Política cambiaria

¿Qué va a pasar con el dólar después de noviembre?

Al igual que hace un año atrás, la decisión del camino a seguir estará signada por el factor político. El 2022 no es un año electoral, pero tendrá en el centro del debate las negociaciones con el FMI y las definiciones de un nuevo programa que podrían implicar cambios en la política cambiaria.

Hace casi un año atrás, cuando la brecha cambiaria superaba el 120% y el Banco Central ya había emitido más de 1,6 billones de pesos para financiar el déficit fiscal del Tesoro, la devaluación parecía ser el único camino para reordenar el mercado cambiario. A juzgar por episodios pasados, las fuertes compresiones de la brecha cambiaria suelen estar asociadas a una suba del tipo de cambio oficial más que a bajas de las cotizaciones paralelas. Sin embargo, desde entonces, el tipo de cambio oficial avanzó a un ritmo mensual promedio de 2,15% mientras que la inflación promedió 3,6% y la brecha comprimió 45 puntos porcentuales.

La política económica supo aprovechar sus márgenes de maniobra y el viento de cola externo para evitar un salto cambiario hacia el cuarto trimestre de 2020. En primer lugar, el BCRA ajustó con fuerza los controles cambiarios tanto para empresas, que se vieron obligadas a refinanciar sus deudas, como para individuos, que podían seguir accediendo al cupo de u$s 200 mensuales solo si cumplían requisitos más exigentes. De esta manera, el Central pasó de vender 1.500 millones mensuales en el mercado de cambios durante septiembre y octubre, a cerrar diciembre con saldo comprador.

En segundo lugar, y tras la reestructuración de deuda soberana en moneda extranjera, el Central empezó a vender bonos del canje (en particular AL30) contra pesos, y luego a recomprarlos contra reservas, para intervenir en las cotizaciones financieras y bajar la brecha. Sacrificó 250 millones de dólares en los últimos tres meses de 2020 y más de 1.500 en lo que va de este año. Para poder llevar adelante esta operatoria, el Central tuvo una gran cuota de "suerte externa": el precio de la soja llegó a superar los u$s 600 la tonelada y las liquidaciones de divisas del agro registraron máximos históricos.

Los DEGs del FMI: el "maná del cielo" que es muy poco probable que vuelva a caer.

El factor político también jugó un rol fundamental en la trayectoria de los mercados de cambio. Una devaluación del tipo de cambio oficial hubiera significado un sacudón a la inflación en los meses siguientes, golpeando principalmente a los sectores más vulnerables que venían de varios meses sufriendo las consecuencias de la larga cuarentena. Si bien es cierto que de todas formas la inflación promedió el 4% en los primeros meses del año, el contra fáctico hubiera implicado un deterioro aun mayor de los ingresos de las familias, a comienzos de un año electoral.

En varios aspectos, la situación actual es similar a la de octubre 2020. La brecha cambiaria coquetea con el 100%, el tipo de cambio oficial se viene apreciando un 8% en lo que va del año (y la apreciación podría ser mayor de no ser por la elevada inflación global), y las expectativas de devaluación volvieron a dispararse, con riesgo a interferir en las decisiones de exportadores. Pero a diferencia de hace un año atrás, no hay mucho margen para seguir ajustando los controles cambiarios más que cerrar el grifo a importadores (más faltantes de pelotitas de tenis y cápsulas de café), y es muy poco probable que vuelva a caer otro "maná del cielo" (precio de commodities y DEGs del FMI) que permita recomponer el stock de reservas internacionales como ocurrió este año. El precio de la soja cotiza en torno a u$s 470 la tonelada (si bien es un valor alto respecto a cotizaciones históricas, dista mucho del promedio del primer semestre) y "la niña" amenaza con afectar la cosecha.

"La mayoría de los economistas coincidimos en que el escenario más probable es el de una modificación de la política cambiaria después de las elecciones de noviembre".

La intervención del Central en los mercados cambiarios (oficial y financiero) totalizó u$s 1300 millones en el último mes, y las reservas netas se ubican en torno a u$s 5500 millones. Esto significa que la entidad monetaria no tiene demasiado margen para continuar interviniendo al ritmo actual, a menos que comience a quemar su stock de bonos que suma otros u$s 4100 millones entre AL30 y GD30. Las trabas para operar en el mercado del contado con liquidación han moderado solo marginalmente las ventas de bonos del BCRA y las mayores restricciones vienen teniendo solo un efecto temporal sobre los volúmenes operados.

La mayoría de los economistas coincidimos en que el escenario más probable es el de una modificación de la política cambiaria después de las elecciones de noviembre. La pregunta que nos hacemos es si este cambio se dará a través de una aceleración del crawling-peg, si habrá un salto "de una vez", o si la elección de la primera alternativa terminará derivando en la segunda ("a la Fábrega"). 

Al igual que hace un año atrás, la decisión del camino a seguir estará signada por el factor político. El 2022 no es un año electoral, pero tendrá en el centro del debate las negociaciones con el FMI y las definiciones de un nuevo programa que podrían implicar cambios en la política cambiaria.

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Comentarios

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  • BNS

    Barba Néstor Sergio

    29/09/21

    Si cada argentino produciría lo que consume y los gobiernos no gastaran mas de lo que le ingresa, todo estaría solucionado. Pero hace mas de 70 años que esto no ocurre y no hay esperanza de que haya un cambio. Está visto que no sabemos gobernarnos.

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  • LGV

    lucy garrido valderrama

    29/09/21

    Creo que a los Kchorros,no les interesa el pueblo....solo robar.

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