La mayoría de los problemas que enfrenta la economía nacional se han originado en la irrealidad de los supuestos que han dado origen y justificación a las actuales políticas del Gobierno. Estas bases doctrinarias constituyen lo que el presidente denomina "el rumbo", de tal manera que, donde él ve el mayor logro de su Gobierno, es donde reside la causa de los males que estamos padeciendo. Así ha sucedido con la inconsistencia entre las políticas monetaria, fiscal y de ingresos que se originaron en una concepción equivocada de las causales de la inversión y del "derrame" que se habría de producir al instrumentarse una política de ingresos regresiva. Nada de esto se produjo y el país perdió fuerzas expansivas, producción, empleo productivo e ingresos fiscales.

Hoy estas contradicciones están profundizando los graves problemas que el país venía sufriendo en materia de precios. En primer lugar, se está padeciendo una alta tasa de inflación acompañada por una importante inflación reprimida y una incipiente pero creciente represión de precios.

Respecto del primer asunto, ya no quedan dudas que la tasa de inflación de este año va a estar más cerca del 50% que del 40%, implicando una importante aceleración que, aún, no se ha detenido, tal como se ve en las tasas interanuales. Queda por dilucidar el tema salarial que, más tarde o más temprano el Gobierno no podrá eludir y que incidirá en esa tasa por el lado de los costos.

Al mismo tiempo, la muy alta deuda de cortísimo plazo y extraordinario costo asumida por el BCRA representa, ni más ni menos, inflación reprimida, siendo esto aún más claro con el reemplazo de las Lebac por las Leliq con vencimiento a 7 días y costo aproximado al 100 % anual. Estos instrumentos constituyen Base Monetaria potencial y su monto en relación a la misma indica aproximadamente el nivel de la inflación reprimida.

Adicionalmente, el monto singularmente elevado de esta deuda es un indicador de que la política del BCRA es esencialmente errónea, ya que trata de corregir una tendencia de mercado que se asocia a factores profundos y permanentes de la situación económica y de la política económica como si se tratara de desequilibrios transitorios y superficiales, con lo que la acumulación de este tipo de deudas no tiene límite.

En este contexto, el Gobierno ha optado por reemplazar las Lebac por las Leliq confiando en hacer su stock más manejable al poder disponer que parte del mismo se constituya en encaje y porque los bancos tienen limitada sus tenencias de dólares. Esto puede quitar presión transitoriamente al mercado cambiario, pero al costo de comprometer al sistema financiero y agravar las tensiones recesivas. Así, entran en contradicción los objetivos de crecimiento cero de la Base con el del Déficit Operativo cero y se confirma, además, que el principal ajuste se está dando, paradójicamente, en el sector privado.

Pero, en algún momento el BCRA deberá desactivar la bomba de las Leliq cuyo stock crece automáticamente por el pago de intereses mensuales representando un aumento de más del 3% en la Base Monetaria. En esos momentos volveremos a observar el pleno efecto disruptivo que esta política tendrá sobre la Base Monetaria, la tasa de inflación y la situación cambiaria.

También se observa una incipiente represión de precios: frente a importantes aumentos en los costos por la variación del tipo de cambio, de las tarifas, de la energía y las astronómicas tasas de interés, las empresas se encuentran en una situación prácticamente imposible de superar: o absorben parte o la totalidad del aumento de los costos perdiendo parte importante de su patrimonio, con lo que se ponen en el umbral de la convocatoria o del cierre, o los trasladan total o parcialmente a los precios enfrentándose a una debacle aún mayor por la restricción de mercados agravada aún más por el cepo monetario. Por lo que las previsiones son preocupantes e indican la necesidad de cambios rápidos y profundos en las políticas para evitar males aún mayores.