Con dólar regulado y guerra comercial de fondo, la industria mide cuánto recalcular

El escenario económico en el que debe moverse hoy la Argentina sufrió cambios notables en los últimos diez días. El Gobierno veía moverse al dólar y la inflación como problemas de corto plazo, y miraba con atención la evolución de la coyuntura financiera global para ver si el costo de financiamiento se encarecía más de la cuenta. El desequilibrio externo era un tema preocupante, pero al menos había cierta expectativa de que con la mejora del tipo de cambio los incentivos para los exportadores ayudaran a nivelar un poco el desbalance.

Pero en el medio apareció Donald Trump, responsable de desatar una guerra comercial inédita con China y Europa; el activismo comunicacional de la Casa Rosada causó un choque con la UIA y la venta de reservas por parte del BCRA sacudió los supuestos básicos de la política monetaria.

En el medio de ese mundo sacudido por el proteccionismo a ultranza que ejerce hoy EE.UU., la única buena noticia provino de donde menos se lo esperaba: un acuerdo para avanzar en un plan de distensión nuclear entre la Casa Blanca y Corea del Norte, con fecha de reunión entre los líderes de ambos países.

En el frente interno, la fijación de aranceles al acero y el aluminio que puso Trump es un golpe duro para la balanza comercial. En momentos en que el Gobierno trataba de mostrar una tenue recuperación de las ventas fabriles al mundo, EE.UU. restó u$s 800 millones de un plumazo.

Marcos Peña visitó ayer a Paolo Rocca, el CEO del Grupo Techint, y aprovechó para transmitirle la preocupación oficial por la medida. El gesto elevará el handicap de la Casa Rosada de cara a la próxima reunión con la UIA. Donde todavía hay desconcierto es en el mercado cambiario. Con intervenciones del Central cada vez mayores, todavía no se percibe con claridad el sentido de sus movimientos. Hay un dólar más alto, pero regulado y con una guerra comercial de fondo. La industria se pregunta hasta dónde debe recalcular.