CRONISTA POR UN D A

Que pasará si Ella gana

Si uno lee detenidamente Sinceramente, el libro de Cristina Kirchner, podrá tener una idea cabal de qué va a hacer con la Argentina si Ella gana. Cómo se las arreglará para poner "orden", después del "caos" generado por el gobierno de Mauricio Macri, como anunció en el último capítulo, a su manera y con su lenguaje coloquial y sobreactuado.

¿Y cómo lo hará? Volviendo a congelar los pagos de las tarifas de agua, luz, gas y transporte. Insistiendo con el cepo a la compra y venta libre de dólares a la que ella denomina regulación del tipo de cambio. Aumentando las retenciones al campo. Manipulando las estadísticas oficiales. En especial la que mide el costo de vida. Prohibiendo en los discursos oficiales la palabra "inflacion". Dejando de medir la pobreza por considerar a la estadística "estigmatizante".

El problema de Cristina Fernández es que no dispondrá de los recursos económicos para hacer todo lo que se propone. Entonces tendrá que presionar todavía más a los medios críticos para que no informen sobre el desastre que sobrevendrá. O deberá montar enormes maniobras populistas de distracción, como la futura reforma agraria anunciada por el dirigente Juan Grabois.

Pero además, si Ella gana, pasará algo más grave todavía. Intentará poner "en comisión" a los jueces designados por el actual Gobierno. Tratará de imponer a otros magistrados, quizá elegidos bajo el mecanismo del voto popular. Es decir: hará todo lo posible para que las causas en las que figura como presunta jefa de una asociación ilícita terminen en la nada.

Y pugnará por la imposición de algo mucho más grave que eso. Alentará la inclusión, en una virtual asociación ilícita de "espejo invertido", de los denunciantes, fiscales, jueces, dueños de medios y periodistas que reprodujeron esos datos que hoy la complican. Algo así como una megacausa como la que se cocina en Dolores, donde querellantes inescrupulosos intentan presentar como los principales "jefes de la banda" a Claudio Bonadío, Carlos Stornelli, Paula Olivetto, Margarita Stolbizer y periodistas de investigación como Daniel Santoro, Diego Cabot y Hugo Alconada Mon, entre otros.

Cristina contará, durante un tiempo, con el apoyo silencioso del sindicalista Hugo Moyano y sus muchachos. Logrará cierta "paz social" a cambio de no acelerar las causas que atormentan al jefe de los Camioneros y a su hijo, Pablo Moyano. Le dará, para que se entretenga, el control del virtual "ministerio de la venganza" que Moyano ya reclamó a su debido tiempo. Y después lo volverá a enfrentar. Porque no lo soporta. Y porque la pone de mal humor la ambición desmedida del presidente de Independiente.

Y por supuesto: Cristina hará lo posible y lo imposible para que vayan saliendo en libertad, todos juntos o de manera más o menos escalonada, desde Milagro Sala hasta Amado Boudou. Desde Julio De Vido hasta Lázaro Báez y Cristóbal López. Desde Roberto Baratta hasta Ricardo Jaime. Desde Luis DElía hasta Fernando Esteche. ¿Cómo lo sabemos? Porque leímos desde la primera hasta la última página del libro, una suerte de cadena nacional en continuado que no contiene ni la más mínima autocrítica y al mismo tiempo presenta un bosquejo bastante preciso de lo que piensa, de lo que desea y de cómo ve su gobierno, si es que triunfa en las elecciones presidenciales de este año.

Lo más curioso de todo, es que el análisis más despreciativo lo dedica, sin nombrarlos, a dos de los dirigentes peronistas con quienes debería pactar un acuerdo, antes o después del cierre de listas, previsto para el próximo 22 de junio: el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, y el senador nacional por Río Negro, Miguel Angel Pichetto.

Su forma despectiva de aludirlos demuestra que los pondrá primero en la lista de los dirigentes "propios" contra los que ejercerá una dulce venganza. Pichetto, que se acaba de aliar con Roberto Lavagna y pretende convencerlo para que vaya a las PASO a competir con Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey, debe estar pensando, a esta altura, por qué no le hizo caso a los compañeros que le pidieron, más de una vez, que impulse un cambio en la ley de fueros, para evitar que Cristina siga en libertad. Elogiado por el gobierno por su posición responsable en su presentación en Washington, Pichetto insiste en que no se trata de Cristina, sino de una ley con la que él está de acuerdo, aunque no sea popular. "Yo no actúo por venganza sino con responsabilidad" me dijo más de una vez.

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