Opinión

Trascender al líder: el verdadero salto de escala para una empresa

Muchas empresas nacen y crecen con líderes que se convierten en el corazón de la institución. Se constituyen en símbolos y visionarios, los que impulsan; representan e inspiran a la compañía a ir más allá. Basta pensar en Techint para que se nos venga a la cabeza Paolo Rocca, o en Mercado Libre para pensar en Marcos Galperin. Los ejemplos abundan y, en las PyMEs, la figura del "CEO fundador", aunque menos reconocida públicamente, suele tener un nivel de influencia aún más profundo.

Pero hay algo que distingue a las compañías realmente exitosas: aunque la figura del líder es clave, su operación, cultura, equipos y procesos están diseñados para trascenderlo y funcionar sin él.

Hace apenas unas semanas, Marcos Galperin anunció que en 2026 dejará su rol como Director Ejecutivo en MELI. Y aunque es una noticia relevante, nadie temió por la continuidad del negocio. ¿Por qué? Porque Mercado Libre ya no depende de una sola persona. Ese es el verdadero salto de escala, construir una organización que funcione, se adapte y evolucione incluso cuando quien puso los cimientos ya no esté.

Cuando se valúa una empresa (por ejemplo, para invertir o comprarla), algunos puntos clave que se tienen en cuenta son su rentabilidad, escalabilidad, salud financiera y potencial de valorización a futuro. Pero ninguno de estos indicadores, que reflejan la salud del negocio, son suficientes si la empresa depende de una sola persona.

En el mundo de las fusiones y adquisiciones (M&A), este no es un detalle menor. Es una de las condiciones clave para que una empresa sea transferible y, por lo tanto, valiosa. Muchas PyMEs y empresas familiares tienen líderes extraordinarios, pero enfrentan su mayor desafío cuando llega el momento de pensar la empresa más allá de ellos.

De hecho, en la cocina de casi todas las operaciones en las que una compañía cambia de manos, uno de los requisitos fundamentales es que el líder garantice un traspaso ordenado, soltando paulatinamente las riendas. La premisa de "yo me quedo y colaboro" no genera confianza: es muy difícil pasar de ser el dueño a trabajar para otro. Y eso tiene un costo.

Cuando la empresa gira en torno a su fundador, los compradores suelen desconfiar. A veces, incluso, retienen parte del pago hasta ver cómo avanza la transición. El "pago para ver", tan común en el póker, rara vez se aplica en M&A. Si no hay previsibilidad en el negocio ni procesos claros, si todo lo que hace a la gestión y la planificación estratégica está concentrado en una sola persona, la operación difícilmente avanza.

Tampoco sirve la figura de un líder omnipresente para las empresas que se mantienen en el seno de la familia. En promedio, según marcan los informes, un 70% de las empresas familiares no llegan a la segunda generación.

El mejor liderazgo no gira en torno al ego, sino al legado. El verdadero salto de escala se hace efectivo cuando el negocio crece, pero se hace posible cuando la empresa se vuelve sostenible, transferible y perdurable en el tiempo, más allá de su creador. 

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