Opinión

¿La previa a un punto de quiebre?

El 2022 tuvo un fuerte cambio en la dirección de la política monetaria de los Estados Unidos y del mundo. Con una inflación menos transitoria de lo que la Reserva Federal pensaba, dispuso una suba de tasas nominales apresuradas. La Fed Fund Rate (la tasa overnight de referencia para el mercado internacional) saltó de 0% a 4,25% en un año, con 4 FOMC meetings donde se definió una suba de 75 basis en cada una de ellas. 

La Fed corrientemente modifica su tasa de referencia en +/- 25 bps. Muchos indicadores nos inducen a creer que estamos próximos a ver la primera pausa en el ciclo de subas de tasas. 

Aunque son múltiples las variables que inciden en la política monetaria de la Reserva Federal, el marco de decisión puede englobarse en las que están vinculadas con la actividad económica y el mercado laboral, y las mancomunadas a la inflación. 

En el corto plazo, existe un trade-off entre ambas. Es decir, incitar la actividad económica manteniendo tasas bajas puede propiciar un recalentamiento de la dinámica de precios, y viceversa. 

La inflación estadounidense ratifica una marcada desaceleración. Tras un máximo interanual del 9% en junio del año pasado, el IPC registró seis meses contiguos a la baja y finalizó el 2022 en 6,4%. La núcleo promedió un 6,1% anual en el 2022 y cerró en 5,7% interanual.

El target que la Fed rectificó en todas sus proyecciones macroeconómicas del 2022 fue el objetivo de inflación de largo plazo del 2%. Parecería que los precios todavía tienen un gran recorrido. A pesar de esto, esta lectura posiblemente sea desacertada y resulta útil analizar la inflación trimestral en términos anualizados. Es decir, pensar cuál sería la inflación anual si durante los próximos nueve meses se repitiera la inflación del último trimestre. Al hacerlo advertimos que la dinámica de precios se encuentra mucho más cerca. La evolución del IPC en el último trimestre anualizada se ubica en 1,8%. Por su parte, la núcleo todavía tiene camino por recorrer (3,1%).

En el corto plazo, existe un trade-off entre ambas. Es decir, incitar la actividad económica manteniendo tasas bajas puede propiciar un recalentamiento de la dinámica de precios, y viceversa 

El factor "núcleo" que mayor incidencia tuvo en los últimos registros fueron los servicios, componente que no está particularmente expuesto a shocks internacionales ni a estacionalidades. Dado esto, los bancos centrales suelen poner el ojo en la dinámica de estos precios, pudiendo ser entendidos como un reflejo más probo de la velocidad crucero de los precios. 

Más relevante es el análisis del índice de Personal Consumption Expenditures, no solo por cuestiones técnicas (al ser un índice de Fisher permite captar cambios en los hábitos de consumo a diferencia del IPC) sino también porque tiene un espectro de análisis más amplio. Este indicador también muestra una clara desaceleración. Terminó el 2022 en 5% interanual (4,4% el "núcleo"). Pero, la inflación del último trimestre anualizada se sitúa en 2,1% (2,9% la núcleo).

En resumen, la economía estadounidense operó con niveles de inflación más próximos a los deseables por la Fed y se vio reflejado en la última decisión de política monetaria. También se observa en las subas de tasas que pricea el mercado. El mercado espera que dejen de subir las tasas a mediados de marzo (incluso descuenta una marginal baja hacia fines de año). 

Este escenario es muy importante para la economía global y los emergentes. Una Fed más dovish puede involucrar un año monetariamente menos restrictivo e impulsar la demanda por activos emergentes. A su vez, el impacto de la inflación "importada" podría ser menor. Aunque en Estados Unidos diversos indicadores muestran que podría recesionar en el corto plazo, todavía no hay señales de un hard landing. Al unísono, no se ven claros indicios de un enfriamiento en el mercado laboral.

El plano inflacionario que fue la principal preocupación el año pasado parecería volver a niveles más aceptables. No obstante, el foco de riesgo se traslada a la actividad (en lo que respecta a la eurozona y al crecimiento esperado de Brasil). Mientras que el ciclo de suba de tasas posiblemente se detenga en el corto plazo, todo apuntará a los próximos datos de actividad económica en Estados Unidos para definir la senda de la política monetaria de la Fed, y sus consecuencias sobre las economías emergentes.

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