Creada a principios de los años 90 por el actual vicepresidente de la UIA y diputado nacional por el Frente Renovador, José Ignacio De Mendiguren, la marca de indumentaria infantil Coniglio pasó a mejor vida. Tras haber sido líder indiscutida del negocio de ropa para chicos, ayer, la justicia decretó su quiebra, luego de un proceso judicial que se inició en 2010 con la apertura del concurso preventivo de la sociedad por una deuda cercana a los $ 2,5 millones. Se trata de una de las marcas que supo liderar el negocio de ropa para chicos, luego de que De Mendiguren vendiera sus acciones al Exxel Group. El fondo inversor creado por Juan Navarro también durante la década del 90, pagó u$s 8 millones en 1998 para quedarse con Coniglio y expandir sus actividades con la apertura de más de 50 locales y una facturación que llegó a los u$s 60 millones, en años de la convertibilidad y del uno a uno entre el peso y el dólar.

Pero cinco años después, y tal como sucedió con otras marcas emblemáticas que pasaron a manos del Exxel como Musimundo, Freddo y otras etiquetas de indumentaria, perdió mercado, cayó en una situación financiera complicada y fue cedida por Navarro en 2004 a un grupo de emprendedores locales por tan sólo u$s 200.000. Por ese entonces, Coniglio era la única marca textil del Exxel que no formaba parte de su grupo IBG, que había presentado concurso preventivo de acreedores para sus otras etiquetas Paula Cahen DAnvers y Vesubio-Lacoste por una deuda superior a los $90 millones.

De la mano del empresario Federico Hinz, un ex ejecutivo del laboratorio Bayer, la marca intentó recuperar market share, extender sus actividades y abrir una veintena de puntos de venta. Sin embargo, en un reportaje a la revista Apertura, Hinz admitió haber adquirido un sello de goma y con locales que no estaban operativos debido a que el Exxel había renegociado los contratos de esos puntos de venta para su marca Paula Cahen DAnvers. Hinz, quien había adquirido Coniglio junto al empresario Carlos Greco, le compró la parte a su socio en 2008 para intentar volver a reflotar la marca. Llegó a operar cinco locales propios y 15 franquicias, producir hasta 150.000 prendas semestrales y alcanzar una facturación anual de $ 12 millones en 2009. En ese momento, selló un acuerdo con la cadena chilena Falabella que le permitió volver a posicionar la marca. Sin embargo, en 2010 el propio Hinz decidió solicitar a la justicia la apertura del concurso preventivo de Coniglio, luego de no haber podido sostener el crecimiento y fracasar en su intento por sumar un socio del rubro textil para continuar con su plan de expansión. En este marco, Coniglio ya había perdido mercado ante sus competidores Mimo y Cheeky, que alcanzaron el liderazgo del sector de ropa infantil.

Cuatro años después de que el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial Nº 26, a cargo de María Cristina OReilly decretara abierto el proceso concursal, se decretó la quiebra de Coniglio. El expediente, bajo el legajo 56974, había sido abierto el 14 de julio de 2010. Ahora, el plazo para que sus acreedores presenten papeles verificando sus créditos se extenderá hasta el 11 de agosto y el síndico designado es el Estudio Vergara, Sala, Spinelli y Asociados. Se intima a los acreedores de la fallida y a cuantos tengan bienes y documentos de la misma, a ponerlos a disposición del Síndico dentro de los cinco días, prohibiéndose hacer pagos o entrega de bienes so pena de considerarlos ineficaces, señala el edicto publicado ayer por el juzgado a cargo de la quiebra. El documento también intima a los dueños de Coniglio y a sus administradores a que en el término de 48 horas constituyan domicilio procesal y entreguen al síndico dentro de las 24 horas los libros de comercio y demás documentación relacionada con la contabilidad (art. 88 ley 24.522).