Gerardo Werthein, cada vez, más cerca del magnate brasileño Edmond Safra que de sus primos
Es, junto a Daniel, Adrián y Darío, uno de los socios de WST, el actual brazo inversor de la familia. La salida de TGS evidenció su creciente sociedad con el homónimo sobrino del célebre banquero. Habría diferencias sobre criterios de inversión con los W, que está inquietos por ese vínculo
La semana pasada, WST, el actual instrumento de inversión de los Werthein, salió de Transportadora Gas del Sur (TGS). Conocedores de la dinámica interna de la familia aseguran que no fue una transacción más. Con esta venta, Gerardo Werthein, el miembro de más alto perfil del clan, dio otro paso en el distanciamiento de sus primos Daniel, Adrián y Darío. Y se recuesta, cada vez más, en su socio preferido para hacer negocios de los últimos tiempos: el magnate brasileño Edmond Safra, sobrino del homónimo banquero fallecido hace ya 20 años.
Con Safra, Gerry –como llaman al presidente del Comité Olímpico Argentino– había formado el año pasado Replay Acquisition, una inversora que levantó fondos de terceros que, al 31 de marzo, totalizaban u$s 293,18 millones. Replay, que cotiza en la Bolsa de Nueva York, tiene a Gregorio, hijo de Gerardo, como co-CEO junto a Safra.
No es el único negocio en común entre el brasileño y esta rama de los Werthein. En 2018, EMS Capital, el fondo de u$s 2000 millones de Safra, pagó u$s 23 millones por un terreno en Catalinas Norte que subastó la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE). Los Werthein participaron a través del fideicomiso BAP.
PCT, otra sociedad de Safra, fue la compradora la semana pasada del 22,9% de los W en Pepca, dueña del 50% de Ciesa, la controlante de TGS. La familia tenía esa participación a través de WST, sociedad que los W constituyeron en septiembre de 2010, cuando empezaban a trazar su salida de Telecom. WST tuvo cuatro socios fundadores: Daniel, Adrián, Gerardo y Darío Werthein. Cada uno, representante de las actuales ramas del árbol genealógico que plantó León, un inmigrante que llegó a la Argentina en 1904, proveniente de la antigua Besarabia (región hoy repartida entre Moldavia, Rumania y Ucrania).
En 1917, León Werthein se arraigó en el pueblo de Riglos, La Pampa, donde fundó un almacén de ramos generales, al que sus hijos –Gregorio, Elisa, Numo e Israel–, nietos y bisnietos hicieron prosperar.
La participación de WST en Pepca equivale al 10% de Ciesa y al 4,58% de TGS. Es el 100% que los Werthein tenían en la empresa. Habían entrado en 2016, asociados con la familia Sielecki, cuyo Grupo Inversor Petroquímica (GIP) adquirió el 22,9% de Pepca. En aquel entonces, le pagaron a Pampa Energía, el holding de Marcelo Mindlin, más de u$s 240 millones por la mitad de Ciesa.
La acción de TGS, en esos días, cotizaba por encima de los u$s 6 en Nueva York. El 15 de julio de este año, día siguiente del anuncio de salida de los Werthein, cerró a u$s 5,90. Esto le dio a la empresa, que llegó a valer u$s 22,63 por papel en diciembre de 2017, una capitalización de mercado de u$s 678,7 millones.
En consecuencia, la parte de los Werthein, equivalente al 4,58% de Ciesa, tuvo un valor de mercado de u$s 15,9 millones. Hace cuatro años, cuando ingresaron en el capital, equivalían a u$s 24 millones.
No fue el mejor negocio. Menos, para gente acostumbrada a ganar. Y a hacerlo, además, multiplicando con creces sus apuestas. En 2003, los W pagaron u$s 125 millones por el 50% de Sofora, la controlante de Telecom Argentina. En 2011, embolsaron u$s 145 millones sólo por su 10% en esa sociedad. Poco después, en 2014, David Martínez, el mexicano al frente del fondo Fintech, le pagó a Telecom Italia cerca de u$s 1000 millones por la otra mitad de Sofora.
Consultados, allegados a la familia aseguran que la venta en TGS se debió a que era una participación menor y sólo se trataba de una tenencia financiera, que no les daba función activa en el manejo del negocio. Sin embargo, la salida estaría conectada con las discrepancias entre Gerardo y sus primos. Una evidencia de eso sería que haya sido, justamente, Safra el comprador de esas acciones.
"Hace tiempo que Gerardo busca mayor independencia", asegura una fuente que trabajó para él en sus deals más complejos. "Se siente más cómodo con socios como Safra y los Sielecki", apunta. Sugiere la existencia de asuntos sin saldar en la mesa familiar.
"No hay diferencias entre ellos, sino división de funciones dentro de los negocios del grupo", responden voceros habituales de los W. "Sí es cierto que Gerardo está abocado, también, al Comité Olímpico. Pero eso no implica una divergencia", agregan.
Gerardo fue la cara visible del grupo, sobre todo, tras la adquisición de Telecom. Pero, desde la salida de la familia de la operadora, sus primos empezaron a tallar más fuerte en otros negocios, más vinculados con la tradición familiar, como el agropecuario, las finanzas y los seguros. Dueños de la marca de té Cachamay, además de la histórica Gregorio, Numo y Noel Werthein -como se llama su empresa agrícola-, tras venderle su parte de La Caja a sus socios italianos de Generali, volvieron a pisar fuerte en el mercado asegurador a través de Experta, ART potenciada con la adquisición de la división de riesgos de trabajo de la australiana QBE y a la que expandirán hacia los seguros generales, tras haber comprado Confiar Seguros, el año pasado.
Consultados por otra vía, algunos de los otros Werthein optaron por no hacer declaraciones. Sin embargo, allegados a ellos transmitieron inquietud por algunos criterios de inversión de Gerardo. Tampoco cae bien su creciente vínculo con Safra. Además, expresaron cierta preocupación porque el alto perfil de Gerry –en especial, sus conexiones políticas– lo exponga a situaciones que, a mediano plazo, lo perjudiquen en su carrera dentro del Comité Olímpico Internacional (COI). Ejemplifican con los vuelos que Rodolfo Canicoba Corral hizo a Uruguay en aviones de su propiedad, según consta en una de las cinco denuncias que se presentaron ante el Consejo de la Magistratura contra el recientemente jubilado juez federal.
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