Después del cimbronazo por el resultado de las elecciones bonaerenses, el Gobierno busca rearmar su estrategia y llegar con oxígeno a octubre, en unos comicios que serán cruciales para fortalecer su presencia en el Congreso y avanzar con las reformas estructurales pendientes, para las que hoy no cuenta con suficiente apoyo propio.

Sin embargo, y a menos de seis semanas para la prueba electoral, el camino se le hace cuesta arriba al oficialismo: sucesos como la denuncia por sospechas de presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad, los vetos presidenciales a los aumentos jubilatorios o de financiamiento universitario, y hasta la volatilidad cambiaria erosionan el nivel de aprobación de la gestión libertaria.

Al mismo tiempo, se fortalece la figura de quien hoy, y con CFK inhabilitada, se posiciona como el máximo referente de la oposición: Axel Kicillof.