Opinión

La falta de cultura fiscal es causa de la tragedia económica argentina

Algo tan simple como que los tickets de consumo no muestren los impuestos tiene mucho que ver con la tragedia fiscal argentina. ¿La salida? Un régimen de máxima transparencia fiscal al consumidor.

Datos de la tragedia fiscal: 1) Gasto público casi duplicado desde 2002, promediando 44% en 2018-2022. 2) Ese gasto se financia con los impuestos más altos (Banco Mundial y UIA, con tres métodos distintos), la tercera inflación más elevada y la deuda con el décimo riesgo país más alto. Junto con Venezuela, únicos dos países del mundo top 10 en los 3 rankings. 3) Los tributos comprendidos en los bienes y servicios que consumimos en nuestra vida diaria rondan entre el 40% y 60% del precio final, según distintas entidades. Si el promedio es 50%, los impuestos rondan el 100% del costo y rentabilidad del producto. 4) La evasión causada por los tributos más altos ronda 45%, casi un pago informal por pago formal. 5) Resultados: 39,2% de pobreza y caída del 11% del PBI per cápita en la última década. Cabe reflexionar en qué se ha convertido nuestro sistema fiscal que, por todo lo anterior, 46 millones de argentinos, incluidos en especial los 18 millones bajo la línea de pobreza, terminan comprando un producto para sí mismos y otro para el Estado.

Una de las principales causas de la tragedia fiscal es la falta de cultura fiscal de nuestra sociedad, transversal desde el sector político a, principalmente, la ciudadanía. La causa de esa falta de cultura fiscal es un régimen que oculta sistemáticamente los impuestos a los ciudadanos, directa o indirectamente.

La directa está en el artículo 39 de la Ley de IVA. A diferencia de las empresas, al ciudadano se le debe ocultar el IVA. No sólo eso, se sanciona al que lo muestre. La RG 4333 de AFIP plasmaba patentemente la intención del régimen con una sanción específica. En la norma actual, menos brutal, sigue existiendo. El régimen es perverso: una prohibición legal más una sanción por informar la verdad al ciudadano.

La indirecta consiste en esconder impuestos detrás del vendedor para trasladarlos al ciudadano. La nación con IVA, débitos y créditos y, en su caso, internos. Las provincias con ingresos brutos. Las municipalidades con sus tasas. Inédito en el mundo, 5 impuestos sobre el mismo importe del ticket. El impuesto PAIS y a la importación también inciden. Nada lo puede ver el ciudadano bajo la total oscuridad del régimen.

Conclusión: el ocultamiento sistemático de los impuestos desconectó a la ciudadanía respecto de la cuestión fiscal. Se cortó el hilo a un globo de helio. La falta de conciencia fiscal conlleva a la falta de exigencia al sector político de conducta en el gasto y en los impuestos, generándose la tragedia fiscal.

Para salir de ella proponemos el mayor sistema de transparencia fiscal, inspirado en la ley 12.741 de 2012 de Brasil que dispone que los tickets incluyan "información del valor aproximado de la totalidad de los impuestos federales, provinciales y municipales, cuya incidencia influya en la formación de los respectivos precios de venta". Es indistinto si aplican al vendedor o comprador, sólo importa que incidan en el precio.

En Brasil se consideran ocho tributos, cuyos equivalentes en Argentina serían los siete mencionados. Se los expone por subtotales nacional, provincial y municipal y el total de tributos. El ciudadano ve los impuestos que paga y a quiénes se los paga y exigirle. Si no son expuestos, se aplica una sanción. Proponemos que, a opción del vendedor, también se informe la carga fiscal total comprendida en el precio final (el 40% a 60% ya mencionado), lo que incluiría, además, seguridad social e impuesto a las ganancias del vendedor, ambos sancionados en la ley pero vetados por Dilma Roussef por "difícil implementación".

Desde Lógica lanzamos la petición change.org/ivaescondido, siendo apoyada por acciones en medios de comunicación masiva. Los argentinos tenemos derecho a saber los tributos que pagamos y el Estado tiene el deber de informarlo. Esto es independiente de nuestro pensamiento político. Se basa en el artículo 42 de la Constitución y en la ley 24.240 de Protección al Consumidor.

Beneficios: 46 millones de argentinos sabrán, en un corto plazo, los impuestos que pagan en su vida cotidiana. Como sucedió en Brasil, la conciencia fiscal generará involucramiento de la sociedad civil y a su vez exigencia a la clase política en forma triple: 1) impuestos lógicos, 2) servicios acordes del Estado, y 3) gastos públicos lógicos. La ciudadanía es consciente de los impuestos que paga y se preocupa por cómo se los utilizan. El punto de vista de la discusión fiscal vira 180% en la sociedad. Ya no se mira la cuestión tributaria sólo desde el sector empresario sino principalmente desde cómo incide en el ciudadano.

La ley brasileña fue el resultado de toda una sociedad encolumnada detrás. Una ONG apartidaria liderando el proceso, un tsunami de firmas ciudadanas y más de una centena de entidades empresarias y del tercer sector apoyando el proyecto de ley. Un cambio de conciencia exitoso realizado a nivel masivo y logrado por la sociedad civil brasileña. Tan exitoso como los cambios de conciencia que también tuvimos en Argentina, por ejemplo, el proceso de consolidación de la democracia y el de igualdad de género.

El momento para sancionar esta ley de transparencia fiscal no puede ser más propicio, apalancándose en la profundidad de la tragedia económica y en que la ciudadanía ha empezado a percibir que el modelo fiscal de las últimas décadas se ha agotado, sufriéndolo en su vida diaria. Es necesario que ello se plasme en su propia cultura fiscal, en forma atemporal y apartidaria, para que la cuestión fiscal no quede encerrada más en el laberinto político, siendo a partir de ahora una política ciudadana.

Naturalmente, la ley de transparencia fiscal al consumidor no es la solución a todos los problemas fiscales, pero sí es la salida que permitirá y exigirá que se implementen las soluciones fiscales en forma duradera.

Las necesarias reformas fiscales sólo llegarán el día que entendamos que, cualquiera sea nuestro pensamiento político, ser el país más gravoso del mundo es una desgracia colectiva y personal. Sólo con conciencia fiscal, a todo nivel y sector, podremos tener gastos lógicos, impuestos lógicos y un país lógico. 

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