La historia de Billiken como golosina en la Argentina comienza a fines de los 60. En ese momento Darío Rodríguez de la Fuente inaugura una planta dedicada a fabricar caramelos para diversificar su negocio de pastillas.
Rodríguez de la Fuente había emigrado desde España y se transformó en una de las figuras históricas del negocio golosinero argentino. En 1914 empezó fabricando pastillas de menta que vendía en las farmacias. De ahí pasó a los kioscos y las rebautizó D.R.F., para simplificar la marca. Creció en escala y sumó sabores, como mentol y anís.













