Quién es Carla Calabrese, la joven socia de Lino Patalano en el Maipo

Casada con el expiloto Enrique Piñeyro, es la productora del exitoso musical Marco Polo, que protagoniza Franco Masini, el actor millennial del momento.  

La cita es en el cuarto piso de su oficina en el Teatro Maipo, que dirige junto al legendario Lino Patalano. El ambiente es cálido, acogedor: las paredes están pintadas de celeste, la decoración es minimalista, la música es ideal. Asoma Alice, su asistente, quien con simpatía convida café y alfajorcitos de maicena.

De pronto, llega Carla Calabrese y, con la misma magia que caracteriza los exitosos musicales que produjo (Shrek, Los tres mosqueteros, Leyenda pirata, Billy The Kid, Frankenstein) con su empresa The Stage Company, se quita un divino tapadito azul y destella pura simpatía. Ya quedaron atrás los nervios por el estreno de Marco Polo, protagonizado por Franco Masini, el actor millennial del momento, que está en cartel hasta el 20 de agosto

Actriz formada en la Academia de Arte Dramático en Londres, Calabrese fue la directora musical de la arrolladora puesta local de Shrek, que se alzó con 6 Premios Hugo y cosechó elogios porque nada tuvo que envidiarle al original del West End de la capital británica. Casada con el expiloto y cineasta Enrique Piñeyro (Whisky Romeo Zulú, El Rati Horror Show) y madre de Theo, un adolescente de 13 años.

¿Cómo pasaste de actriz dramática a directora de comedia musical?
Cuando terminé la escuela secundaria no sabía muy bien qué hacer, así que le dediqué todo mi tiempo al profesorado de inglés. De a poco, mis clases se fueron transformando en dramatizaciones, momento en que empecé a sentir que lo mío iba por ahí. Me empezaron a ofrecer la dirección de los concerts escolares... ¡Y nunca más paré! A los veintipico, decidí estudiar teatro con Raúl Serrano y me dediqué a hacer obras chiquitas, con amigos. Siempre sentí que podía aportar mucho más desde la dirección que desde la actuación: si bien me encantó subirme varias veces al escenario, prefiero ver la obra desde afuera porque siento que puedo aportar mucho más.

 

¿Cuándo decidiste dar el salto a emprendedora y crear The Stage Company?
En 2006 éramos un grupo que hacía obras de teatro en inglés para colegios bilingües. En un momento empecé a soltarme, a actuar y a dirigir textos de Molière y William Shakespeare que, también traducíamos. En 2010, nos largamos en el Paseo La Plaza. Un día, apareció un asistente de Lino Patalano: había visto nuestra versión de Sueño de una noche de verano y nos propuso hacerla en su teatro. ¡Fue un honor!

¿En qué momento te convertiste en socia de Lino Patalano en el Maipo? 
Lino es un personaje. Tiene una manera de ser muy particular: a veces no sabés si está contento o está enojado. Pero en todos estos años aprendí a quererlo mucho: tiene una gran sensibilidad y siente pasión por el teatro, particularmente por el Maipo. Siempre pone toda la energía hasta conseguir la mejor obra porque no quiere superficialidad sino sumar contenidos culturales. Lino va en pos de un teatro culto y profesional para Buenos Aires. Aprendo mucho de él. Además, mima mucho a sus actores. ¡Patalano es un tipo fuera de serie! 

¿Cuál es la fórmula para producir un musical estilo internacional en estos tiempos de inflación y dólar desbocado?
Los costos de producción siempre son enormes con respecto a lo que se puede cobrar la entrada. Si te vas a Nueva York, comprás las telas a mitad de precio de lo que valen acá y además podés fijar mucho más alto el precio de las localidades. Allá no conseguís un ticket por menos de u$s 100, pero si en Buenos Aires cobrás más de u$s 30 se complica, porque la gente no lo puede pagar. Entonces, hay que usar mucho la imaginación para producir obras de calidad. Hoy, difícilmente un productor de teatro gane dinero. En muchos casos, producen por pasión: de otra manera no se entiende que alguien invierta en una obra. Todos los países que están atravesando crisis económicas son los que más necesitan el teatro para soñar con un mundo mejor. Si una, como productora, lo puede hacer, en definitiva es un aporte a la sociedad. Por eso, cuando te das cuenta que no recuperaste lo que invertiste —como nos pasó con Shrek—, igual te llevás una enorme satisfacción.

¿Elegiste a Franco Masini como protagonista de Marco Polo para aprovechar su popularidad televisiva?
Franco es un ser angelado, transmite emociones y es súper talentoso. Si bien no tiene tanta experiencia en el teatro musical, fue una esponja con todo lo que le sugerimos y le puso mucha actitud. No tengo tele en mi casa, razón por la que no lo conocía de las telenovelas, pero la autora de la obra me dijo que encajaba perfecto en el personaje. Lo empecé a googlear, lo escuché cantar con su banda y lo vi en la película El clan: si bien hace un papel pequeño, me bastó para elegirlo. No es sólo una cara bonita. ¡Tiene carisma! En un musical, es fundamental transmitir emociones y que a la gente le importe lo que pasa arriba del escenario.

¿Influye tu marido, Enrique Piñeyro, a la hora de encarar un proyecto?
Enrique me inspiró mucho: apenas nos pusimos de novios, empecé a estudiar teatro y el dejó de pilotear aviones y se puso a hacer cine. Hicimos ese cambio al mismo tiempo pero tratamos de no trabajar juntos: tenemos la sospecha de que es mejor así. Lo cierto es que hacemos cosas muy distintas. Coincidimos en buscar propuestas buenas, que dejen algo en la sociedad. Estamos atravesando un momento muy difícil en el país y pensamos en que hay que aportar: si le dedicamos tiempo, esfuerzo y dinero, que los proyectos sirvan para cambiar conciencias. Marco Polo, por ejemplo, es una historia poderosa: está basada en su viaje a la China y llega en un buen momento porque invita a reflexionar sobre lo que genera el odio al extranjero, la xenofobia, el estar a la defensiva. 

Teatro & RSE
The Stage Company, de Calabrese, fue la primera productora teatral en incluir en el cronograma de sus espectáculos funciones sutilmente modificadas para personas con dificultades sensoriales, del espectro autista, trastornos de aprendizaje y otras necesidades especiales en la comunicación. Esa adaptación, pionera en el país y Sudamérica e inspirada en una práctica habitual en Broadway y el West End, incluye juego de luces y sonido; evita flashes, gritos y ruidos fuertes, y también promueve una atmósfera tolerante en la sala en cuanto a cualquier alteración espontánea surgida del público. Además, las localidades se ofrecen al 50 %.

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