Durante años, la inteligencia artificial se asoció con laboratorios de Silicon Valley, robots que hablan varios idiomas y presupuestos con más ceros de los que puede digerir una PyME. Ese imaginario sigue vivo: muchos dueños de pequeños comercios o empresas familiares escuchan “IA” y piensan en algo ajeno, inaccesible, reservado a las grandes corporaciones. Pero la distancia entre esa idea y la realidad actual ya es abismal. Implementar IA no solo es posible: en muchos casos, cuesta menos que el abono de un celular corporativo.

A veces lo más caro no es la tecnología, sino el prejuicio. En mis conversaciones con dueños de pequeñas empresas, el escepticismo suele venir acompañado de la misma frase: “Eso es para las grandes”. Sin embargo, los datos dicen lo contrario. Una encuesta reciente reveló que el 54 % de las PyMEs en la región ya utilizan inteligencia artificial. Al mismo tiempo, otro sondeo en Latinoamérica halló que el 63 % de los tomadores de decisión en empresas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México consideraron que la IA tendrá un impacto significativo en su industria.

El problema no es la falta de opciones, sino la percepción de inaccesibilidad. Las PyMEs latinoamericanas —más del 70 % según ResearchGate— siguen operando con baja madurez digital, frenadas por barreras de conocimiento, tiempo o financiamiento. Pero la evolución tecnológica de los últimos dos años cambió las reglas del juego: hoy cualquier empresa puede incorporar un agente de IA en minutos, sin saber programar ni invertir miles de dólares.

En Prometheo, esa fue justamente la premisa con la que diseñamos nuestro sistema. Desde el inicio quisimos que una PyME o un comercio barrial pudiera automatizar su atención y ventas sin depender de un especialista. Por eso estructuramos nuestros planes como suscripciones mensuales accesibles: el plan Basic, a u$s 49 por mes, permite acceder al CRM completo, integrar WhatsApp e Instagram, precalificar leads y mantener chats ilimitados. El plan Pro, de u$s 99, suma integración con marketplaces y notificaciones automáticas; y el Enterprise, de u$s 149, incorpora respuestas a comentarios en redes, campañas de envíos masivos e integración con Meta Ads y TikTok.

Menciono los precios no para hacer una lista de productos, sino porque esa es, precisamente, la demostración empírica de que la IA dejó de ser un lujo. El mito de que “implementarla es caro” se derrumba cuando se observa cuánto cuesta mantener un solo empleado dedicado a atención al cliente o a seguimiento de leads. Una herramienta así permite multiplicar la capacidad operativa sin ampliar la nómina, responder las 24 horas y liberar tiempo humano para tareas estratégicas.

En este contexto, el salto más reciente que dimos fue el desarrollo de un Agente creador de Agentes -un creador de instrucciones-. Esta función de autogestión con visión de futuro nos acerca más a la  AGI, llevando la accesibilidad a otro nivel. A partir de ahora, cada usuario puede crear su propio agente de IA compartiendo simplemente la web o la información de su negocio. El sistema genera de manera automática las instrucciones necesarias para entrenar al asistente dentro de la plataforma. En menos de cinco minutos, cualquier empresa —sin importar su tamaño— puede tener un agente activo respondiendo, clasificando y gestionando consultas reales. También puede editar esas instrucciones cada vez que necesite ajustar su funcionamiento.

Esa herramienta nació de un diagnóstico claro: si las PyMEs sienten que la IA es compleja, no la van a adoptar. Había que volver el proceso tan sencillo como subir una foto a redes. Lo logramos con un enfoque de autogestión total: sin formularios técnicos, sin dependencias externas y sin barreras de entrada. En palabras simples, una IA que se configura sola, o casi.

El contexto lo exige. Las ventas en línea en Argentina crecieron un 181 % interanual en 2024, según la Cámara Argentina de Comercio Electrónico (CACE). Más de medio millón de nuevos compradores se incorporaron al canal digital, y seis de cada diez consumidores ya hacen al menos una compra online por mes. Sin embargo, la mayoría de los comercios y PyMEs sigue atendiendo mensajes de forma manual, en horarios reducidos y con demoras que cuestan oportunidades. En ese terreno, la automatización no es un lujo: es la condición para competir.

La mayoría de los comercios y PyMEs sigue atendiendo mensajes de forma manual
La mayoría de los comercios y PyMEs sigue atendiendo mensajes de forma manual

Lo interesante es que, cuando una PyME da ese paso, descubre que la IA no reemplaza personas, sino que las potencia. Un agente inteligente puede atender 3000 consultas por mes sin sumar personal. Mientras tanto, el equipo humano se enfoca en vender, producir o mejorar la experiencia del cliente. Esa redistribución del tiempo y del esfuerzo es, probablemente, el verdadero retorno de la inversión.

La democratización tecnológica que estamos viviendo no tiene precedentes. Por primera vez, la inteligencia artificial no está concentrada en las grandes corporaciones, sino al alcance de cualquier negocio que se anime a probarla. Y ese es un punto decisivo: la brecha ya no es tecnológica, sino cultural. Los que adopten la IA temprano no solo ganarán eficiencia; también ganarán horas, foco y resiliencia.

Implementar inteligencia artificial no significa delegar el control, sino recuperar el tiempo. No se trata de reemplazar la conversación humana, sino de permitir que esa conversación ocurra cuando el cliente la necesita. No es ciencia ficción: es gestión cotidiana. Es, literalmente, tener un asistente que trabaja mientras dormís.

Prometheo nació con esa visión: que el fuego de la inteligencia artificial —el mismo que alguna vez parecía exclusivo de los dioses tecnológicos— esté al alcance de todos. Si hay un mensaje que me gustaría dejarle a cualquier dueño de PyME que duda antes de dar el paso, es este: la pregunta ya no es si puede hacerlo, sino cuánto tiempo más puede darse el lujo de no hacerlo.