A más de un mes de aquel fatídico 21 de enero cuando el futbolista argentino Emiliano Sala (28 años) emprendió el viaje en avión desde Nantes a Cardiff para incorporarse a su nuevo club, un conflicto económico entre clubes europeos inunda los portales de noticias. A partir del hallazgo de su cuerpo sujeto dentro del avión, a 67 metros de profundidad en las aguas del Canal de la Mancha, le siguieron conmovedores homenajes en memoria del delantero y luego, una serie de cruces legales que hoy evalúa la FIFA.

El club galés Cardiff City había adquirido la ficha de Sala al Nantes francés bajo el compromiso de abonarle 17 millones de euros, el valor de transferencia más alto de su historia. En 27 de febrero venció el plazo ampliado para cancelar la primera cuota de 5,75 millones de euros. Los dirigentes galeses se negaron al pago a la espera del informe de la AAIB, el organismo británico encargado de investigar el accidente. Se determinó que el ritmo del descenso -que se mide en pies por minuto según el tipo de avión- es de 500 pies y el descenso al caer era de 7000 pies por minuto.

Así el descenso fue totalmente fuera de control, unas 14 veces más de lo aconsejable. Se trata de un caso de "desorientación espacial" (graveyard spiral), que según los especialistas produce un efecto en caída como una "zambullida", cuando un piloto que no está entrenado para leer instrumentos vuela bajo condiciones meteorológicas adversas que lo obligan a utilizarlos. Si el avión dobla hacia la izquierda, el piloto por más de 20 segundos "vive la sensación" de que la máquina esta doblando a la derecha. Esto último habría provocado la caída libre del avión hallado en tres piezas en las profundidades del mar.

En tanto, el Nantes aduce que el Certificado Transferencia Internacional (CTI) fue recibido el lunes 21 de enero, antes del accidente, considerando ese día como el fin de la relación contractual con Sala para desligarse de cualquier responsabilidad. Un personaje central de esta dolorosa trama es Willie McKay, empresario escocés que vive en Mónaco, quien acercó a Sala al Cardiff a cambio de una millonaria comisión, está siendo investigado por la policía británica por supuestas amenazas a los directivos del club Cardiff porque les habría dicho "los voy a matar a todos" según The Telegraph.

También fue el encargado de contratar al avión privado cuyo piloto no poseía licencia comercial sino una de aficionado y quien denunció a las autoridades del Cardiff de "abandonar al jugador en un hotel más o menos para que él mismo se hiciera cargo del viaje". En una última revelación, el intermediario confesó que mintió sobre otras supuestas ofertas por Sala (West Ham, Everton) para elevar su valor de cotización.

Desde el Cardiff aseguran que le habían ofrecido un vuelo comercial al futbolista pero que éste se rehusó porque había arreglado ir en un vuelo privado a instancias de uno de los hijos de McKay que juega en el Cardiff. En uno de sus últimos audios, Sala imploró para que el avión no se cayera en picada, exclamando ¡"Papá tengo mucho miedo"! Estos desgarradores hechos ya son parte del pasado irreversible.

Para Gianni Infantino, presidente de la FIFA "es un litigio sobre un contrato con el trasfondo del aspecto humano. Una situación que no es ya triste, sino trágica. Lo único que se puede hacer es abrazar a su familia y luego esperar que la FIFA y los clubes puedan alcanzar un acuerdo". Vale remarcar que el objeto de contrato de transferencia entre Nantes y Cardiff no llegó a concretarse. Más allá de la expedición del CTI, que debió ser validado antes por la Federación inglesa (FA) para hacerse operativo, pese a que Sala firmó su contrato nunca se incorporó al club galés. Esto abre una gran incógnita sobre si es dable exigirle el pago total del precio pactado, dado que una de las obligaciones esenciales (incorporación efectiva del jugador al club comprador de su ficha) es de imposible cumplimiento.

Más allá del derecho de los familiares a obtener un resarcimiento por el seguro de vida del jugador, debemos apuntar que existe al menos una culpa compartida entre ambos clubes por no prever el traslado aéreo en condiciones fiables desde Francia a Inglaterra. Es incomprensible que el futbolista haya quedado librado a su suerte en manos de un intermediario que sólo perseguía su comisión por el traspaso. Esta absurda muerte debe alertar a la FIFA para extremar los recaudos en el sistema de transferencias "on line" conocido como ITMS. Como requisito debería informarse cuál de las partes intervinientes será la responsable del traslado del jugador. No puede hablarse sólo de una "tragedia" (hecho digno de llanto) cuando se producen fallas humanas tan graves en un fútbol súper profesionalizado.