Cuentan quienes lo conocen de cerca que Mauricio Macri utilizó en público por primera vez el marketinero tándem "círculo rojo" hace seis años, aunque en reuniones privadas lo mencionó mucho tiempo antes, cuando transcurría su primer mandato como jefe de Gobierno porteño. En el Coloquio de IDEA de 2017, en Mar del Plata, tradujo su significado ante un amplio auditorio empresario: "Es la gente políticamente involucrada que lee los diarios, que participa activamente y discute las propuestas. Son ustedes, los que están en el 'run-run'".

Ante la inminencia de cada elección, el círculo rojo, su tamaño e influencia vuelven a debatirse. ¿Es tan nutrido como se cree?, ¿cuándo se integra a alguien dentro de ese espectro y qué características debe tener ese sujeto?, son las preguntas que surgen y que, incluso sin dar respuestas certeras, los resultados electorales, pragmatismo puro, suelen despejar.

Especialistas en comunicación política describen la existencia de al menos tres subtipos dentro de aquellos que forman parte del círculo rojo. En un primer escalón aparece el individuo que se informa de política y economía a través de los medios de comunicación y que en la semana previa a una elección puede llegar hasta a un 90%.

En un segundo nivel están quienes, además de informarse, interactúan con amigos y familiares sobre el tema y en el tercero, aquellos que se autoperciben como conocedores de la coyuntura política. Más reducido es el grupo de aquellos que participan en reuniones u organizaciones políticas. Todos, más activos o menos participativos, son parte del círculo.

Ahora bien, existe también otra porción del padrón que no tiene ningún interés por quién o qué espacio político gobernará por cuatro años en el país. En ella confluyen jóvenes menores de 25 años, adultos en pleno desarrollo laboral y también integrantes de la tercera edad. Son millones de personas de diferentes estratos sociales, que representan alrededor de una décima parte del electorado, porcentaje que puede definir a un presidente o un gobernador.

No saben quién es Miguel Ángel Pichetto, ni escucharon hablar de él, confunden a Alberto con Aníbal Fernández, no tienen idea cuándo fue el cierre de listas de precandidatos y no distinguen entre la PASO, la elección general o el ballottage. Conocen, apenas, a las primeras marcas de la clase política argentina: Macri, Cristina, Vidal, Carrió, así, sin nombres completos, ni cargos exactos.

El curso de la economía los preocupa en el aspecto macro, apenas por el instinto de supervivencia ante una batería de aumentos de precios que pueda erosionar el salario o le modifique los cálculos que tenía previstos en caso de ser empleador, pero les es ajena cualquier novedad relacionada a la suba o baja del riesgo país, o a una disparada o caída en el precio del dólar que pudiera modificar su estrategia de ahorro.

Los bancos son testigos, en muchísimos casos, de cuentas o cajas de ahorro personales que acumulan largos saldos en pesos y se mantienen inmóviles durante meses. El cliente cobra el sueldo en pesos, lo gasta durante el mes y vuelve a cobrarlo el mes siguiente, y sucesivamente, sin analizar en detalle el escenario económico.

No es casual que Macri haya sido quien instaló el concepto de "círculo rojo". Desde la concepción del PRO en el ámbito porteño, se apuntó a la realización de trabajos de campo que permitieran conocer el perfil del ciudadano y, especialmente, del potencial votante. Con Jaime Durán Barba como jefe de la propaganda macrista, esa búsqueda se profesionalizó todavía más, y se sigue perfeccionado en la actualidad.

Quizás en parte, por esa estrategia, a un partido político que convirtió a la apolítica casi en un culto ya no se le achaque desconocer el terreno, como sucedía en un principio. Se los subestimó, con el latiguillo remanido de "no tienen calle". Más de una década después, aquellos empresarios hoy convertidos en funcionarios, demuestran que en el juego de la política mueven las piezas mejor que en el de la economía. Y son conscientes de la dimensión del círculo rojo, de sus vaivenes, sus alcances, sus fortalezas y, también, de sus puntos débiles.