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Cómo sobrevivir al covid, la crisis y la lucha de poderes

Mientras la lucha de poderes en el Gobierno y la Corte crece, a la sociedad le preocupan la inflación, sus ingresos, el coronavirus y su porvenir

La dirigencia política, en particular la integrante y adherente al gobierno nacional, se sumerge por estas horas en una pelea de poderes con la Corte Suprema de Justicia que parece lejana a las preocupaciones de la sociedad, aunque deja expuestas las carencias que aún exhibe la convivencia democrática en el país.

El nuevo capítulo de esa disputa tuvo como disparador la presencialidad escolar en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cuya suspensión decretada por la Casa Rosada en medio del recrudecimiento de la pandemia, fue rechazada por el Máximo Tribunal, reclamo mediante de las autoridades porteñas.

Sin embargo, más allá del árbol de la pirotecnia verbal y las denuncias de golpe institucional a las que no estuvo ajeno el propio binomio presidencial, asoma el bosque que los argentinos observan con preocupación diariamente: la fragilidad de las instituciones que deben regir sus vidas en procura del bienestar y el desarrollo humano.

La Argentina transita su historia reciente atravesada por una grieta que supone a la imposición de ideas por sobre la búsqueda de entendimiento a la hora de atender las urgencias de la sociedad, con extremos que se radicalizan ante una crisis económica y, más aún, con la perspectiva electoral por delante.

Ello lleva a dejar de lado las políticas de Estado y encarar estrategias que, muchas veces, distan de las preocupaciones que dominan a la opinión pública. Hoy, mientras el debate político se enciende, la atención de los argentinos gira en torno a la apremiante situación económica. Y es que esa realidad tiene su propio peso a la hora de proyectar "cómo vivir mejor", un concepto que incluye a la salud, la educación, la alimentación, el desarrollo físico, mental y espiritual de cada individuo y sus seres queridos.

Por ello, sobre todo en situaciones críticas, los jubilados están pendientes de los pagos de la ANSeS, ya sean bonos o incrementos en sus haberes. Los asalariados se mantienen atentos a las paritarias. Los monotributistas y cuentapropistas se desvelan por la caída de la actividad y la presión impositiva. Quienes se manejan en la economía informal padecen las restricciones y la involución del consumo. Las empresas, en particular las pymes, se preocupan por el auxilio del Estado. Los desocupados siguen atentos el pago de planes sociales y la Asignación Universal por Hijo...

Porque más allá de las diferencias de pensamiento político, hay preocupaciones e intereses comunes a la mayor parte de la sociedad. La inflación, claramente, es la principal de ellas, según muestran todas las encuestas. La inseguridad, la incertidumbre sobre el futuro económico, el impacto de la pandemia y el temor al contagio del coronavirus se suman en esa lista, en la que vacunarse pasó a ser también una necesidad compartida, como siempre lo fue la erradicación de la pobreza, la formación educativa y la protección general de la salud.

Entender y atender eso desde la convivencia democrática puede fortalecer al país en un momento crítico. 

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