El desmantelamiento deUnión por la Patria empieza a evidenciarse como en cada proceso electoral que tuvo al peronismo derrotado o harto de conducciones viciadas de endogamia. La paradoja es que uno de los que pretenda "sacar al peronismo de las garras del kirchnerismo", como podría decirse, es el ex ministro de Economía Martín Guzmán, a quien no le faltan motivos para reprochar la actitud que tuvieron con él Cristina Fernández de Kirchner, Máximo Kirchner, y Axel Kicillof.

Hay un mundo peronista kirchnerista que "elije creer", como lo hicieron con el hoy funcionario nacional Daniel Scioli, otro de los permanentemente destratados. Por el bien del país se unió a las fuerzas del cielo.

La reconversión de los herederos de Juan Domingo Perón también llegó a los dirigentes que conforman el peronismo no kirchnerista y que mantuvieron lejanas relaciones con Sergio Massa y ya no quieren saber nada con seguir a la espera de una "nueva oportunidad" dentro del espacio que todavía es conocido como Unión por la Patria.

Varios intendentes, inclusive, rápidamente pidieron el contacto de uno de los suyos con quien no hablaban desde hacía mucho tiempo. De pronto, Miguel Ángel Pichetto empezó a recibir llamados de antiguos compañeros de ruta. Los halagos para el antiguo compañero de lucha y las autocríticas sobre el rol que ellos tuvieron en todo el proceso que desencadenó en la caída catastrófica del peronismo kirchnerista renovador son asombrosamente novedosos.

Esos encuentros se hicieron visibles hace una semana cuando el actual diputado nacional y ex candidato a vicepresidente de la Nación de Mauricio Macri participó de un programa de TV lanzándose elogios con Guillermo Moreno y Gildo Insfrán, dos caracterizados exponentes del peronismo tradicional aunque con alta resistencia en la opinión pública independiente.

Esta nueva realidad está siendo vista con asombro y desconfianza por sus compañeros de bloque en el Congreso. "No le importa nada a Miguel... Hace lo que se le canta ya", dicen sin ninguna crítica personal pero describiendo el momento por el que está atravesando el legislador que, a su vez, quiere que el gobierno encauce y apruebe los proyectos que tiene en carpeta en el Congreso.

Más en la superficie, sin guardar secretos ante la opinión pública, dos intendentes tienen la intención de hacer la huella del camino. Desde el Sur, Fernando Gray ha empezado a levantar su perfil y no duda en participar en cada debate público aunque los temas no le sean de directa incumbencia. Con presentaciones judiciales en contra del aumento de las tarifas y las prepagas quiere seguir participando de la discusión nacional tal cual lo viene haciendo contra cada una de las posturas asumidas por Máximo Kirchner desde hace media década, por lo menos.

Fue Julio Zamora, en Tigre, el anfitrión oficial de una charla informal con Guzmán que ambos se encargaron de difundir. El intendente todos los días se pregunta por qué motivo nunca lo consideran para la discusión partidaria o de cargos en el invertebrado gabinete provincial, lleno de personas a acercadas por las distintas facciones del peronismo kirchnerista bonaerense. A pesar de no haberse ido jamás del Frente de Todos y tras haber participado de Unión por la Patria en inferioridad de condiciones, empieza a entender a Gray que, desde hace mucho tiempo, ni trata de entender por qué no lo quieren. Bah, él lo sabe. Su emancipación del kirchnerismo cristinista viene desde hace mucho tiempo.

Lo simbólico de la foto entre Zamora y Guzmán es por demás elocuente. Los dos fueron enemigos, por distintas circunstancias, de Sergio Massa. El ex funcionario nacional, por el momento en el que el kirchnerismo lo sacó del Ministerio de Economía. Y el intendente siempre está discutiendo por el territorio que gobierna.

Esta tensión la está notando con total claridad Sergio Massa, quien percibe, además, como se viene describiendo en estas columnas desde hace tiempo, que su esfuerzo en la campaña del año pasado, que motivó la llegada de muchos intendentes en localidades que antes conducía Juntos por el Cambio, no está siendo reconocido como corresponde.

Públicamente todos en su entorno se encargan a bajar el tono por un distanciamiento concreto con Axel Kicillof. Sin embargo, hace quince días, un hombre de su estrecha confianza como Martín Marinucci, ex responsable de Ferrocarriles Argentinos, se vio envuelto en un raro manoseo para acceder a la jefatura de AUBASA, la empresa que se encarga del mantenimiento y la administración de las autopistas provinciales.

Daniel Scioli se sumó a "las fuerzas del cielo" de Javier Milei.
Daniel Scioli se sumó a "las fuerzas del cielo" de Javier Milei.

Con su designación en el bolsillo, se dio cuenta que nunca lo convocaban para asumir en reemplazo de Ricardo Lissalde. Finalmente, ese lugar quedó para un hombre de extrema confianza de Gabriel Katopodis, Guillermo Sauro. Mientras tanto, Malena Galmarini no asumió al frente del Grupo Bapro, aún manejado por el intendente de Merlo, Gustavo Menéndez.

La llegada de Javier Milei desconfiguró todos los espectros de la política preexistentes. Hasta parece que a la mayoría de los dirigentes del PRO, que nunca quisieron votar un DNU en el pasado, ahora levantaron la mano y defendieron públicamente al presidente durante toda la semana.

Quien la "empezó a ver" es el ex intendente de La Plata, Julio Garro, quien fue designado como subsecretario de Turismo y Deportes de la Nación al lado de Daniel Scioli. El derrotado jefe comunal platense, reemplazado por el peronista Julio Alak en su localidad, se suma personalmente a "las fuerzas del cielo" donde otros ya habían arribado de manera indirecta a través de personas de su extrema confianza como Joaquín De la Torre y Diego Valenzuela.

Este deslizamiento de los antiguos militantes PRO o cambiemistas hacia La Libertad Avanza fue discutida, el lunes, entre los intendentes que se juntan metódicamente cada quince días para compartir sus experiencias y marcar una agenda común ante la crisis electoral sufrida el año pasado.

Los jefes comunales perciben que su situación territorial puede complicarse si los libertarios presentan listas propias en distritos. Los aterra pensar que tienen que discutir proyectos en sus concejos deliberantes o competir con un proyecto que les arrebató el discurso del cambio.

Por eso, desde estos ámbitos, se está reclamando que no se descarte la fusión electoral para 2025 entre el PRO, LLA y los radicales que se quieran sumar. Esta postura es apoyada desde hace tiempo por Cristian Ritondo y Diego Santilli, pero ninguno quiere quedar sujeto a participar del "poroteo" con alguien que ya se fue, como consideran que lo hizo Patricia Bullrich, quien ni siquiera agarró la cartera y se levantó de la foto como lo hizo, en su momento, Elisa Carrió de su acuerdo con Pino Solanas y el socialismo.

La descomposición de Juntos por el Cambio, cuya mesa de decisiones se desintegró y ni siquiera se sacan más fotos para la ocasión, también pone en estado extravío interno al radicalismo. Una porción importante de sus dirigentes se debate qué hacer con la nueva realidad impuesta por Milei en su electorado, que, al igual de lo que pasó hace décadas, apoyó masivamente a Mauricio Macri.

Mientras que Facundo Manes y Martín Lousteau están abiertos a sondear otras alternativas, muy cercanos a generar una propuesta republicana como la que intentó encarnar Cambiemos, junto con algunos integrantes de aquel desaparecido espacio como Emilio Monzó y Nicolás Massot, entre otros. Sin embargo, la manera en la que empezaron las relaciones no fue la mejor.

Cuando estos sectores habían concertado el acompañamiento al proyecto de la oposición constructiva para generar un nuevo sistema de recomposición para los jubilados, súbitamente, los legisladores vinculados con Evolución faltaron masivamente a la votación del miércoles pasado. "El lunes lo arreglamos y el martes ya se bajaron", se reía uno de los protagonistas de todos los encuentros que, supone, que el abrupto cambio de actitud se debió a que aparecieron los fondos para las Universidades Nacionales que conduce Emiliano Yacobitti.