Recursos Humanos

La revolución de la empresa es de conciencia

Robotización, biotecnología, inteligencia artificial, meta verso y grandes avances tecnológicos tienen a las compañías deslumbradas. Sin embargo, puede que el próximo viaje que revolucione a las empresas no sea a Marte, sino mucho más cerca, un viaje hacia su interior profundo. Hay una gran oportunidad ¿Cómo aprovecharla?

La posmodernidad se conjuga con un sistema económico y tecnológico informático desde el cual podemos observar, a lo lejos y sin añorar, los anteriores sistemas industrial, agrario, hortícola y recolector. Sin embargo, como es natural, cada etapa evolutiva produce importantes mejoras, pero al mismo tiempo plantea nuevos desafíos que, en parte, serán la causa de una nueva etapa posterior.

Hoy puede advertirse un desfasaje o falta de sincronía, entre el vertiginoso avance de la tecnológica de la que disponen las compañías y su lenta y superficial evolución cultural. La tecnología forma parte de la base tecno-económica de las empresas y como tal es, en sí misma, neutra con respecto a la ética con que se la utiliza. Nuestra era informática implica la existencia de un fundamento tecnológico que, si bien puede ayudar a generar una conciencia global, en modo alguno la garantiza.

Por ello, la gran oportunidad que tienen las empresas en nuestro tiempo no está en el sustrato tecnológico, sino que es cultural, y tenderá a aumentar a medida que las nuevas generaciones tengan más participación en el mundo de los negocios. La cultura es difícil de copiar, imposible de comprar y actúa como una especie de centro de gravedad en torno al cual gravitan la ética, los procesos y las conductas propias de cada empresa, proporcionándole cohesión e integración. De este modo, la cultura puede convertirse en una especie de trazador del desarrollo que atraiga al individuo hasta el nivel de desarrollo de la conciencia esperable y repela a quien se mantenga fuera de su influencia.

Para encarar este desafío hay muchas aproximaciones válidas, pero al mismo tiempo parciales y, por ende, incompletas. Para hacerlo con éxito sostenible es conveniente contar con una estrategia integral. Previamente debe aclararse que las compañías son una legítima manifestación de la propiedad privada por lo que, lógicamente, no poseen un sistema de gobierno democrático, sino que este derecho reposa en cabeza de sus dueños o el management designado por estos. Solo ellos pueden poner en marcha una visión holística que considere al INDIVIDUO y la EMPRESA, en sus aspectos INTERIOR y EXTERIOR.

Si bien cada uno de estos cuadrantes es amplio y amerita su propio desarrollo, podemos decir que en la faceta interna del individuo deben utilizarse herramientas como la inteligencia emocional, la motivación personal, la responsabilidad incondicional, la integridad esencial, la humildad ontológica y la disciplina. En la faz externa del individuo, la intersubjetiva, debe trabajarse en la comunicación no violenta, la negociación constructiva, la coordinación impecable y el liderazgo consciente. En la faceta interna de la empresa se consideran los productos y servicios con los que se asiste al mercado con vocación de servicio, la misión, los valores compartidos, la automatización y la visión de largo plazo. Finalmente, en la faz externa de la empresa debe trabajarse el propósito, la ética y la ecología que le otorguen consistencia global con relevancia local.

Las empresas que entiendan, valoren y aprovechen el desarrollo de su cultura podrán dominar el mundo de los negocios. Por su parte, las que mantengan viejos paradigmas egocéntricos o etnocéntricos, perecerán mientras la humanidad sigue recorriendo su camino de evolución hacia una conciencia cada vez más profunda y global.

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