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La psicología del color no busca clasificar a las personas en determinadas categorías, pero sí explica lo que refleja de una persona que viste únicamente en una determinada gama de tonalidades. Los pigmentos impactan directamente en la imagen social de una persona.

Estos son los colores que, según especialistas, utilizan las personas que suelen ser malhumoradas.

Rojo: se relaciona con intensidad y furia

El rojo es uno de los colores más intensos y emocionalmente cargados. Desde la psicología, se lo asocia con la ira, la impulsividad y la agresividad cuando se usa de manera dominante o constante.

Las personas que priorizan este color suelen proyectar una personalidad explosiva, con reacciones rápidas y poco control emocional. En exceso, el rojo puede reflejar estados de enojo permanente o dificultad para manejar la frustración.

Según la psicología, el rojo suelen utilizarlo las personas malhumoradas y suele reflejar ira.
Según la psicología, el rojo suelen utilizarlo las personas malhumoradas y suele reflejar ira.

Gris y colores opacos: apatía y falta de entusiasmo

El gris y los tonos apagados suelen vincularse con el desgano emocional y el malestar interno. La psicología los asocia con personas que tienden al pesimismo, la apatía o el aislamiento social.

Quienes eligen habitualmente colores opacos pueden transmitir una imagen de frialdad o distancia emocional. En contextos prolongados, estos tonos reflejan falta de entusiasmo y una actitud negativa frente al entorno.

Negro: hambre de control y autoritarismo

El negro es un color fuerte que suele relacionarse con autoridad y control, pero también con estados de ánimo sombríos. Según la psicología, su uso frecuente puede estar ligado a personas con carácter rígido o tendencia al mal humor.

En algunos casos, el negro funciona como una barrera emocional. Proyecta seriedad extrema y, en exceso, puede reflejar irritabilidad, enojo contenido o una visión negativa de las relaciones personales.

Una aclaración clave: percepción no es realidad

La psicología del color analiza interpretaciones sociales, no capacidades reales. Vestirse de gris, negro o beige no vuelve a nadie menos inteligente. Sin embargo, en un mundo guiado por estímulos visuales rápidos, estos tonos pueden influir en cómo otros evalúan la capacidad cognitiva, la creatividad y el liderazgo de una persona.