¿De qué hablamos cuando hablamos de inclusión financiera?

Durante los últimos años ha comenzado a resonar el concepto Inclusión Financiera en diversos espacios y ha pasado a ser un tema cada vez más relevante en las agendas nacionales e internacionales. Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de inclusión financiera?

Inclusión financiera significa dar acceso de forma responsable y sostenible, tanto a personas como a empresas, a servicios financieros formales (como son los depósitos, las transacciones, las cuentas de ahorro, los servicios de pago, los créditos y seguros).

Acciones tan simples como planificar la vida financiera, guardar, recibir o enviar dinero no son hoy en día tan accesibles para todos. Según el G20, un tercio de los adultos del mundo se hallan financieramente excluidos y, entre los más afectados por estas desigualdades, se encuentran las mujeres. Según el Banco Mundial, más de la mitad de las mujeres del mundo no tienen trabajo (es decir, se encuentran desempleadas o no están buscándolo) y, además, más del 40% permanecen fuera del sistema financiero (Global Findex Database).

Las mujeres en América Latina se encuentran en una gran desventaja con respecto a los hombres en varios aspectos. Por un lado, las estadísticas muestran que la dedicación al trabajo doméstico no remunerado por parte de las mujeres supera ampliamente al trabajo masculino. Por otro lado, el porcentaje de mujeres que logran acceder a una cuenta en una institución financiera y que consigue ahorrar en una institución es marcadamente menor con respecto a los hombres. En la región de América Latina y el Caribe solo 49% de las mujeres tiene una cuenta bancaria contra 94% de los países OCDE. Además, solo 11% de las mujeres y 16% de los hombres dispone de un crédito, cifras que para los países de la OCDE llegan a 50% y 53%, respectivamente (Global Findex).

A pesar de que las mujeres son más propensas a recurrir al autoempleo, por lo que necesitan aún más de servicios financieros, son de las más afectadas por el acceso desigual a las instituciones financieras. Debido a la falta de historial crediticio/garantías, a las mujeres se les suele negar con más frecuencia créditos o pagan mayores tasas de interés (IFC). Sin embargo, está demostrado por el BID[1] que las mujeres son ahorradoras prudentes, los préstamos que solicitan requieren en promedio menor capital y que son clientas leales.

Ahora bien, ¿cómo podemos pasar de la exclusión financiera de las mujeres a la inclusión financiera?

Existen distintas líneas para abordar este interrogante. Por un lado, es necesario que diversas instituciones logren establecer alianzas para hacer llegar la educación financiera a más mujeres, para que cuenten con mayores herramientas a la hora de ingresar al mundo financiero.

Sin embargo, también existe otro modo de aprender sobre finanzas y es haciendo. Pero para que las mujeres puedan aprender haciendo es necesario crear más opciones e incentivos que permitan el acceso a créditos y garantías como forma de contrapesar su falta de patrimonio, consecuencia de las desigualdades sociales y económicas que ya describimos.

Las Sociedades de Garantía Recíproca (SGR) son Sociedades Comerciales que se encuentran reguladas por la Ley 24.467. Estas tienen, como objetivo principal, lograr la inclusión financiera de las Micro, Pequeñas y Medianas empresas (MIPYMES) a través del otorgamiento de avales para facilitar el acceso al mercado financiero en las mejores condiciones a través de bancos, mercado de capitales y proveedores. Acercarse a una SGR para acceder a créditos es un modo excepcional de aprender haciendo: las pymes, las emprendedoras, deben revisarse a sí mismas y crear su historial financiero, deben asesorarse, consultar y hacer.

A través de las SGR los/as empresarios/as podremos contribuir de manera responsable, con una mirada social, ambiental y económica. Además, podremos cooperar con varias cadenas de valor y, de este modo, con nuestro país: asesorando y avalando a pymes, emprendedores y a todos aquellos que quieran generar un impacto positivo en su entorno y en las instituciones de la sociedad civil.

Es un hecho: cuando el número de mujeres ocupadas laboralmente que se encuentran incluidas e insertas en el sistema financiero, las economías crecen[2]. El acceso equitativo a la gama completa de servicios financieros basados en necesidades (ahorro, crédito, seguro, pagos) sumado al acceso a educación financiera de calidad dará como resultado el empoderamiento social y económico de cada vez más y más mujeres.


[1] Fuente: BID "crecer siendo iguales - La banca mujer como oportunidad de negocio". 2016, en base a GBAW "estudio analítico sobre banca mujer" 2017

[2] Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Gender Equality in Education, Employment and Entrepreneurship: Final Report to the MCM 2012

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