

Las provincias y los municipios, ante la imposibilidad de financiarse mediante emisión monetaria como hace la Nación, vienen aumentando la presión tributaria con suba de impuestos y creación de nuevos gravámenes. Uno de los más nuevos y que tiende a generalizarse en el conurbano bonaerense es la ecotasa por la comercialización de envases no retornables y afines que comenzaron a pagar entre 2013 y 2014 los supermercados.
Ecotasa hace referencia a los tributos (tasas o impuestos) ecológicos, que se cobran para compensar al medioambiente por una cierta actividad económica que provoca una externalidad negativa sobre el mismo. Externalidad negativa es un daño que genera una actividad económica a terceros que no participan en la misma, explicó Sofía Devalle, del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf).
Ya han creado este tipo de tasas a los envases no retornables los municipios bonaerenses de Tigre que hizo punta y lo cobra desde junio de 2013, Ituzaingó, Lomas de Zamora, Moreno, San Fernando, San Isidro, San Martín y San Miguel.
Todas las ordenanzas gravan cada unidad vendida de PET (botella plástica de tereftalato de politileno), multicapas, pañales, latas de aluminio, aerosoles y, en el caso de Lomas de Zamora, también las baterías.
Algunas ordenanzas, como las de San Isidro y San Martín, prevén la posibilidad de reducir el monto a pagar por parte de los supermercados si organizan puntos de acopio de esos materiales bajo la modalidad de puntos verdes. Y en los dos casos lo recaudado se destina a fondos específicos para acciones de concientización medio ambiental, entre otras.
Algunos supermercados estarían pagando bajo protesto para dejar abierta la puerta a la búsqueda de una salida judicial, aunque políticamente es difícil oponerse a una medida para el cuidado del medio ambiente.
Si bien la finalidad es loable, ya que tiende a desalentar la comercialización de productos no amigables con el medio ambiente, se deberá analizar si es realmente una tasa retributiva de un servicio o un impuesto que los municipios no pueden cobrar, y en caso de ser válida, si lo que se cobra es proporcional, explicó Carlos Fernández, de Crowe Horwath.
Además, indicó Fernández, esta nueva tasa a la actividad económica se suma a las tasas que ya cobran los municipios, como la de Seguridad e Higiene, que tiene la misma base que el impuesto provincial a los Ingresos Brutos; la de abasto, por el control de ciertos productos alimenticios; de publicidad y propaganda, y de derecho de oficina.
Los municipios necesitan recursos, pero deben ser sostenibles y constitucionales, enfatizó Fernández.
La tasa a los envases no es, además, la única ecotasa que cobran los gobiernos locales, explicó Devalle.
En la ciudad de Buenos Aires existen dos impuestos ambientales: Impuesto a la generación de residuos sólidos urbanos húmedos no reciclables e Impuesto a la generación de residuos áridos y afines.
En Tigre, además, hay una Tasa ambiental por generación de residuos áridos y afines, de $ 30 por volquete y de $ 15 por m2 de obra en obras mayores de 1.000 m2. Y también una Contribución Fondo fortalecimiento de gestión ambiental que es un 3% del total abonado al Municipio en concepto de Tasa por Verificación de Industrias, Comercios y Empresas prestadoras de obras y/o servicios.
En Río Tercero (Córdoba), se aprobó para 2014 la reglamentación de una tasa ambiental a pagar por las industrias que representen algún riesgo de contaminación. Prevé una fórmula para el cálculo del tributo que deriva en tres categorías: una pagará $ 4.000; la segunda $ 15.000 y la tercera $ 70.000 mensuales.
En Reconquista (Chaco), existe un fondo destinado al cumplimiento del programa Basura Cero que se conforma con el 5% de lo cobrado en otros tributos generales del municipio.
En Bahía Blanca (Buenos Aires), la ecotasa se fija a las empresas de tercera categoría y cerealeras ubicadas en área portuaria y polo petroquímico con el fin de brindar servicios de control, monitoreo y prevención.












