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La DGT reveló cuáles son los peligros de conducir con estrés: cómo evitarlo y prevenir accidentes

El organismo enumeró cuáles son los peligros de estar detrás del volante cuando se está estresado. Cómo mitigar sus efectos en el cuerpo y la mente.

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La rutina diaria, problemas personales o incluso cualquier cosa que pueda suceder mientras se conduce puede resultar en una situación de estrés. Esta reacción fisiológica puede resultar en una mayor probabilidad de provocar un accidente.

Para educar a la población del peligro que puede resultar esto, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha publicado en su página web cuáles son los peligros de conducir bajo estrés.

Qué es el estrés

El estrés es una respuesta natural del cuerpo y la mente ante situaciones percibidas como amenazantes o desafiantes. Esta reacción involucra tanto procesos fisiológicos como psicológicos que preparan al organismo para enfrentar o huir de la amenaza, lo que se conoce comúnmente como la respuesta de "lucha o huida".

El estrés es una respuesta natural del cuerpo y la mente ante situaciones amenazantes o desafiantes
(Fuente: Freepik / Wayhomestudio)

En el corto plazo, esta reacción puede ser beneficiosa, ayudando a superar desafíos inmediatos. Sin embargo, cuando el estrés se vuelve crónico, puede tener efectos negativos significativos en la salud.

El estrés crónico mantiene al cuerpo en un estado constante de alerta, lo que puede llevar a problemas de salud como hipertensión, diabetes, obesidad, y enfermedades cardiovasculares.

Además, puede afectar el sistema inmunológico, aumentando la susceptibilidad a infecciones, y puede causar trastornos psicológicos como ansiedad y depresión.

Los síntomas del estrés varían entre individuos, pero comúnmente incluyen dolores de cabeza, fatiga, insomnio, irritabilidad, y problemas gastrointestinales. En casos extremos, el estrés puede afectar gravemente la calidad de vida, haciendo necesario buscar ayuda profesional para aprender a manejarlo.

Cómo afecta el estrés al manejo

El proceso del estrés se divide en tres etapas: la reacción de alarma, la fase de resistencia y la fase de agotamiento.

Cada una de estas etapas tiene un impacto particular en la forma en que se conduce, aunque en general se observan cambios en el comportamiento, tales como mayor agresividad, hostilidad, competitividad, impaciencia, impulsividad, menor cautela, conductas imprudentes y una disminución en el respeto a las normas de tránsito.

Reacción de alarma

En esta primera etapa, el cuerpo se ajusta para enfrentar la situación estresante, movilizando una gran cantidad de energía.

El organismo se prepara para optimizar la fuerza y velocidad de los músculos. Esto implica un aumento en los niveles de adrenalina y glucosa en la sangre, junto con un incremento en la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la tensión muscular y la respiración.

El cuerpo se enfoca intensamente en la fuente del estrés, ignorando otras distracciones del entorno. Como resultado, tu percepción, atención, memoria y capacidad de toma de decisiones se ven modificadas.

En teoría, estos ajustes deberían ayudar en la conducción, ya que el cuerpo está alerta y listo para reaccionar. Sin embargo, es importante recordar que esta respuesta al estrés no es ideal para manejar situaciones de tráfico.

Fase de resistencia

El cuerpo no puede permanecer en un estado de alerta indefinidamente. Si la situación de estrés persiste, llegará un punto en el que el organismo deberá equilibrar la demanda que impone el estrés con el funcionamiento normal de las demás funciones corporales y las actividades cotidianas.

Como resultado, las respuestas físicas y mentales al estrés continúan, aunque con menos intensidad que en la fase inicial. 

Este proceso lleva a un desgaste excesivo, y es en esta etapa donde comienzan a aparecer muchos de los problemas de salud asociados con el estrés, como dolores de cabeza y trastornos digestivos. Conducir en este estado también puede volverse arriesgado.

Fase de agotamiento

Si la fuente de estrés se mantiene durante un periodo prolongado, el cuerpo experimentará un agotamiento profundo. En esta fase, muchos de los problemas asociados comienzan a manifestarse, afectando gravemente la calidad de vida y dando lugar a problemas.

El proceso del estrés puede resultar en la falta de respeto a las normas de tránsito
(Fuente: Pexels / Jeshoots)

  • El sistema inmunológico se debilita, lo que incrementa el riesgo de contraer infecciones.
  • Las alteraciones en el sistema circulatorio elevan significativamente las probabilidades de desarrollar trastornos cardíacos, como infartos.
  • Es común que surjan problemas digestivos, como úlceras.
  • Los dolores, especialmente musculares y migrañas, se vuelven frecuentes.
  • Los trastornos del sueño, como la dificultad para conciliar el sueño, son habituales.
  • La fatiga se presenta rápidamente y con gran intensidad, afectando de manera significativa el rendimiento en cualquier tipo de actividad.
  • En el plano cognitivo, se experimentan alteraciones del estado de ánimo (como la tristeza), irritabilidad, agresividad, impulsividad, dificultades para concentrarse y olvidos frecuentes, entre otros.

En cuanto a la conducción, es importante destacar que, en esta fase de agotamiento, el rendimiento del organismo se deteriora notablemente, lo que puede convertir la conducción en una actividad muy peligrosa.

Cómo se pueden mitigar los efectos del estrés

Ante el estrés, lo más recomendable es evitar conducir siempre que sea posible y buscar la ayuda de un profesional especializado. Esto te permitirá minimizar tanto la duración como la intensidad del estrés, además de aprender técnicas efectivas para prevenir su reaparición en el futuro.

En estos casos, la DGT recomienda:

  • Despertarse con antelación para manejar cualquier imprevisto tanto en el tráfico como en casa, sin sentirse apurado.
  • Dormir las horas necesarias para asegurar el descanso.
  • No imponerse objetivos inalcanzables, priorizar las necesidades y realizar las tareas una a una, reservando tiempo para descansar y recordar que los recursos son limitados.
  • Participar en actividades relajantes, desde masajes y baños hasta escapadas de fin de semana o técnicas de relajación más avanzadas.
  • Mantenerse alejado del alcohol, tabaco, otras drogas, y tener precaución con los estimulantes como el café o el té.
  • Poner música que ayude a mantener la calma cuando se conduzca en situaciones estresantes.
  • Adoptar una dieta equilibrada y realizar ejercicio regularmente para preparar el organismo ante cualquier exigencia y liberar tensiones.
  • Salir con tiempo suficiente para afrontar imprevistos, descansar cuando sea necesario y no imponer horarios estrictos de llegada.
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