Este 2022 se ha convertido en un año en donde cualquier evento estrepitoso puede ocurrir por más impensado y delirante que sea. En este contexto, sólo días atrás el mercado fue directamente a romper a la deuda soberana británica y a partir de dicho evento el Banco Central de Inglaterra articuló una especie de QE de emergencia, siendo esta decisión la primera dovish (laxa monetariamente) en un 2022 caracterizado plenamente por subas de tasas en todos lados.

La "ruptura" de la deuda británica le permitió a Wall Street "arrancarle" al Banco Central de Inglaterra el "primer Put Gratis" (seguro a la baja) de esta crisis definida como "romperlo todo para desinflacionar lo antes posible sin importar las consecuencias".

A esta decisión se le suma otra adoptada por el Banco Central de Australia durante la semana anterior anunciando una suba de tasa de referencia de +25 basis cuando el mercado esperaba +50 basis, lo cual en este entorno de locura también se lo lee como dovish (laxo monetariamente).

Estos dos eventos del lado relativamente dovish han generado una expectativa lejana de que quizá lo más duro de la restricción monetaria a nivel global esté por culminar.

Pareciera que por el momento Jerome Powell está amplificando al mismísimo Paul Volcker.
Pareciera que por el momento Jerome Powell está amplificando al mismísimo Paul Volcker.

Existen ya varias voces en Wall Street diciendo que "romperlo todo sin importar cuánto con el único propósito de bajar la inflación lo antes posible" puede ser una de las idioteces más grandes de esta novela post COVID. Pausar y observar las consecuencias de todo lo actuado a nivel monetario en ambos frentes, "inflación" y "recesión" bien podría ser la decisión más sensata a esta altura de los acontecimientos.

Pero pareciera que por el momento Jerome Powell está amplificando al mismísimo Paul Volcker. Y como si le faltara algo a todo este delirio, la OPEC anunció una fuerte baja de oferta poniendo nuevamente al petróleo de punta.

Lo interesante de todo esto, si es que hay algo bueno por rescatar, es que los analistas de Wall Street se alejan ya de los pronósticos apocalípticos de USD200 el petróleo y se acercan ahora a algo más razonable de USD100 para un año en donde no sobran las buenas noticias por ningún lado del planeta.

A estos eventos hay que sumarles algunos datos de empleo en Estados Unidos que durante la semana pasada comenzaron a mostrar que tanta restricción monetaria empieza a tener un impacto en uno de los mercados mayormente responsables de la inflación core (núcleo): el mercado laboral vía suba de salarios.

Por el momento, Wall Street celebra los datos que apunten a una debilidad de la economía real poque la misma implica que la Fed podría comenzar a disminuir su agresividad en materia monetaria a la luz de una economía que, al comenzar a desacelerar, tarde o temprano convalidará una desinflación que, en definitiva, es la razón por la que las tasas han subido tanto durante 2022 en todos los rincones del mundo.

Por ahora, y a la luz de lo observado durante estos últimos días, la debilidad en la economía real se celebra porque la misma implicaría una Fed con menor necesidad de seguir restringiendo y a la vez dicha debilidad se traduciría en menor demanda que por su parte, contribuiría a la desinflación.

Por otra parte, la fortaleza de la economía real se lamenta, tal como ocurrió con los datos de empleo del viernes pasado. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que una economía reacciona normalmente con rezagos de seis meses a toda restricción monetaria impuesta.

Siendo la suba de tasas de este 2022 la más vertical y veloz de los últimos cien años, la gran pregunta que iremos respondiendo en los próximos meses es cuánta debilidad futura ocasionará lo ya actuado por la Fed en materia de suba de tasas cortas y largas.

De esta forma, el cierre de este año se encontrará muy probablemente con dos dinámicas que competirán en simultáneo: por un lado, una economía norteamericana que debiera comenzar a mostrar en breve una contundente tendencia desinflacionaria; por otro lado, una economía global que irá comenzando a mostrar cuánto daño hubo que impartir para que finalmente la desinflación comience a traccionar.

Si la primera dinámica, "desinflación", llega antes que la segunda dinámica, "recesión", podríamos llegar a tener un último trimestre de año con un tono razonablemente positivo que permitiría neutralizar parte de todo lo perdido en 2022.

Si la desinflación se sigue haciendo esperar y nos encontramos con datos recesivos, se dará la última ola del bear market para romperlo todo.
Si la desinflación se sigue haciendo esperar y nos encontramos con datos recesivos, se dará la última ola del bear market para romperlo todo.Fuente: ShutterstockShutterstock

Si, por el contrario, la desinflación se sigue haciendo esperar y nos encontramos con una preponderancia de datos recesivos, los bears (pesimistas) irán por la última ola del bear market a romperlo todo de caras a cierre de año.

Y, como si fuera poco todo este combo, en medio de esto, tendremos elecciones de mitad de término en Estados Unidos, con toda la volatilidad que dicho evento puede ocasionar. Todo esto aseguraría un final vertical para un 2022 que se comportó esquizofrénicamente y sin respiro desde su primer día de trading.

Lo cierto es que a Wall Street le encanta toda sinfonía relacionada a tasas tranquilas y, por lo tanto, y más aún para un mercado que sistemáticamente cerró el tercer trimestre de año muy short (apostando a la baja); cualquier indicio que apunte a la finalización de este ciclo tortuoso de suba de tasas de interés será celebrado, como ha sido el caso en algunos días durante la semana anterior.

Sin embargo, pareciera que estamos lejos todavía de una contundente señal desde la Fed. Y, en medio de toda esta locura, la semana que comienza tendrá como principal evento "el reporte de datos de inflación de Estados Unidos", el cual constituye el riñón de todos los males.

Recuerden que todo el selloff (venta) del trimestre anterior comenzó con el último reporte de inflación el cual significó para el core (núcleo) una aceleración inflacionaria que el mercado no esperaba y en consecuencia el selloff fue brutal.

Nuevamente, el mercado enfrentará un evento vertical: si el CPI (inflación) sorprende a la baja, el rally será brutal y si por el contario volvemos a tener otro dato apuntando en la dirección equivocada, los bears volverán a tomar control y eldolor sin anestesia será tan intenso como en septiembre.

Tarde o temprano la desinflación ocurrirá, pero la pregunta es: para entonces, ¿Cuán dañada quedará una economía global que no termina de recuperarse todavía de las consecuencias del COVID y que tuvo que soportar una guerra en el sentido bélico de la palabra sumada a otra en la dimensión monetaria? Lo perverso de todo esto es que mucho de la malo que hoy percibimos en la economía global es consecuencia directa del COVID 2020.