Moneda común con Brasil: la ventaja para la Argentina que puede cerrar grietas

El relanzamiento de la relación entre la Argentina y Brasil dejó la idea de una moneda común para operaciones comerciales para evitar la intermediación del dólar. El proyecto por ahora es de largo aliento, pero más allá del fin práctico, puede sentar las bases para la idea de un Mercosur (o Unasur) más armonizado, que no sólo esté dominado por las negociaciones comerciales, sino que tenga fuerza para negociar inversiones. Pero detrás de la idea de la moneda común, que funcione en paralelo con cada una de las monedas locales de la región, está la posibilidad de empezar a pensar en criterios básicos para la región: lejos de convertirse en una zona euro, podría establecer sin embargo una serie de parámetros sobre el resultado fiscal, los niveles de deuda y estándares de inflación y política monetaria que podrían equilibrar el juego en la región. El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) hoy obliga a la Argentina a alcanzar y respetar las metas fiscales pero -una vez superada la vigilancia del prestamista de última instancia- una moneda o un marco común de inversiones podría funcionar como un cauce para los países de la región para evitar los vaivenes políticos. En los papeles, el marco común podría contribuir a cerrar la grieta. Lo que no puede hacerse internamente, podría llegar con la ayuda del vecino, ese gigante regional que interesa tanto al Frente de Todos como a Juntos por el Cambio. Hoy la Argentina y Brasil tienen un sistema de pagos en moneda local para intermediar directamente entre el real y el peso las operaciones de comercio exterior. Pero el SML nunca dio los resultados esperados, porque las negociaciones comerciales buscan una referencia en el dólar. Los tiempos de las operaciones hacen que las empresas opten por evitar el riesgo del peso e incluso, aunque más sólido, el real. El plan de Brasil para el Sur contempla la creación de un Banco Central Sudamericano y su capitalización con reservas internacionales, un bien escaso en la Argentina que presagia que la medida está lejos. Pero en el corto plazo, empezar a pensar en un marco de condiciones macro generales para la región, que pueda extenderse incluso a las normas de inversión, puede darle más fuerza incluso al bloque en las negociaciones internacionales. La propuesta aborda, una vez más, la idea de un mecanismo de compensación para resolver asimetrías, un viejo anhelo de los gobiernos progresistas del bloque, que permita reducir las diferencias de tamaño entre Argentina y Brasil y otros socios del Mercosur. Hoy los distintos grados de industrialización siguen dictando el interés de los socios de menor tamaño relativo de avanzar en acuerdos bilaterales con Estados Unidos o las asociaciones estratégicas con China, que estancaron políticamente al Mercosur, esa unión aduanera imperfecta que se sigue enfrentando a discusiones fundacionales. Las medidas de protección comercial se propagan en el mundo y el FMI advierte sobre el riesgo de mayor fragmentación, lo que demanda una mayor unidad regional. Pero hay puntos internos a resolver. La multiplicidad de tipos de cambio no tiene una hoja de ruta clara porque unificar las cotizaciones dependerá del nivel de reservas. El tema está en la agenda del oficialismo, de la oposición y del FMI pero sin fecha porque sin el colchón previo, la brecha convalida niveles de devaluación que pueden generar un enorme daño en el tejido social de un país con pobreza que ronda el 40%, donde las canastas básicas y total crecieron por arriba del 100% y de la inflación y dónde la creación del empleo es cada vez más precaria.

Moneda común con Brasil: la ventaja para la Argentina que puede cerrar grietas

La propuesta de una moneda común entre Brasil y Argentina, con invitación al resto de la región, es una hoja de ruta. Las variables macro que se necesita afinar y por qué puede ayudar al "día después" de la tutela del FMI.

Patricia Valli

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