"Podemos caer en default. La reestructuración no fue exitosa", aseguró Héctor Torres, ex representante de la Argentina ante el FMI.

Desde Ginebra, Torres analizó el impacto en las negociaciones de la proclama publicada el 25 de Mayo por un grupo de ultrakirchneristas, liderados por el jurista Raúl Zaffaroni, la diputada Fernanda Vallejos; el secretario general adjunto del gremio de Camioneros, Pablo Moyano; el cotitular de la CGT, Héctor Daer; el secretario general de la CTA, Hugo Yasky; y el periodista Víctor Hugo Morales.

La carta abierta salió a marcarle la cancha al gobierno del presidente Alberto Fernández al pedirle que "suspenda los pagos al FMI mientras dure la emergencia sanitaria y utilice los recursos para atender los problemas sociales, económicos y el cuidado de la salud".

"Solamente puede impactar mal en este escenario de negociación. La proclama representa a un sector importante, sino mayoritario, de la coalición de gobierno. Y lo que está pidiendo es que la Argentina suspenda el pago de la deuda que se contrajo con los demás países. Ya sea a través del Club del País o a través del FMI, se trata de dinero de los contribuyentes de los demás países".

Categórico, afirmó: "Tal vez los firmantes pensaron en sus propios seguidores. Pero la verdad es que no hay ninguna frontera entre la tribuna interna y la política exterior cuando, desde el propio espacio político, un sector mayoritario está pidiendo desconocer la deuda", evaluó.

Con relación a la teoría de que el Gobierno estaría intentando sacar provecho de la negociación con ese doble discurso, Torres aseguró que "no se condice con la realidad, porque el policía malo es jefe del policía bueno. Eso funciona cuando son dos policías independientes y del mismo nivel. Pero todo el mundo sabe que los que firman esa proclama, y el grupo de senadores que pidió algo similar hace poco, representan -o están muy cerca- de la vicepresidenta Cristina Kirchner, que es la líder del espacio político que gobierna".

"Si para esmerilar a Martín Guzmán esmerilan al país, me reservo la opinión de esa gente".

Asimismo, Torres consideró que esta puja interna sobre el pago de la deuda podría generar "más dificultades en convencer a la otra parte de que uno puede contraer compromisos. Lo que se transmite al exterior es la impresión de que en la Argentina un gobierno puede desconocer los compromisos tomados por el anterior, aunque los dos hayan sido legítimamente elegidos, más allá de todas las reservas que se puedan tener -y comparto- respecto al programa anterior con el Fondo.

En ese sentido, no descartó la posibilidad de un default. "Es insólito que apenas unos meses después de una reestructuración que se presentó como exitosa -y evidentemente no lo fue- estemos con un riesgo país mayor. Por supuesto que podemos caer en default. Y en este caso no con acreedores privados que se pueden presentar como gente de una voracidad financiera. Estamos hablando del Club de París, que son países que administran dinero de sus contribuyentes o de los países; y del FMI, que administra cuotas y préstamos que le hacen los países. Lo que es importante tener en cuenta es que si uno cae en default con el Fondo, cae en default con todo el mundo. Es una situación muy complicada".

Sin embargo, Torres evaluó que el Fondo podría ser contemplativo en la negociación con la Argentina "porque efectivamente tiene una responsabilidad: a diferencia de todos los demás programas que hemos pedido, nosotros cumplimos con las mestas fiscales y monetarias pero el programa no dio ninguno de los resultados esperados en el papel".

Y recordó que "la única posibilidad de que ese programa firmado por el entonces ministro de Economía Nicolás Dujovne en 2018 funcionara era el supuesto de que Macri iba a ganar las elecciones, porque era claramente el favorito de los mercados. En ese supuesto, íbamos a poder devolverle la plata al Fondo y probablemente íbamos a tener un nuevo programa más largo para salir adelante. Era un supuesto político, que no corresponde. Y claro que no está escrito y nadie lo va a reconocer. Pero era la única forma en que tal vez podía funcionar, asumiendo que no había Covid-19. Y eso es una responsabilidad del directorio del Fondo. Y Christine Lagarde (directora general entre 2011 y 2019) es la principal responsable".