

¿Debería la avasallante información sobre los inevitables cambios que están ocurriendo debido al impacto socioeconómico de la pandemia de COVID-19 resignarnos a que “todo va a cambiar , “ya nada será como antes , “la nueva normalidad ?
Si bien resulta natural dar crédito conceptual a esa serie de afirmaciones, un abordaje más detallado sobre disciplinas, sectores y dinámicas puede permitirnos encontrar espacios donde, aún en este contexto de cambios presuntamente irreversibles, “no todo cambia , “no todo será distinto que antes y muchos de los lineamientos se mantendrán tan vigentes como imprescindibles que antes del inicio de lo que ahora parece denominarse “la nueva normalidad .
En este sentido, la comunicación estratégica orientada a productos, instituciones y otros segmentos seguirá basada sobre pilares que atraviesan saludablemente contextos, pandemias o cataclismos, entre otras contingencias, y que –lejos de representar un escenario de “todo cambia – fortalecen su dinámica justamente apoyados en sus valores básicos.

La necesidad de trabajar comunicacionalmente en la reputación, en el mapa de actores, en planes de comunicación consistentes, en la identificación de alianzas virtuosas, en la consistencia de marca, en la empatía hacia el cliente, en desarrollar una visión inspiradora y en una adecuada articulación con las distintas líneas comerciales y de desarrollo, no cambia.
La necesidad de entrenamiento en medios para sus voceros principales, valores como la anticipación, la lectura contextual, tampoco están alcanzadas por los efectos del COVID-19, no pertenecen a un grupo de riesgo y, mucho menos, quedan relegadas detrás de un barbijo.
¿Por qué en un contexto de cambios aparentemente irreversibles e inevitables los pilares y lineamientos centrales de la comunicación estratégica no cambian? ¿Por qué en la “nueva normalidad la comunicación estratégica de empresas, organizaciones y servicios abraza – sin riesgo de contagio - a sus bases medulares?
Las respuestas a este interrogante pueden ser diversas y encaradas desde distintos ángulos propios de la disciplina en cuestión, e incluso desde la interacción con otras áreas de gestión.
Sin embargo, esos distintos enfoques tienen un punto de encuentro, una intersección que los ubica en un escenario compartido: desarrollar la arquitectura de un plan de comunicación estratégica y lograr una implementación eficiente y acorde a los objetivos que el propio plan plantea requiere de bases sólidas, de una permanente conexión con los principios básicos, desde donde posteriormente se diagramen las líneas puntuales de abordaje a la coyuntura del momento.
Es por ello que uno de los mayores desafíos con los que se encuentran hoy las pequeñas, medianas y grandes empresas, al igual que organizaciones y demás actores, junto a sus equipos profesionales de comunicación y asesores en la materia, es administrar correctamente y en la justa medida los vientos del “todo cambia , los acordes que componen la música del “ya nada será igual , los aromas de “la nueva normalidad que se desprenden de la cocina de un futuro que es hoy mismo.Definir el punto exacto entre ambos mundos, encontrar la alquimia perfecta será la clave para una implementación exitosa, para una administración comunicacional saludable y, sobre todo, para un fortalecimiento de la imagen y el posicionamiento, con su correspondiente impacto en el desarrollo de negocios.










