Cuando muere un empresario
Tras la muerte del empresario Juan Chediack, la Cámara de la Construcción cuestionó "el tratamiento que algunos medios de comunicación" por mencionar que era uno de los "arrepentidos de la causa de los cuadernos". El vínculo del sector, el Estado y las denuncias por corrupción
Durante la última semana se dio, sin que fuera explicitada, una discusión sobre cómo debe presentarse a un empresario argentino cuando lo encuentra la muerte. El trágico final del constructor Juan Chediack, que falleció días después de la caída del avión en el que viajaba en San Luis, fue registrada por la prensa con el agregado, pegado al nombre, de que había sido uno de los "arrepentidos de la causa de los cuadernos" y que había contado ante la Justicia que había hecho pagos a altos funcionarios kirchneristas para participar de la obra pública.
Chediack S.A. es una compañía que data de la década del 40 y que realizó obras viales y civiles en todo el país, entre ellas la autopista Cañuelas-Buenos Aires y la autovía Luján-Buenos Aires además de por ejemplo el aeropuerto de Río Gallegos.
Al despedirlo en un sentido comunicado, la Cámara de la Construcción le dedicó un párrafo a esa cobertura del hecho: "Los miembros de Camarco desean hacer público el estupor y la consternación que les provocó el tratamiento que algunos medios de comunicación le propiciaron a Chediack en sus últimas horas, al dar por válidos hechos que aún no han sido probados en sede judicial y que en algunos casos afectan su buen nombre y honor".
Y agregaron: "En este momento de tremendo dolor para quienes conocieron a Juan, su familia, sus amigos y colegas de profesión, desde Camarco hacemos un llamamiento a la responsabilidad de los medios de comunicación para evitar ahondar aún más ese sentimiento", pidieron desde la cámara que también supo presidir el empresario fallecido.
Los obituarios sobre Chediack incluyeron además de un recorrido por su carrera como constructor, el recuerdo de su última aparición en la escena pública, ligada a la causa que investiga el presunto entramado de corrupción en el manejo de la obra pública hasta 2015, que surgió de supuestas anotaciones de un chofer de un secretario de Estado que hacía recorridos para levantar dinero y también de testimonios de empresarios en calidad de arrepentidos ante la Justicia, que ratificaban los hechos.
"Si querés seguir trabajando tenés que pagar", contó Chediack en estrados judiciales según recordó el diario La Nación, medio en el que se inició la investigación en 2018. "Realmente me sentí amedrentado con esta situación; nunca me había pasado algo similar", agregó.
Todas esas manifestaciones en sede judicial acaban de quedar ahora validadas por la Corte Suprema que consideró constitucional la ley de "delación premiada" que se había sancionado en 2016. Sin embargo, la vicepresidenta Cristina Kirchner considera que se trata de una persecución en su contra y que los dichos de los hombres de negocios fueron obtenidos bajo amenaza de que si no la señalaban a ella como responsable de un delito serían enviados a prisión.
En el establishment, en tanto, la mirada que se puede recoger es otra: el pago por izquierda para obtener obras públicas existió siempre en la Argentina, se potenció de la mano de Néstor Kirchner y quedó señalado como un hecho delictivo especial a partir de que alguien tomó la decisión de "romper códigos" en la política ante lo que también fue un mecanismo aceitado como nunca antes por la propia cúpula del gobierno.
"La imagen de un empresario es lo más importante", afirmó a propósito el magnate inmobiliario Eduardo Costantini a Luis Novaresio en las últimas horas, al reflexionar también sobre cómo se había presentado la noticia sobre la muerte de Chediack. En la entrevista también subrayó que nunca hizo trabajos con el Estado, porque eso lo llevaría a quedar atado al poder de turno para ganar licitaciones y a tener que negociar después para poder cobrar.
El lamento de la cámara de los constructores por la referencia al pasado judicial de un empresario en el momento de su muerte puede entenderse desde el costado humano de sus pares, cuando seguramente vieron sufrir a los familiares del fallecido en simultáneo con ese tratamiento en los portales. Pero también puede leerse como un acto reflejo ante lo que parezca el anticipo del tratamiento que podrían recibir algunos de ellos cuando dejen de existir.
El vínculo de la construcción con el Estado
¿Y si en cambio se miraran hacia dentro? ¿Hizo alguna vez la cámara que ahora analiza el rol de los medios un mea culpa realista y creíble sobre la vinculación de las empresas miembro con el Estado? ¿No los acercaría eso a recomponer la imagen de un establishment argentino tan asociado a la expansión con tongo político, que es otra de las razones últimas detrás del descontento que hoy encumbra a figuras antitodo?
Conocí a Chediack a comienzos de 2015. Hacía unos meses que había asumido como presidente de la Camarco y se encaminaba a transitar desde ese cargo la llegada de Mauricio Macri al poder. Sucedía a Carlos Wagner, el santacruceño que había sido carne y uña con los Kirchner, y que a la postre sería quien lo involucraría en la trama de presuntas coimas. Pero por entonces nada de eso se veía venir, a lo sumo había investigaciones sobre posible lavado de dinero de Wagner en Uruguay y muchas preguntas sobre Lázaro Báez, el titular de Austral Construcciones. Chediack decía: "Yo no tengo miedo, sé cuál es mi accionar". Eso me aseguró en marzo de aquel año en una entrevista para PERFIL.
En esa charla me sorprendió su sinceridad. Tal vez no tenía cancha en la prensa, por eso cuando vio el título publicado me llamó algo preocupado y a su vez divertido por lo que había afirmado. En la nota, habíamos hablado del fuerte crecimiento de Báez, ex bancario y amigo presidencial. "A mí me resulta inexplicable, la verdad", se había despachado, en una frase que nunca ninguno de sus colegas había expresado en público.
En conversaciones informales al final del mandato de Cristina, además, usaba una frase ante la falta de pagos por parte de Vialidad a todas las empresas salvo a Austral: "Acá el único que cobra es el Negro". El Negro era Báez.
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