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El próximo domingo, en Santiago del Estero, se realizará el primer debate presidencial del año en la Argentina. Javier Milei, Patricia Bullrich, Sergio Massa, Juan Schiaretti y Myriam Bregman serán los protagonistas del encuentro que comenzará a las 21. El domingo siguiente, en la ciudad de Buenos Aires, se realizará el segundo. Y en caso de que se realice un balotaje, habrá un tercer debate el 12 de noviembre.
Hasta el momento, la tradición de debates presidenciales en la Argentina es escasa. El primer antecedente, fallido, es de 1989. El candidato radical Eduardo Angeloz no tuvo la posibilidad de intercambiar ideas con Carlos Menem, quien no asistió al encuentro en el programa de televisión Tiempo Nuevo, que era conducido por Bernardo Neustadt y Mariano Grondona.
Aquel debate truncado pasó a la historia por la "silla vacía". Aunque no era una silla, sino un atril. Mientras que Angeloz esgrimió algunas de sus propuestas, a su lado se encontraba el espacio destinado a Menem, quien brilló por su ausencia.
Pasó mucho tiempo hasta que se organizó otro debate, y allí también hubo una silla vacía. En 2015, cinco de los seis candidatos a la presidencia asistieron al encuentro organizado por la ONG Argentina Debate. Mauricio Macri, Sergio Massa, Nicolás del Caño, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá dieron el presente. En cambio, Daniel Scioli, al igual que Menem, eligió evitar el compromiso, tal vez confiado por los números favorables que mostraban las encuestas en aquel momento.
La ausencia del candidato oficialista no pasó desapercibida para sus contrincantes de ese entonces. "Lamento que Scioli no esté acá -lanzó Macri-. Se ve que en el Frente para la Victoria están con dificultades para ver quién gobierna, si Cristina (Kirchner), (Carlos) Zannini, Aníbal Fernández o quién. ¿Cómo van a hacer para gobernar con ese nivel de contradicción?".
Pero también Massa, actual candidato oficialista, apuntó contra uno de sus históricos adversarios internos dentro del ecosistema peronista. El ministro de Economía sostuvo, en ese entonces, que "Scioli nos faltó el respeto a todos. Su silencio es una burla a la sociedad. Pido que los segundos que me quedan sean de silencio". Además de sus palabras, aquellos segundos de silencio fueron recordados como golpe de efecto.

Además de estas frases, otro de los momentos destacados se produjo cuando Luis Novaresio, uno de los moderadores, se apartó del guion. A pesar de la estructura cerrada que se había convenido, el periodista rosarino tomó algunas prerrogativas que no estaban contempladas: consultó a los candidatos sobre las posibles despenalizaciones del aborto y las drogas. Además, pidió precisiones sobre los eventuales ministros de Seguridad y sobre los jueces de la Corte que debían nombrarse.
Pero después de la primera vuelta electoral, y ante un resultado mucho más ajustado de lo imaginado, Scioli aceptó debatir con Macri de cara a la segunda vuelta. Allí se dio un mano a mano con varios puntos que descollaron. Los dardos personales, a pesar de ser dos viejos conocidos, no faltaron.
"¿En qué te han transformado? Parecés un panelista de 6,7,8. El problema no es el dólar, es el gobierno kirchnerista que no ha parado de mentir", le tiró el entonces jefe de Gobierno porteño al gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pero Macri fue más allá, y le dijo a Scioli que "vos no sos el cambio. Elegiste estar con Zannini, con Aníbal Fernández, con Milagro Sala, con Axel Kicillof, con Máximo Kirchner".
Del otro lado, Scioli lanzó una frase que resultó tan concreta como efectiva a su rival: "No pudiste terminar con los ‘trapitos' y querés terminar con el narcotráfico".
Pero, más allá de lo que se dijo, tal vez el momento más recordado de aquel debate se produjo en el cierre. Ante un Scioli atónito, Macri se encontró con su pareja Juliana Awada y le dio un beso muy televisivo.
2019, después de la legislación
Las ediciones 2015 de los debates, organizadas por una ONG, dieron paso a que los legisladores tomaran la posta. En 2016 se sancionó la ley que rige actualmente, que tornó en obligatorios los debates para los candidatos presidenciales y organizados por la Cámara Nacional Electoral. Quienes opten por no asistir serán sancionados: no podrán acceder a los espacios oficiales cedidos para la propaganda.
De esta forma, 2019 fue la primera vez en la que se realizaron los dos debates oficiales. No se hizo el tercero, ya que la elección se definió en primera vuelta. Los participantes fueron seis: Alberto Fernández, Mauricio Macri, Roberto Lavagna, Nicolás del Caño, Juan José Gómez Centurión y José Luis Espert. Es decir, en 2019 no hubo un mano a mano, sino que en ambas oportunidades debatieron los seis candidatos, en este caso todos varones.
El primero de los dos se realizó en la Universidad Nacional del Litoral, en la capital santafesina. Los temas previstos para ese encuentro fueron política exterior, economía, género, derechos humanos, salud y educación. Allí, Alberto Fernández recordó lo sucedido en el anterior proceso. "Hace cuatro años hubo otro debate. En ese debate alguien mintió mucho y otro dijo la verdad. El que mintió es el presidente. El que dijo la verdad está sentado en primera fila (en referencia a Scioli). Yo vengo a decirles la verdad", lanzó Fernández.
Macri, por su parte, optó por la estrategia de apelar al antikirchnerismo. Sostuvo que "La expresidenta Kirchner condecoró con la Orden de San Martín al dictador Maduro. En esto no puede haber dobles discursos. O se está con la dictadura o con la democracia. Y la neutralidad es avalar la dictadura".
Otro momento recordado de aquel encuentro fue protagonizado por Del Caño. El actual candidato a vice del FIT atacó a los principales espacios al sostener que "Macri es un lamebotas de Trump. Y también Sergio Massa saludó esa intervención".
El segundo debate de 2019, realizado una semana después en la Facultad de Derecho de la UBA, tuvo cuatro ejes temáticos: empleo, producción e infraestructura; federalismo, calidad institucional y rol del Estado; desarrollo social, ambiente y vivienda; y seguridad. Allí, con los mismos protagonistas, el clima fue un poco más tenso que en la primera entrega.
El candidato del FIT volvió a tener un momento destacado. En este caso, al apuntar al candidato de vice de Macri de ese entonces, Miguel Pichetto. Del Caño sostuvo que "quiere igualar a Micky Vainilla", en referencia al personaje xenófobo inventado por Diego Capusotto.
Gómez Centurión, por su parte, consideró que "es un sarcasmo hablar de calidad institucional. De un lado, el paradigma de la corrupción, con una candidata que lideró una cleptocracia. De otro lado, un gobierno que protegió los fueros de la doctora Fernández durante dos años".
De hecho, ese fue uno de los flancos elegidos por Macri, quien participó de todos los debates presidenciales realizados hasta el momento. "Somos distintos a ellos -lanzó el fundador del Pro-, que abandonan a las víctimas del delito, alientan los barrasbravas, descuidaron la frontera. Cuando Alberto Fernández fue jefe de Gabinete llegamos a importar 20 mil kilos de efedrina, hoy importamos 20. Esos 20 mil kilos sirvieron para producir droga y ser productor de narcotráfico internacional. Así son ellos, no van cambiar".
Fernández recogió el guante sobre ese punto. Le respondió "¿usted se pregunta cómo en mis años de Jefe de Gabinete no vi la corrupción de la obra pública? ¿Usted en el clan Macri no vio la corrupción de la obra pública? ¿No vio lo que pasaba en su familia? Después, cuando su padre murió, nos contó que él era responsable de todo".
Por otro lado, quien sería electo presidente en primera vuelta criticó la gestión de Cambiemos. Le dijo a Macri que "Cuando terminé su mandato, la Argentina va a tener 40% de pobres. El presidente prometió pobreza cero, y mintió, es lo único que supo hacer, la pobreza la multiplicó, pero lo más grave es cómo multiplicó el hambre. Vamos a ocuparnos de que el hambre se termine", anticipó el entonces candidato del Frente de Todos.
¿Son importantes los debates?
De cara a los próximos encuentros entre los candidatos presidenciales que superaron las primarias surge la incógnita: qué tan útiles son. Y, en particular, si llegan o no a mover la aguja de los votantes. Para la politóloga Ana Iparraguirre, especialista en campañas y socia de la consultora GBAO, "los debates no suelen generar un cambio significativo en términos de intención de voto".
Sin embargo, no les resta importancia, ya que sostiene que sí "determinan la agenda de discusión. En los días y semanas posteriores puede que algún tema que haya surgido en el debate que no era parte de la campaña se convierta en la discusión dominante. Ese cambio de agenda puede tener un impacto mayor que los debates en sí mismos".
Sobre la posible aparición de chicanas entre los candidatos, Iparraguirre no parece muy espantada. Es que, según su visión, "por supuesto las propuestas son una parte importante del debate. Pero los votantes están evaluando el carácter de los candidatos. Entonces también miran si se bancan los ataques, si responden con autoridad, rapidez e inteligencia. El debate es quizás la única oportunidad de compararlos uno al lado del otro. No solo en términos de propuestas, sino también de personalidad".
De cara a lo que se viene, la especialista sostiene que "la estrategia de todos va a ser confrontar con Milei, que terminó primero y además domina la agenda mediática. Los demás apuestan a que esta personalidad exuberante y desenfrenada se evidencie en el debate dejándolo expuesto. Veremos si pasa o no o si esa violencia y enojo en realidad es lo que los votantes están esperando de él".
Por último, considera que este tipo de encuentros "sin dudas colabora a una mejor democracia. Hicimos un estudio después de 2019 y era marcado que los participantes decían que se sentían más informados respecto a las propuestas".
Su colega Patricio Gómez Talavera, docente de la UBA y especialista en comunicación política, coincide en que, además de la presentación de propuestas, en el debate hay una "exhibición de la personalidad política en confrontación y bajo improvisación. La combinación de esos factores no es la norma bajo la campaña y permite evaluar a los candidatos y su desempeño bajo presión. Votamos personas, decidimos emocionalmente, y la aproximación que brinda al debate puede ofrecer información relevante para el votante".
Sobre la utilidad que tienen, Gómez Talavera considera que "aporta un elemento más de criterio, con mayor impacto en el elector sobreinformado. Suministra información a determinada burbuja de votantes más que al cuerpo total de electores espectadores potenciales. Pero en contextos de alta competitividad puede implicar la diferencia con entrar o quedarte fuera de un ballotage".












