Era el "Trump de los Trópicos": un outsider con un mensaje radical antisistema que sacudió a la mayor democracia de América Latina y ganó una enorme base personal antes de encabezar una tumultuosa presidencia. Pero con Jair Bolsonaro, de 70 años, ahora condenado a 27 años de prisión por intentar un golpe de Estado, los conservadores de Brasil deben encontrar un sucesor que lidere a la derecha en las elecciones del próximo año. El exmandatario de ultraderecha tiene prohibido postularse, pero aún no ha admitido públicamente que no estará en la boleta. Su deseo de crear una dinastía política podría resultar en que un miembro de su familia aparezca como candidato en 2026. "Es muy difícil que deje este legado que construyó en manos de alguien que no sea un Bolsonaro", dijo un asesor cercano al clan. Cualquiera que aspire a heredar su lugar necesitará la bendición explícita de Bolsonaro, dado el nivel de lealtad de su base y su aún potente arrastre electoral. Mientras enfrenta problemas de salud y la amenaza de la cárcel, algunos aliados creen que el exlíder podría optar de manera pragmática por un candidato ajeno a la familia, como el gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, con amplio atractivo para derrotar al presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva. A continuación, algunas de las posibles figuras en la línea de sucesión. Si su padre no compite, Eduardo, de 41 años -un combativo congresista, surfista y entusiasta de las armas-, ha dicho que quiere ser su reemplazo tras pasar los últimos meses defendiendo la causa de Jair en Washington. Actualmente vive en EE.UU., donde logró que la administración de Donald Trump impusiera un arancel del 50% a la mayoría de los productos brasileños este verano. Ese logro se apoyó en los vínculos personales que Eduardo forjó con la familia del presidente estadounidense durante el mandato anterior. Pero dentro de Brasil el resultado ha sido divisivo. Los bolsonaristas más fieles aplaudieron su gestión, mientras que muchos empresarios criticaron en privado las consecuencias de sus acciones. Eduardo también enfrenta problemas legales en casa, ya que los fiscales evalúan si acusarlo de obstrucción de la justicia por su lobby en EE.UU. De perfil más bajo, Flavio, senador de 44 años, es visto como más aceptable por muchos políticos: menos beligerante que su hermano menor, pero aún un operador eficaz. Quienes lo conocen dicen que es reacio a asumir el lugar de su padre. Tras la sentencia del tribunal supremo la semana pasada, insistió en que Jair sería el candidato. Sin embargo, con Eduardo en un exilio autoimpuesto, podría ser la mejor opción de la familia. "Si [Bolsonaro] impulsa su candidatura, Flavio no le negará esa misión a su padre", afirmó el senador Ciro Nogueira, cercano aliado y exjefe de gabinete del expresidente. La esposa de Jair Bolsonaro, Michelle -casi tres décadas menor-, es una devota cristiana evangélica y oradora apasionada con fuerte conexión entre las votantes protestantes, un electorado en ascenso. Sin haber ocupado nunca un cargo electo, a sus 43 años ha construido su propio perfil político y lidera la rama femenina del Partido Liberal de Bolsonaro, alimentando especulaciones sobre una posible candidatura a la vicepresidencia o al Senado. Hábil en lengua de señas y activista por los derechos de las personas sordas, su imagen de madre y esposa tradicional suaviza la aspereza de su marido. Michelle ha reconocido tensiones con sus hijastros. Jair Bolsonaro dijo este año que no se habla con Carlos, concejal en Río de Janeiro que manejó las redes sociales de su padre y fue apodado "pitbull". El expresidente de centroderecha Michel Temer señaló: "Si hay un Bolsonaro como compañero de fórmula, digamos su esposa, su hijo... esto no perjudicará al candidato principal. Incluso podría ayudarlo electoralmente". Otros creen que el apellido podría alejar a los votantes moderados, dada la reputación divisiva del patriarca. El gobernador de São Paulo, de 50 años, es el candidato preferido de las élites empresariales y de muchos operadores políticos. Durante su mandato, Bolsonaro aceptó a regañadientes a la centroderecha tradicional de Brasil, conocida por su política transaccional. Respaldar a Tarcísio, considerado lo suficientemente moderado para obtener apoyo del establishment, podría ser otro movimiento pragmático. Ingeniero con formación militar, fue ministro tecnócrata en el gobierno de Bolsonaro, aunque carece del carisma popular de su mentor. Como novato político, ganó el gobierno del estado más poblado y rico del país en 2022 gracias al aval de Bolsonaro. "Tarcísio es el candidato más fuerte, definitivamente unificaría al centro y la derecha. Hoy lo considero imbatible", dijo el senador Nogueira. "Pero [Bolsonaro] será quien lo decida. Tarcísio es extremadamente leal y jamás sería candidato sin su apoyo". Días antes del veredicto en el juicio por el golpe, Tarcísio viajó a Brasilia para presionar al Congreso por una ley de amnistía que podría perdonar a su antiguo jefe. Sin embargo, aún no ha confirmado si se postulará a la presidencia y mantiene buenas posibilidades de reelección en São Paulo. Otros tres gobernadores de derecha también podrían competir, aunque ninguno tiene un perfil nacional sólido. Ronaldo Caiado, gobernador de Goiás, conecta con la base bolsonarista gracias a su línea dura en seguridad. Su estado está en la zona agrícola del centro-oeste y ha prometido amnistía para el expresidente. El movimiento populista de Bolsonaro se cimentó en la tríada de agronegocio, valores cristianos tradicionales y ley y orden: "buey, Biblia y balas". Ratinho Jr, de Paraná, hijo de un famoso presentador de televisión, es impulsado por uno de los principales caciques políticos del país, Gilberto Kassab. El empresario Romeu Zema, que también prometió un indulto a Bolsonaro, se ha enfocado en arreglar las finanzas públicas de Minas Gerais, aunque algunos tropiezos han afectado sus aspiraciones. Como en el movimiento Maga en EE.UU., que rechazó a muchos republicanos tradicionales, los aspirantes conservadores brasileños deben lidiar con radicales bolsonaristas hostiles a quienes perciben como usurpadores poco comprometidos con la causa. Carlos Bolsonaro recientemente calificó a gobernadores de derecha no identificados como "ratas" y "oportunistas". Y luego está el propio Bolsonaro. Christopher da Cunha Bueno Garman, director en la consultora Eurasia, dijo: "El capital político de Bolsonaro sigue siendo muy alto... será el gran elector que decida quién compite por la derecha". En una vigilia de oración cerca de la comunidad cerrada de Brasilia donde el expresidente cumple arresto domiciliario, tras el veredicto de la semana pasada, el jubilado Marcos Neri da Mata declaró: "El presidente [Bolsonaro] es nuestro candidato hasta que designe a otro. Él lo sabe mejor que nadie. Eduardo, Tarcísio o Michelle son buenas opciones".