar con los rusos. No tengo muchas esperanzas de una solución rápida porque me han dicho que es casi imposible invalidar las sanciones", reconoce.

Aven y sus socios también tienen participaciones, directa o indirectamente, en Alfa-Bank, el mayor banco privado de Rusia, ahora sometido a las restricciones de Occidente de financiación de la deuda; en la mayor cadena de supermercados del país, X5, y en la compañía de telefonía móvil Veon. El oligarca también ha renunciado a la presidencia de Alfa-Bank y todas sus acciones se han bloqueado.

"Legalmente, no podemos tocar el negocio. Tienen miedo incluso de reunirse conmigo personalmente. Tenemos miedo de las autoridades", sostiene.

Aunque amasó su fortuna en la década de los 90, lo que más le enorgullece es haber sido ministro de Relaciones Económicas Exteriores a principios de esa década, después de que Yegor Gaidar, que se convirtió en el primer ministro en funciones de Boris Yeltsin, le pidiera ayuda para revisar la economía postsoviética.

Así es como se convirtió en uno de los principales oligarcas rusos de la era Yeltsin, ayudando a financiar su reelección en 1996.

Aven insiste en que siente lástima por la situación de los ucranianos desde el inicio de los combates. Rechaza las acusaciones que le vinculan al Kremlin de Putin, argumentando que para hacer negocios en Rusia es necesario estar en contacto con el presidente y que cuando llaman de su oficina, tiene que responder.

"Es muy extraño que te sancionen por reunirte con el presidente. Intentamos estar absolutamente al margen de la política. Cuando me reunía con Putin, representaba al Grupo Alfa, no a mi persona ", explica.

Se siente frustrado por no haber tenido la oportunidad de defenderse de las sanciones. "Si un tribunal decide que eres corrupto, es totalmente comprensible. Pero esto, no lo entiendo. Estamos dispuestos a demostrarlo todo", sentenció.

Aven ya ha acudido a los tribunales de Reino Unido con anterioridad. Fue uno de los cuatro multimillonarios rusos, incluido el propietario del Chelsea FC, Roman Abramovich, que demandó a la editorial HarperCollins por un libro sobre Putin escrito por la ex periodista de Financial Times Catherine Belton. Al final, la editorial de Belton llegó a un acuerdo con Aven y Fridman.

Según la investigación de 2019 que llevó a cabo el abogado Robert Mueller sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016, Aven aseguró que "cualquier crítica que Putin hiciera durante estas reuniones eran directivas implícitas, y que se enfrentaría a represalias si no las cumplía".

Aven sostiene ahora que lo único que quería decir era que las empresas debían tomarse en serio las palabras de Putin en Rusia. "Es el presidente del país. Así es la cultura rusa".

Sostiene que las actuales sanciones contra personajes rusos destacados no tendrán ningún efecto sobre Putin. "Es comprensible. Pero no es justo", sostiene, en referencia a la decisión de imponer sanciones a los rusos tras la invasión. "[Pero] no me quejo cuando la gente está muriendo".

Aven explicó que no posee ni yates ni jets privados y añadió que antes de la invasión estaba negociando la donación de su colección de arte a un importante museo de Reino Unido, pero que las negociaciones se estancaron porque quería mantener un cierto control sobre cómo se exponían.

Ahora ha dejado de ser patrono de la Royal Academy y miembro del Consejo Internacional de la Tate Gallery y del Círculo de Donantes de la Colección Europea.

Recuerda la persecución de su propia familia durante la Unión Soviética, a sus dos abuelos asesinados por Stalin y a sus dos abuelas encarceladas durante años en el Gulag. Una de ellas le dio más tarde un consejo que ahora recuerda: "Algún día vendrán a por ti. Así que más te vale estar preparado".

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