Las exportaciones de vino crecieron en 2020 y ahora las pymes quieren su "tajada"
Todas quieren ganar nuevos mercados, pero a las bodegas más chicas se les complica. La Unidad Ejecutora de Bodegas Pymes Exportadoras se creó con el objetivo de ayudarlas a dar el paso
La mirada siempre está más allá de la frontera. Sea que se produzcan 10 millones de litros de vino, 100.000 litros, 80.000 botellas o sólo 2.000 por año. En la industria del vino las exportaciones crecen pero es a las bodegas más chicas a las que siempre les resulta más difícil plantar bandera en el mundo.
Es la razón por la que se creó la Unidad Ejecutora de Bodegas Pymes Exportadoras en el marco de la Corporación Vitivinícola Argentina (Coviar), la entidad que lleva adelante el Plan Estratégico Vitivinícola (PEVI) orientado a, entre otras cosas, incrementar las exportaciones de cara a 2030. Las bodegas pequeñas quieren vender sus vinos en el exterior, y es necesario que se creen las diversas condiciones para facilitar una tarea que puede llevar mucho más tiempo que la crianza en barrica.
"La nueva unidad apunta a darle apoyo a más de 500 bodegas pequeñas y medianas que elaboran vinos competitivos para el mercado internacional y que tienen dificultades para salir a vender. El objetivo es aumentar el universo de bodegas que venden vinos en el exterior. Este es el fundamento. La idea es incorporar a actores como el Consejo Federal de Inversiones (CFI), el gobierno nacional, ProMendoza, ProSalta, y demás actores, y exportar u$s 1000 millones", dijo Pablo Asens, en su doble rol de vicepresidente de la COVIAR y propietario de la bodega La Abeja, ubicada en San Rafael, en el sur de Mendoza.
La expectativa es que esta unidad esté operativa a mitad de este año a fin de que las pyme vitivinícolas puedan comenzar a ensayar sus primeras ventas al exterior en los próximos meses. En 2020 las exportaciones de vino fraccionado crecieron seis puntos y las de vino a granel lo hicieron en un 150%. El avance en el mercado interno fue de 7% entre ambas alternativas, nivel considerado "excelente" por los diversos actores dada las fuertes caídas que viene experimentando el consumo a nivel local y global desde hace más de 10 años.
La previsión para crecer en exportaciones tiene un horizonte de tres años. "Hay oportunidades tanto en mercados más chicos como en los principales destinos. Vemos que el mundo busca diversificación, cosas diferentes", señaló, por su parte, Adolfo Brennan, representante de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA), una de las entidades que integra la Coviar. Para alcanzar un mercado es necesario ir de la mano de los grandes establecimientos. Sucede que unas 40 bodegas totalizan el 80% de las exportaciones de vino argentino. Las pyme tienen muy claro que no hay otro modo que ir con ellas detrás para que, cuando se abra una puerta, las inviten a descorchar.
Dificultades
Raúl Dávalos lleva adelante el proyecto Bodega Valle Arriba, en Salta. Produce 80.000 botellas por año y la mitad se exporta, aunque con más dificultades que facilidades. "La exportación se complica en varios sentidos. Somos una bodega de producción muy chica pero que apunta a un segmento muy alto de precio. Cuando se sale al exterior el problema para mercado interesantes, grandes, es conseguir un distribuidor o importador adecuado a nuestras características. Porque para un importador grande no somos negocio por cuestión de volumen, y a uno chico, por más buena voluntad que tenga, le cuesta imponer la marca nueva, más si es segmento caro", describió el mismo Dávalos.
Con un proyecto todavía más pequeño, la bodega Perro Guardián, de Catamarca, trabaja hoy para vender al exterior más adelante. Se trata de una bodega familiar, nacida hace tres años, aunque sus dueños ya llevan 15 años en contacto con la vitivinicultura.
"Tenemos una producción muy pequeña. Nuestra primera línea, Kamak, produce 2.000 botellas por varietal. Está por salir la línea reserva con 300 botellas. Con los volúmenes que tenemos aún no exportamos, pero apuntamos a eso", comentó Lara Fidelio, enóloga y socia de Perro Guardián. Con capacidad para producir 20.000 litros la intención de exportar radica en la rentabilidad que supone y también en la posibilidad de "seguir sumándole valor agregado a la uva, porque estamos en toda la cadena, además de hacer conocer la región, que nos interesa muchísimo", agregó.
Los varietales de malbec, bonarda y torrontés, además del blend pronto a salir de Perro Guardián quieren hacerse un lugar en el mundo junto a los sauvignon blanc, torronteses y blends de malbec y cabernet sauvignon que Dávalos produce en los Valles Calchaquíes. Es la misma intención que tiene Assens, que produce 400.000 litros por año en San Rafael, de los cuales el 90% va al mercado interno gracias al turismo porque la suya es la bodega más antigua de esa ciudad, donde se fundó ese departamento, para ser precisa. Y es el anzuelo para que el turismo se vuelque y se lleve sus vinos.
Aún así, La Abeja logró llegar a mercados extranjeros. "Exportamos a Malta, a un bar de Madrid, a Estados Unidos, y a granel con un conjunto de bodegas para llevar merlot a Canadá", agregó Assens, en una muestra de la necesidad que surge de ir juntas para lograr plantar bandera con sus vinos en alguno de los países del mundo.
Brennan, que también comanda la bodega Amansado Wines, ubicada en Lunlunta, Mendoza, destacó que la oportunidad de las pymes exportadoras pasa porque el mundo está buscando cosas diferentes y "tenemos productos de calidad, diversificación de variedades y oportunidades para diferenciarnos como producto exportable".
De ahí los esfuerzos mancomunados entre las bodegas y la puesta en marcha de la unidad de exportaciones de la Coviar. "Desde nuestro lugar queremos tener más pyme exportando y que puedan sostener esas exportaciones en el tiempo. Porque estas 500 pymes vitivinícolas alguna vez han exportado pero no han logrado la permanencia en los mercados. Como bodega pequeña tengo que entrar en un restaurante, en una vinoteca, porque es difícil hacerlo en un supermercado o en el retail ya que no podemos competir en precio", amplió.
Las pyme vitivinícolas coincidieron en que, para abrir esos mercados, necesitan apoyo a través de acciones como financiación para tener presencia en las ferias, enviar muestras y abrir mercados, como también capacitación para darle continuidad al ciclo de cobranza, soporte al desarrollo de marca, al márketing y a la comunicación porque todo ello supone costos en logística y operación. Una serie de acciones necesarias para que el vino argentino, desde todos los rincones del país donde se produce y también de la mano de las bodegas más pequeñas, llegue a las mesas del mundo. Para que sus exportaciones sumen a ese círculo virtuoso de producción, trabajo, exportación, divisas e inversión.
Por Andrea Catalano
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