El "cuco" de las tarifas impuso un nuevo mapa por sectores

Ninguna oficina en el sector privado por estas horas, aunque quiera obviar el tema tarifario, puede dejar de sacar cuentas. El aumento en las tarifas de gas y el que vendrá en agua a partir de mayo, reavivó las pujas por los costos operativos y las tensiones intersectoriales en torno a qué empresas están preparadas para salir al mundo y cuáles no. Mientras tanto, las bajas en la "colectora tributaria" de las boletas que prometieron la Provincia de Buenos Aires y el distrito porteño no queda claro si aliviaría únicamente a los clientes residenciales (por ahora todos los indicios irían únicamente en esta dirección) o también a los grandes clientes. Y eso cambia mucho las cuentas.

Por la misma razón, las oficinas del sector público tampoco están con tiempo ocioso, ya que es sería muy complejo el entramado de pasar a la letra escrita los nuncios públicos de reducción de impuestos. Por citar sólo un ejemplo, en el caso de la luz los 2,5 millones de clientes porteños residenciales de Edenor pagan en sus boletas IVA y un 6,5% de contribución municipal sobre el total de la tarifa pura pero en la provincia de Buenos Aires, el entramado impositivo de la "colectora" de la boleta es extremadamente más complejo. Allí también se paga IVA y otros tres impuestos provinciales que, en total representan un 16,24% sobre la tarifa pura. La eliminación y/o recorte que anunció la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal sería sobre esta porción.

Pero hay otros dos tributos, un impuesto que cobran 21 municipios (menos Tres de Febrero, San Isidro, Vicente López, La Matanza y CABA) y otra tasa de alumbrado, barrido y limpieza que en algunos distritos como San Marín, por ejemplo, representan $ 60 fijos por mes en la factura eléctrica. Es decir, un tablero sumamente complicado de desenmarañar y diferente en cada caso y que hasta tanto esté la recomendación oficial a las compañías nadie sabe a ciencia cierta a quién aliviará el bolsillo y a quiénes no ni mucho menos cuándo será efectivo.

En el sector privado cada uno reacciona según su espalda. En Accenture, donde emplean a más de 8000 personas y esperan sólo este año contratar otras 800; Sergio Kaufmann fue rotundo en cuanto a la necesidad de desenmarañar los subsidios energéticos del gobierno anterior y fue claro: "¿Cómo hacemos con las tarifas? Las pagamos; todo el mundo ya sabía que estaba en marcha este cronograma de eliminación de subsidios y es la única manera".

En la venta de servicios y de software el horizonte es muy alentador; prevén un crecimiento de la economía para este año y del empleo y confían en que para la segunda mitad del año las tensiones inflacionarias se desinflarán. Entre algunas grandes empresas que participaron en la cena anual del Cippec (multitudinaria y desbordada de "círculo rojo") se escuchó a un optimista integrante del equipo económico confiar en que la meta de inflación en septiembre estaría a lo sumo como alta en 1,3% porque ya habrían mermado definitivamente la suba de tarifas que ponderan un 0,7% en el índice de Precios al Consumidor (IPC). Otra de las grandes industrias fue comensal en la misma mesa que el gabinete de Producción y allí se habría planteado que aun cerrando la importación desde China en un 100%, algunas fábricas seguirían siendo incompetentes con muchos otros mercados, con sin aumento de tarifas. Entre los bancos como el Comafi, por ejemplo, en una nutrida mesa financiera aportaron datos sobre sectores que están volando y que acceden, aseguraron desde esa perspectiva, sin problemas al financiamiento como la construcción y sus proveedores, las petroleras, las energías renovables y los servicios en general.

Hay otros ámbitos, donde no reina ningún optimismo por las subas tarifarias. Fue, por ejemplo, tema excluyente en la masa de comité que se realizó ayer en la Unión Industrial Argentina, desde donde cuestionaron la suba en el gas por el impacto en la ecuación de costos de las fábricas. Las compañías vinculadas al consumo también suman alertas amarillas por la ecuación de costos: impuestos y tarifas. Por ejemplo, desde la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), su titular Juan Vasco Martínez, están preocupados porque las últimas subas afectan el 15% de rentabilidad que tienen los dueños de las góndolas según dicen en esa entidad. "Desde que el Gobierno lanzó el pacto fiscal 14 provincias aumentaron sus alícuotas de ingresos brutos", denunció el empresario.

Por ejemplo, Neuquén la subió a 6,5%; Salta grabó al comercio con 5%, CABA llevó a 3,5% la de alimentos y bebidas y sólo Misiones la bajó de 6% a 4,5%. Es decir, un mapa muy dispar. Al supermercadista además le preocupa mucho la caída en el consumo de un 10% en los últimos dos años y espera que si la baja de impuestos en la boletas no se extiende a los grandes clientes, al menos mejore los bolsillos y repunte el consumo ya que a unos "leves síntomas verdes" que vislumbraron a principios de este año, ahora les cayó el otoño y a aquellos brotes los marchitó. 

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