La estrategia que mostró ayer el Gobierno en la cumbre que Mauricio Macri mantuvo con todos los mandatarios provinciales -la única ausente fue Alicia Kirchner- dejó en evidencia que esta vez los técnicos trabajaron al servicio de los políticos.

La Casa Rosada sorprendió con algunos de los reclamos que puso sobre la mesa, pero a la vez fue evidente que otras respuestas estaban escritas de antemano: buena parte de la suba de impuestos internos que presentó Nicolás Dujovne como parte de la reforma tributaria, fue sacrificada en el altar de la negociación que se viene y le permitió al Ejecutivo descomprimir el clima de la reunión realizada en la Casa Rosada.

Hubo tironeos previos con gobernadores propios (el mendocino Cornejo) y ajenos (el sanjuanino Uñac, representante del peronismo racional, y la fueguina Bertone), pero ninguno de los cambios cuestionados tenía un impacto fiscal relevante. En función de que los demás objetivos del acuerdo ofrecido ayer eran mucho más significativos, el Gobierno sabía que iba a tener que ceder todo lo que fuese necesario para conseguir un primer saldo a favor. Y lo logró. Por eso la letra chica no trascendió y solo se mostrará la definitiva, la semana que viene.

Buenos Aires hizo saber que está dispuesta a levantar el juicio por el Fondo del Conurbano, un pleito que las provincias daban por perdido y que representaba un enorme agujero en sus presupuestos futuros. Pero en la misma línea, la Nación le pidió a sus interlocutores que resignen sus reclamos ante la Corte Suprema (totalizan $ 340.000 millones) para que no haya ninguna posibilidad de que la Justicia altere otra vez el reparto de los fondos coparticipables, como sucedió con la restitución del 15% de Ganancias que iba a la ANSeS.

El Gobierno les ofrece a los distritos apoyo para avanzar en políticas de revalúo catastral, con la idea de que el impuesto inmobiliario sustituya lo que deberán bajar de Ingresos Brutos.

Le quedará hacia adelante resolver el financiamiento previsional. El impuesto al cheque será una muleta importante, pero por cinco años, el plazo previsto para su desaparición. El apoyo al cambio de fórmula de ajuste previsional también crea un alivio, pero no altera el fondo de la cuestión. El acuerdo que espera celebrar el Gobierno en breve resuelve contingencias y apunta a una menor presión impositiva para las provincias. Acordar la ecuación fiscal definitiva demandará nuevos pactos, tal vez después de 2019.