Opinión

Brasil: el duelo de dos titanes populistas

El próximo domingo Brasil se enfrenta a una elección presidencial inédita en su historia democrática. Dos titanes de la política populista combaten en las urnas en una lucha que transformará el futuro político de ese país, y posiblemente, el Brasil que conocimos de los últimos 30 años ya nunca volverá a ser el mismo.

Un político que acostumbra a caminar por los pasillos de Brasilia fue muy claro, dijo que esta elección presidencial "es señal de los tiempos que corren en el mundo" donde los dos candidatos, Lula y Bolsonaro, plantean una lucha simbólica del "bien contra el mal". El gran Foucault diría que la identidad política se construye en base a un mito de origen histórico político, donde la ideología y pertenencia a un espacio político es resultado de ese mito histórico identitario, definiendo la línea entre el "nosotros, los buenos" y "ellos, los malos". En este marco, Lula construye su discurso reivindicando su historia personal de migrante pobre del nordeste a San Pablo, su lucha sindical, los brillos de sus dos primeros mandatos (negando a Dilma), su persecución política en manos del exjuez Sergio Moro, y principalmente buscando definirse como "la fuerza de la luz y el bien frente al tirano" que hoy gobierna Brasil.

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Del otro lado, Bolsonaro, construye su discurso como un gladiador frente a las fuerzas del mal, "El Mito" como lo llaman en las manifestaciones multitudinarias, se erige como la espada que defiende los colores de la bandera brasileña, los principios cristianos, la libertad como valor fundamental, pero principalmente construye en el otro, en Lula, el PT y la Suprema Corte, al monstruo medieval corrupto, arquetipo de las imágenes más terroríficas de los Infiernos del Dante en la Divina Comedia.

Los dos titanes populistas han buscado los extremos del arco político para posicionarse, llevando a la política a un juego difícil de suma cero. Lula, quien lidera en las encuestas para la primera vuelta, ha intentado construir su base política de apoyo sobre el Partido de los Trabajadores y los restos del antiguo trinomio que gobernó la política brasileña durante 25 años el PSDB, PT y parte del PMDB. Lula busca permanentemente despegarse de los escándalos de corrupción, de los desmanejos del gobierno de Dilma y principalmente, ha intentado con mucha eficacia penetrar las clases bajas en Brasil con un discurso de defensa de los pobres y oprimidos frente a la supuesta "dictadura homicida que gobierna Brasil". Con mucho apoyo en los medios tradicionales, grandes grupos mediáticos nacionales y principalmente con una imagen de un líder que viene a liberar al país. Las encuestas muestran una ventaja cercana a los 8 puntos sobre el segundo que es Bolsonaro. Al analizar la guerra de encuestas que vive Brasil, y sacando aquellas de los extremos que muestran a Lula con 15% de ventaja ganando en primera vuelta u otras que muestran un empate entre ambos candidatos cercano al 40% de los votos, se puede aproximar la posibilidad como anteriormente señalado que la ventaja podría estar por debajo del 10%. Pero en el mundo actual, luego de los resultados electorales de Argentina, Chile, Estados Unidos o Italia entre otros, ya nada es lo que parece.

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Bolsonaro, un titán populista de derecha, conservador religioso, que busca construir su liderazgo en base a la movilización política permanente en las calles, teniendo un gran éxito en ello, y principalmente enarbolando las banderas de libertad económica, asistencialismo extremo y valores cristianos conservadores frente a un mundo que cambia vertiginosamente. Es un político hijo de nuestro tiempo, de un siglo XXI inestable, conflictivo y extremista. Su campaña política, mucho más moderna en base a las redes sociales, con grandes movilizaciones donde se apropian de los colores verde y amarillo de la bandera nacional, con un discurso nacionalista identitario, anti-status quo político, liberal en lo económico y "antiprogresista" en lo concerniente a los valores, ha impactado fuertemente en un núcleo duro movilizado de derecha que fácilmente representa al menos un tercio del electorado brasileño.

La política brasileña, no había visto el surgimiento de liderazgos populares de derecha desde la década del 50, sin embargo, este fenómeno llegó para quedarse. Las encuestas muestran a Bolsonaro en segundo lugar para el próximo domingo, con fuerte liderazgo en la región Norte, Centro y Sur del Brasil donde la dinámica de agronegocio es fundamental, con empate o leve liderazgo en el sudeste industrial brasileño, pero con muchas dificultades en el nordeste brasileño pese a los planes de subsidio récord implantados en los últimos dos años. El voto evangélico que en Brasil represente cerca de un 30% del electorado debería volcarse hacia Bolsonaro debido a su discurso conservador, pero queda el interrogante de las clases medias bajas hacia donde van a mover su voto en el marco de la recuperación económica y de empleo con caída de inflación que vive Brasil. Lo que queda claro en las elecciones del próximo domingo es que el famoso dicho "billetera mata galán" no es el factor determinante ya que, de lo contrario, Bolsonaro debería estar mucho mejor posicionado debido a la performance de la economía brasileña.

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El gran perdedor en esta lucha religiosa serán los próximos cuatro años de gobierno, gane quien gane, ya que, pese a que los pilares del Plan Real seguirán firmes con inflación controlada, superávit comercial y fiscal primario, un dólar domado y un crecimiento económico bajo como ha sido la historia de Brasil de los últimos 25 años. Las posibilidades de reformas y transformaciones que tanto necesita Brasil, y que podrían apalancar la posibilidad de romper el agónico letargo del Mercosur y principalmente de Argentina, se desvanecen en un escenario político de gran atomización legislativa y extremismos discursivos, movilizados frente a la agenda política de cualquiera de los dos contendientes que triunfe en estas elecciones.

El próximo fin de semana la historia política de Brasil se vuelve a escribir desde la polarización en los extremos y con ello se traza el futuro de Sudamérica.

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